Columna | Gajes de la Vida
Alicia Soto
Correo: alysotoc@gmail.com
Facebook: @alysotopsicologa
Los seres humanos estamos en constante búsqueda de la pertenencia, nos es grato saber que formamos parte de un grupo, de una comunidad o de una ideología. Aunque tratamos de ser “diferente”, al mismo tiempo queremos relacionarnos con personas que piensan y actúan de manera similar a la nuestra.
Este necesidad de pertenecía va más allá de la familia (en la cual satisface nuestra necesidad inicial), de los amigos y del trabajo, si no que trasciende a la sociedad y a la cultura y determina como nos relacionamos a los largo de nuestra vida. En otras palabras la necesidad de pertenencia es dar y recibir afecto de otras personas, de ser parte de relaciones afectivas que nutran nuestra vida. Inclusive las personas que prefieren estar solas o con compañía selectiva, disfrutan de las redes sociales íntimas.
Sin embargo, para algunas personas la necesidad de pertenencia puede confundirse con necesidad de aceptación, es decir que, su autoestima está condicionada a la aprobación social y no solo de algún grupo social, sino de todos aquellos grupos a los que pertenece.
Cuando llegamos a un grupo nuevo, tenemos la oportunidad de impresionar a nuestros compañeros, con nuestra actitud, iniciativa, compromiso, esfuerzo, etc. pero para algunas personas esto significa hacer todo aquello que esperan de ella (inclusive más que eso) y no conforme con ello, inclusive tiende a hacer lo que les corresponde a sus compañeros.
Para estas personas su seguridad y autoestima penden del reconocimiento y aceptación de los demás; cuando no sucede, sus niveles de ansiedad, depresión y estrés van en aumento, mermando sus capacidades de adaptación y socialización; es decir, -paradójicamente- entre más esfuerzo empleen para encajar socialmente, percibirán más rechazo social.
Es importante recordar que es imposible conectar socialmente con todos nuestros conocidos; nuestra crianza, nuestras experiencias personales, nuestro temple y personalidad, nuestros gustos, nuestra familia, nuestra cultura, nuestro contexto influyen en tener ideas y perspectivas diferentes de la vida; así que tratar de coincidir con todo mundo – aparte de ser absurdo- puede llegar a ser muy frustrante.
Si bien es importante tener redes sociales íntimas – como parte de nuestra necesidad de afiliación y pertenencia- no necesitamos ser aceptados por todos, de hecho, el rechazo y la exclusión ayudan a ser selectivos con nuestros amigos y grupos de convivencia, formando relaciones profundas y de alta permanencia. No necesitamos un millón de amigos como dice Roberto Carlos, uno solo es suficiente para satisfacer nuestra necesidad social.
Columna | Gajes de la Vida
Alicia Soto
Correo: alysotoc@gmail.com
Facebook: @alysotopsicologa