Ingresan escuelas a lista patrimonial

Cd. de México (25 marzo 2019).- Tras un lustro sin declaratorias de Monumentos Artísticos, dos inmuebles de la Ciudad de México se añaden a la nómina de edificaciones reconocidas con este estatus, el máximo que puede adquirir una edificación.

Se trata de la Escuela Primaria Emiliano Zapata, del arquitecto Juan O'Gorman y obra muralística de Pablo O'Higgins, y el Centro Escolar Revolución, de Antonio Muñoz García, con murales de Raúl Anguiano y Aurora Reyes, así como vitrales de Fermín Revueltas.

Ambas construcciones datan de los años 30 y se alejan del alarde ornamental para apostar por la sencillez y la eficacia que distinguen al funcionalismo, de acuerdo con el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 16 de noviembre.

Con su incorporación suman 52 los Monumentos Artísticos del País; la declaratoria previa, correspondiente a la Casa Hogar Mier y Pesado, de Orizaba, Veracruz, se publicó en 2014.

El sexenio pasado, uno de los más áridos en la emisión de estas distinciones, culminó con tres, frente a las 17 del periodo 2006-2012, las 18 del 2000-2006 o las 9 de 1982-1988. El primer monumento artístico del País, el Teatro Peón Contreras, de Yucatán, se remonta a 1976.

Testimonio de la arquitectura moderna del siglo 20 mexicano, las escuelas recién declaradas reflejan el ímpetu constructivo de una época, a partir del programa revolucionario que pugnaba por dotar a la población de vivienda, educación y salud, de modo que se propició la edificación de hogares, centros escolares y hospitales, destaca el arquitecto Xavier Guzmán Urbiola.

Sin embargo, las dos escuelas, aunque contemporáneas, corresponden a experiencias distintas: mientras la Emiliano Zapata, de la Colonia Industrial, fue parte de un proyecto de construcción masivo, la Revolución, de la Doctores, figura como la única de su tipo.

Se distingue ésta por la solución estructural del arquitecto Muñoz García -también creador del mercado Abelardo Rodríguez- a partir de un eje que cruza diagonalmente el terreno de forma cuadrada, y del que derivan seis crujías perpendiculares donde se albergan las aulas.

Entre una y otra se dispusieron espacios recreativos, como terrazas y jardines y se le proveyó, además, de instalaciones deportivas y de servicios.

Levantado en los terrenos donde se fundó el Colegio de San Miguel de Belén para mujeres desprotegidas, luego sede de una de las cárceles más temidas del Porfiriato -la de Belén-, el Centro Escolar Revolución albergó la educación socialista aprobada entonces por el Congreso.

La escuela Emiliano Zapata, en cambio, fue una de las 24 edificadas por O'Gorman en la Oficina de Construcciones de la SEP.

El entonces titular de Educación, Narciso Bassols, lo invitó a construirlas cuando conoció la casa-estudio que diseñó para los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo.

"Bassols quedó sorprendido con esa arquitectura, en ese momento tan revolucionaria, novedosa, y le pregunta -o eso ha popularizado la mitología de la historia de la arquitectura-, '¿cómo haría usted una escuela', y O'Gorman contesta: 'usando arquitectura funcional, planta libre y sin mordidas'", relata Guzmán Urbiola.

"En los años 20 (el Secretario de Educación) José Vasconcelos había construido, con un millón de pesos, la escuela Benito Juárez; 10 años después, en 1933, con 890 mil pesos, O'Gorman construye 24 escuelas y repara 31.

"La Benito Juárez tenía 52 aulas y atendía a mil 300 alumnos, mientras las 24 escuelas, junto con las 31 reparaciones que hizo O'Gorman una década después atendieron 11 mil alumnos", contrasta el investigador del Centro Nacional de Investigación Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) del INBA.

"¿De qué estamos hablando? De que con esta arquitectura funcional, contemporánea en esos años, podían atenderse las necesidades de educación del País", enfatiza el ex subdirector de Patrimonio Artístico Inmueble del INBA.

Es, sobre todo, una arquitectura con dimensión humana, señala el promotor cultural Ignacio Toscano, estudiante de la primaria Emiliano Zapata de 1956 a 1962, escuela a la que acudió toda su familia, condición que le confiere un carácter entrañable.

"En esos años uno no se da cuenta de la importancia que tiene la construcción de O' Gorman o el mural de O'Higgins que veíamos todos los días al subir las escaleras.

"No se da cuenta lo que significa estudiar en una escuela con proporción humana, y ahora lo veo: los alumnos teníamos nuestras bancas y espacio para movernos en los pasillos, para ver y escuchar muy bien a las maestras en sus plataformas- porque curiosamente las que me tocaron eran todas mujeres.

"Eran salones de no más de 40 personas, no había hacinamiento de alumnos y además teníamos alberca y una parte donde se cultivaban hortalizas. Era una educación muy integral.

"No separo la parte arquitectónica de lo que sucedía con las materias y cómo daban su clases las maestra. Siempre lo diré: aprendí allí historia y civismo y aprendí a querer a la patria; en la primaria había una correspondencia entre continente y contenido".

Toscano refiere la ubicación estratégica de la Emiliano Zapata en la colonia Industrial, atrás de un jardín de niños y próxima a papelerías, recauderías y tiendas, entre otros comercios y espacios que conformaban una comunidad "completa".

Así se estructuraban en el pasado las ciudades, concuerda Guzmán Urbiola: en torno de las escuelas, las bibliotecas, los parques, los mercados o los edificios públicos; hoy, compara, se organizan alrededor de los centros comerciales.

Yanireth Israde | Reforma