Una incomparable ilusión

Tigres sigue dando motivos para festejar y su afición ya comienza a soñar con la séptima estrella.

El primer capítulo de la Final de la Liga MX se pintó de amarillo y de la mano de André-Pierre Gignac, la afición de los Tigres ya se está ilusionando con otra vuelta olímpica.

Quedará para la historia que en una Final, Gignac igualó a Tomás Boy como los goleadores históricos de los Tigres, luego de que el francés marcó el gol del triunfo para llegar a 104 goles con la camiseta felina.

"¡La, la, la, la, la, la, Gignaaac!", retumbó la melodía al ritmo de "Hey Jude" de The Beatles en el Estadio Universitario, mientras el 10 felino corría por detrás de la portería con los seguidores felinos extasiados a su paso.

Ese fue el único grito de gol en el juego, en un primer episodio que se comenzó a jugar desde mucho antes, cuando miles de seguidores felinos recibieron al equipo entre un pasillo de bengalas, banderas y cánticos a las afueras del estadio.

Antes del juego, el club felino homenajeó a Osvaldo Batocletti y de la mano de sus nietos de Bato, el trofeo de campeón entró al campo de juego.

Con los dos equipos saliendo del vestidor, varias megamantas dieron la bienvenida a los protagonistas y entre las que una rezaba: "Tigres por la séptima".

Ya en el juego, Tigres escribió la primera parte de la historia de la Final, un relato de buen futbol por momentos y drama al final, pero reforzando la fe en el pecho de sus fieles seguidores. Esos sí, los incomparable no dejaban de apoyar.

Con el equipo dominando, la gente lo agradeció y lo aplaudió y cuando hubo fallas para liquidar el juego, el público no se lamentó, al contrario, trató de levantar a sus jugadores.

Al final, por los pasillos, la afición salió tranquila, quizá consciente que la ventaja es poca, pero ilusionados de que este Tigres conquiste una nueva estrella.

Juan Carlos Jiménez | Cancha