De cómo pasar de diva misteriosa a rubia tonta en dos lecciones cortas y una larga

Colaboración especial / Katya Galán

Durante los mejores años de la época de oro de Hollywood se dio un fenómeno que se conserva hasta nuestros días, si bien con menos intensidad y más notoriamente en los países emergentes: el llamado “Star System”, que consiste en crear un personaje alrededor de la imagen de una persona, con más o menos talento artístico.

Eran todavía los últimos años del cine mudo y no era muy necesario que fueran muy inteligentes o que tuvieran una voz agradable y buena dicción. Lo importante es que retrataran muy bien para la pantalla, que fueran mandablesy que su imagen pudiera ser controlada por los estudios cinematográficos. Así surgieron “estrellas” de la talla de Marlene Dietrich.

Al llegar el cine hablado, empezaron los problemas. Muchas de estas jovencitas venían de un entorno rural o de los barrios bajos de las ciudades y tenían muy poca educación formal. Otras no se distinguían por su inteligencia.

Para contrarrestar esto, se creó una especie de código, no escrito, donde se pedía a estas artistas que no abrieran la boca, fuera de casos de necesidad y únicamente con parlamentos aprendidos y autorizados por el estudio.

Este fue el nacimiento de lo que ahora se conoce como “diva”. Una mujer extraordinariamente bella, quizás con un tipo exótico, pero lejana y misteriosa, ya que no hablaba con nadie. En muchos de los casos, su voz era doblada por el estudio a la hora de la post- producción.

Estaba el caso contrario, mujeres despampanantes que habían cometido el error de dirigirse a los medios y opinar sobre cualquiera cosa que les preguntaran, aún sin autorización, como Marilyn Monroe (de quien se dice que, a raíz de esta experiencia, se preparó y estudió en lo personal, aunque el estudio no lo hizo público, para mantener su imagen). De ahí viene lo que se llamaba “rubia tonta”, frívola, ignorante, quizás con un fuerte acento, pero que llenaba un hueco importante en las grandes producciones.

Un ejemplo nacional es el de la ex primera dama, Angélica Rivera. El candidato del PRI, viudo, necesitaba una figura femenina para su campaña y para su mandato. Como la fábrica de estrellas era nada menos que el “canal de las estrellas”, su equipo de campaña se dirigió a Televisa, con la intención de conseguir, de entre su catálogo, a la flamante primera dama de México. Seguramente se les presentaron muchas opciones: altas, bajitas, blancas, morenas, más o menos iletradas, fotogénicas, con tipo de señora de sociedad, con tipo de fichera. Todo el “talento” de la empresa se puso al servicio del gran proyecto. 

Se viene a mi mente la imagen de lo que pudo haber sido el proceso de selección: se descartaron las muy altas, porque el candidato era bajito de estatura; igual las muy viejas y las muy jóvenes, las muy llamativas, las muy inteligentes, para que no le hicieran sombra al presidente. Al final, solo quedaban dos, Lucerito y la Gaviota. La primera, tenía tipo de gente decente y muy poco pasado, pero era muy alta. La segunda, “daba el gatazo”, pero estaba casada por la Iglesia y no tenía muy buena fama, además de que sus fotografías adornaban muchos talleres mecánicos a lo largo y ancho del país. Pero era más chaparrita. 

De inmediato se iniciaron las gestiones para mejorar la imagen de la actriz, se pulió su estilo, empezó a ser vista con el entonces gobernador/precandidato en lugares públicos, como en una especie de grupo de enfoque. Se escribió un libreto ad-hoc a la historia. Se limpió su pasado, aunque no fue posible eliminar los calendarios por razones obvias y estos se convirtieron en objetos de culto y hasta patrimoniales. Naturalmente, se movieron todos los hilos que había que mover para conseguir un matrimonio válido y legítimo y sin decir “agua va” de pronto el marido se vio soltero y dejó de bailar con la más fea. 

Se montó un gran espectáculo y el día del estreno el canal de las estrellas cumplió sobradamente con el requerimiento: la fastuosa boda, en la iglesia más llamativa de la ciudad, fue televisada urbi et orbi, como la de Grace Kelly, santa patrona de las actrices convertidas en princesas.

Por contrato, las apariciones de la actriz fueron dosificadas, tanto como fuera necesario, tan poco como fuera posible. El resto del tiempo, ella era libre de hacer lo que quisiera y donde quisiera. Pocas declaraciones, total, no tenía nada que decir y una imagen de señora de sociedad.

Algo similar pasó en el año 2018. Todavía no se sabe cuál de las televisoras -o si fueron las dos- más grandes de México fue la creadora del más nuevo (no por edad) ídolo de los votantes. El peje pasó a ser Andrés Manuel. Andrés Manuel pasó a ser el señor candidato y el señor candidato se convirtió en su Alteza Serenísima.

Es muy probable que el libreto que propusieron los brillantes premios Nóbel de literatura mexicanos requiriera que, como en la época de oro de Hollywood, el personaje central hablara lo menos posible, que las redes sociales hicieran su trabajo y que ganara la elección, como sucedió durante toda la campaña: mensaje agresivo, en contra de todo lo establecido, del PRI, del PAN, de los corruptos, de los malos; a favor de los más desfavorecidos, pero también la voz de los que no tienen voz. Una imagen fresca, casi imposible de conseguir con un hombre tan mayor y con ideas tan retrógradas, pero el pueblo de convenció de que era un político que no era político, con ideas jóvenes, revolucionarias, un encantador de serpientes.

Hasta sus detractores pensamos que había un gran plan, perfectamente estructurado, para implantar una dictadura de la izquierda radical en México, sobre todo por su cercanía con los tiranos cubano, venezolano y peruano, entre otros.

Y como era de esperarse, ganó de una forma arrolladora, con una baja votación, pero con todos los votos del PRI. Los del PAN no fueron suficientes para contener la avalancha. Extrañamente, los votos de la izquierda fueron casi inexistentes. Si se aplicara la ley, todos los mini partidos afiliados al PRI, incluido el PRD, debieron de haber desaparecido. Pero en México la justicia la administra el presidente y eso no sucedió.

Como sucedió en su momento con la Gaviota, el poder hizo enloquecer al personaje y empezó a salirse del guion. Todavía, al principio, muchos pensamos que era una estrategia muy bien armada para destruir el pasado en México y construir su nuevo modelo deconstruido.

Pero pasó de cancelar, a un costo altísimo, la construcción de un muy necesitado aeropuerto para convertir a México en uno de los hubsaéreos más importantes del mundo a inventar un nuevo aeropuerto, una refinería, un tren y muchas otras “obras monumentales” de la nada, sin estudios de ninguna especie. A exabruptos como exigirle a España una disculpa por algo que a nadie le interesa, por regalar los recursos de los programas de desarrollo a gente sin oficio, a destruir programas de guarderías, a promover el béisbol, a opinar sobre el sargazo, a descalificar a todos los que no creyeran sus mentiras, a inventar cifras “oficiales”, a reinventar la historia, a vivir en Palacio Nacional, como un dictador, olvidando sus promesas de austeridad.

Empezó a darnos la razón a quienes pensamos que es un anciano senil, sin visión de estadista, sin proyecto de gobierno y de futuro, montado en 1968 y viendo hacia el pasado, preocupado por nimiedades, pero no por las grandes realidades, recibiendo indocumentados como visitantes distinguidos y luego expulsándolos por exigencia de otro chivo en cristalería como él. 

Como decía aquel personaje de Chespirito, tan cercano todavía a muchos mexicanos la “Chimoltrufia”, “pues yo como digo una cosa digo otra cosa, ¿tengo o no tengo razón?

Salimos de la diva misteriosa a la rubia tonta. Y esta no es ni siquiera divertida.

Tips al momento

Otorga federación al gobierno de Chihuahua el inmueble del Cereso3 en Juárez

El Gobierno Federal destinó al Gobierno del Estado de Chihuahua, el inmueble federal del Cereso 3 en Ciudad Juárez.

El  04 de marzo de 2022, el Gobierno del Estado de Chihuahua, solicitó se le otorgue el Acuerdo Administrativo de Destino del inmueble federal, para continuar utilizándolo como instalaciones que ocupa el CERESO Tres de Ciudad Juárez, para formar parte del Complejo Judicial del Distrito Judicial Bravos.

El inmueble cuenta con Registro Federal Inmobiliario 8-8923-7, con superficie de 300,281.075 metros cuadrados, ubicado en Calle Barranco Azul sin número, Colonia Toribio Ortega, Código Postal 32675, Municipio de Juárez, Estado de Chihuahua.

El Gobierno del Estado de Chihuahua, deberá custodiar y vigilar el inmueble, quedando obligado a cubrir los gastos necesarios para su conservación y mantenimiento, y demás servicios inherentes que en su caso se generen, así como el correspondiente aseguramiento contra daños del inmueble

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