Las amenazas de muerte comenzaron en 2015, cuando Walter Lübcke defendió la política de refugiados de la Canciller Angela Merkel.
El 2 de junio, Lübcke recibió un disparo mortal en la cabeza en la entrada de su casa, en lo que parece ser el primer asesinato político de extrema derecha de Alemania desde la era nazi.
El sospechoso, quien confesó y luego se retractó, tiene un pasado neonazi violento y un récord policial, por lo que se renovaron las críticas al aparato de seguridad de Alemania, acusado de no tomar las amenazas de extrema derecha en serio.
La militancia de extrema derecha está resurgiendo en Alemania: el lenguaje de odio se ha vuelto cada vez más común en línea, los políticos están cada vez más amenazados, y el número de ataques de odio a judíos ha aumentado.
Políticamente, Alemania experimentó un fuerte auge de la derecha tras la crisis migratoria de 2015. El partido Alternativa para Alemania obtuvo suficientes votos para ingresar al parlamento. Y aunque recientemente su apoyo ha disminuido, su presencia ha servido para normalizar el discurso de extrema derecha, según analistas, al llegar al grado de prometer "cazar" a la Canciller Merkel.
Para algunos políticos, el ambiente político enojado ha significado peligro. El alcalde de la ciudad norteña de Altena, Andreas Hollstein, sobrevivió a un ataque con cuchillo en 2016.
Y en 2015, la alcaldesa de Colonia, Henriette Reker, fue apuñalada en la garganta por un hombre desempleado que dijo que quería enviar una señal sobre la política de refugiados del país.
En una entrevista, Reker dijo que las amenazas de muerte, raras antes de 2015, se habían convertido en una realidad cotidiana y ahora tenía agentes de seguridad privados fuera de su oficina. Además, desde la muerte de Lubcke habían aumentado.
El discurso del odio ha surgido en todos los rincones de Europa y, también la violencia política.
En Gran Bretaña, la legisladora Jo Cox murió luego de que un hombre con simpatía de extrema derecha le disparara y apuñalara varias veces una semana antes del referéndum Brexit en 2016. En Polonia, el alcalde liberal de Gdansk, Pawel Adamowicz, fue asesinado en enero después de haber sido objetivo de una campaña en su contra.
La agencia de inteligencia nacional de Alemania, conocida como la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, se creó a raíz de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo explícito de prevenir el aumento de las fuerzas antidemocráticas como otro partido nazi.
Pero con la llegada de más de 1 millón de migrantes desde 2015, muchos de ellos de países musulmanes, la agencia ha concentrado los recursos en las amenazas del terrorismo islamista.
Sin embargo, la extrema derecha sigue siendo un problema latente:
24 mil 100 extremistas
han sido identificados
12 mil 700
de ellos son potencialmente violentos
500 órdenes de arresto
siguen pendientes
169 asesinatos
cometidos por extremistas de derecha desde 1990, según Die Zeit y Der Tagesspiegel.
El sospechoso, Stephan Ernst, de 45 años, era bien conocido por las autoridades: ya estaba identificado como miembro de un partido neonazi e intentó asesinar a un inmigrante en 1992.
Estuvo en prisión por intentar un ataque con bombas, pero cuando salió, los agentes de inteligencia le perdieron la pista, mientras muchos de ellos se centraban en islamistas militantes.
Por su parte, Horst Seehofer, el Ministro del interior de Alemania, que supervisa la agencia, negó que le hayan perdido la pista a este tipo de terrorismo, pero admitió que se debería haber hecho más en el caso de Lübcke.
Tanjev Schultz, experto en extremismo de extrema derecha, dijo que las nuevas amenazas contra los políticos se hicieron eco de la República de Weimar, el período entre las dos guerras mundiales, cuando los terroristas de extrema derecha mataron a varios políticos para desestabilizar la joven democracia de Alemania, que finalmente tuvo éxito.
Reker, la alcaldesa de Colonia, tiene su propia teoría para esta ceguera colectiva.
A los alemanes les gusta pensar que se han ocupado definitivamente de esa historia, dando como resultado una actitud auto-engañosa de "Lo que no debe ser no puede ser".
Fuente: The New York Times News Service
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