Un sentimiento constante en las personas que acuden a terapia psicológica, es la culpa. Es como una sombra que atormenta, que evita que disfrutemos plenamente de nuestra vida, nos quita el sueño, el hambre y nos castiga cruelmente cuando estamos felices. Evita que tomemos decisiones, enfrentemos retos, concluyamos proyectos; en general, nos priva de experiencias nuevas.
Regularmente, la culpa se hace presente cuando actuamos de manera diferente a nuestros valores y creencias, cuando creemos que hemos cometido un error o que lo que decimos o hicimos es incorrecto; sin embargo, hay ocasiones en que la culpa se hace presente, incluso cuando nuestro comportamiento es ejemplar.
Por ejemplo, cuando tomamos decisiones significativas para nuestra vida, como estudiar o trabajar, casarnos o no hacerlo, tener hijos o no tenerlos, actuamos con base a lo que creemos mejor para nosotros; sin embargo, en muchas ocasiones comenzamos a tener juicios imaginarios, es decir, nos empezamos a reprochar porque nuestras decisiones no corresponden o lo que las personas esperan de nosotros.
Para algunos, el simple hecho de negarse a una petición puede llegar a ser angustiante, detonando sentimientos de tristeza, frustración y ansiedad; y no me refiero a grandes peticiones, inclusive pequeños favores como acompañar a alguien de compras, prestar dinero, pasar la tarea, etc. puede originar culpa; ya que creemos que los demás nos pueden juzgar y otorgarnos características que creemos no nos corresponden
Por otro lado, hay personas que pasan su vida vendiendo culpa, haciéndonos creer que los erros que comenten los demás son nuestra responsabilidad, es muy común que algunas personas que pasan por alguna infidelidad, crean que su sucedió a causa suya, porque la pareja así se lo hace ver: “ya no estás tan guapa (o)”, “es que tú ni quieres tener sexo y yo tengo necesidades”, “me tienes muy abandonado (a)”, etc. y lamentablemente, para venderse intrigas, se necesita compradores.
Regularmente, para poder liberarnos de la culpa, es necesario redimirnos de aquello que creemos que hicimos mal, como pedir disculpas o cambiar nuestro comportamiento. Pero, ¿qué sucede cuando la culpa es excedida?, ¿cuándo alguien más, fue quien nos hizo sentir culpables?, ¿cuándo no deberíamos sentirnos así, pero no podemos dejar de hacerlo?
Bueno, el primer paso es despersonalizarnos de la emoción, para ello debemos de dejar de ser el actor principal y convertirnos en espectadores, por ejemplo: ¿si lo que me pasó a mí, le hubiera pasado a alguien más, lo juzgaría de manera tan severa como a mí? habitualmente, la respuesta sería no. Tendemos a ser más duros con nosotros mismos que con los demás.
Posteriormente, es importante que analicemos que estamos sufriendo más por la interpretación del hecho, que por el hecho mismo, es decir, solo son ideas no realidades. Debemos quitarles a los pensamientos, la capacidad de hacernos daño.
Finalmente, debemos entender que no somos perfectos y que estamos muy lejos de poder serlo, que incluso la persona más mala puede llegar a ser buena y que el más bueno puede llegar a hacer algo malo. Cometer errores es parte del aprendizaje y del crecimiento personal, así que toda nuestra vida estará marcada por equivocaciones y por aciertos. Tener culpa no te hace mejor persona, remendar lo que hiciste sí; tener culpa no cura heridas, la acrecienta; tener culpa no te hace el bueno, te hace víctima. Y si de plano no puede dejar de sentirte culpable, ve a terapia; el tiempo no cura las heridas, trabajar en ellas sí.