Lo fácil sería enumerar las promesas incumplidas del gobierno federal para despedir el año. Sin embargo, dado que estos doce meses, a los que en este caso hay que sumar otros seis, se conocen como la curva de aprendizaje, es más importante lo que se sugiere que lo debidamente cumplimentado para bien y para mal.
En lo positivo, el apoyo popular recibido por López Obrador es inobjetable. El Presidente subió el salario mínimo y se acercó a las clases desfavorecidas. La primera es una medida de justicia social que no dudó en aplicar desde el inicio de su mandato. La cercanía a los sectores menos favorecidos y el mejoramiento de su nivel de vida es una de las preocupaciones más evidentes de López Obrador. Merece todo el reconocimiento la esperanza que tantos mexicanos depositan en Andrés Manuel. Una economía distributiva en lo social parece que es lo que le interesa al ejecutivo. A pesar de que las ayudas económicas no llegan a todos los mexicanos a los que se les prometió, se están afinando los mecanismos para cumplir con el objetivo. La austeridad es otro aspecto relevante para el presidente y para su gobierno. Se ha recortado el gasto y todo indica que se han eliminado partidas superfluas, aunque en ocasiones con cierta demagogia.
En lo negativo, se suceden medidas y estrategias que ya han demostrado su ineficacia pero que el ejecutivo se obstina en mantener. Con la cancelación del AICM de Texcoco el mensaje que se envió a los inversionistas nacionales y extranjeros es que en México se carece de certidumbre jurídica para atraer capital. Esa decisión en buena parte explica la negativa a invertir en el país cuya consecuencia es crecimiento cero. A juicio de especialistas, no ayudará a mejorar la economía la obcecación en levantar la refinería en Dos Bocas o el famoso Tren-Maya. El tema de seguridad amenaza con perpetuarse entre los debes del gobierno federal. La política de “abrazos y no balazos” ofrece el saldo de 2019 como el año de mayor violencia en la historia del país. En salud, el desabasto de medicinas en la clínicas y centros especializados ha sido la norma, sin que en los hechos la situación se haya revertido. La cancelación del Seguro Popular es un retroceso evidente en que los más perjudicados son los que menos tienen. Algo semejante puede decirse de las estancias infantiles. Si las ayudas destinadas a ninis y adultos mayores son dignas de elogio, no lo es que resulten inseparables del clientelismo voraz de este gobierno. La corrupción, a pesar de lo que dice López Obrador, carece de contención. La explicación sobre el origen del patrimonio de Barlett es delirante. Algunas declaraciones de Arturo Zaldívar dan a entender que el poder judicial se ha rendido ante el ejecutivo. Las acusaciones del presidente en las mañaneras hacia individuos y sociedades perturban y polarizan a los mexicanos. López Obrador no respeta el estado de derecho como demuestra cada día. La presunción de inocencia es para cada uno de los mexicanos y no para quien decide el Presidente. El encono y la confrontación social fomentados y alentados desde presidencia choca frontalmente con quien se dice el Presidente de todos.
Para el próximo año, desde luego mis mejores deseos para todos los lectores, pero mi principal deseo es que desaparezca la división y confrontación entre los mexicanos.
Jorge Camacho Peñaloza