Hace tres semanas fui consultado sobre los efectos de la propagación del “coronavirus”, tema que coincidentemente había estado dando seguimiento desde que se encontraba aislado únicamente en China.
La pregunta que se me hizo fue: ¿Considera que la propagación del virus llegue a México y que de llegar nos afecte económicamente? A la cual contesté con plena convicción, seguro plenamente de la respuesta: Existen tanto en China, como en los Estados Unidos y México, protocolos y equipos e infraestructura plenamente probados en pasadas situaciones similares, por lo que aunque llegara la enfermedad, ésta deberá ser atendida profesionalmente y con el menor daño posible a la población. Todo lo cual no se reflejará de manera considerable en la situación económica.
Desafortunadamente no estaba al tanto del grado de desmantelamiento de la infraestructura hospitalaria necesaria para la atención de estos casos: protocolos llevados a cabo por personal capacitado, equipos, etc., que ha venido siendo realizado por los nuevos gobiernos de los Estados Unidos y de México. Y lo que es peor, por una combinación de razones financieras y políticas (ambos mandatarios odian a sus predecesores y están enfrascados en una campaña de desmantelamiento de lo hecho por las administraciones anteriores).
Al mismo tiempo ambos gobiernos se han embarcado en un campaña de desinformación con respecto a los verdaderos casos presentados entre la población.
En los Estados Unidos el Presidente Trump tiene ya tres días insistiendo en una cifra de 15 contagiados en todos los Estados Unidos, cuando la cifra al nueve de marzo es de más de 100 más los que están por ratificarse. Y en
un discurso memorable, predijo que en unos días iban a llegar a 5, hasta desparecer “milagrosamente”.
También él y sus funcionarios han estado propagando la mentira de que es menos contagiosa que la “influenza”, lo cual ha sido desmentido categóricamente por los profesionales de la salud.
Esta acción de anteponer el factor político y económico a las acciones necesarias para atacar un problema sanitario, tiende regularmente a estallársele en la cara a quien lo utiliza. Ejemplo de esto es la caída en valor de casi 8% en 7 días en la bolsa de valores de Nueva York, siendo la peor cifra desde la recesión de 2008.
Un efecto sanitario es el de los respiratorios necesarios para las personas detectadas como infectadas, se necesitan 725,000 en los EUA y se tienen 75,000 (10%), también se necesitan cientos de cajas de pruebas para el virus en cada hospital dedicado a esto y a otros que se han sumado al esfuerzo: no existen, sólo unos cuantos.
Por otro lado, el desarrollo de una vacuna puede tardar de 9 a 12 meses y no los 30 días mencionados por el Presidente.
En contraste, China construyó dos hospitales en diez días y les asignó un equipo médico altamente capacitado y con el conocimiento de que ellos mismos podrían terminar infectados. Por otro lado, cercó toda la región del brote original.
Los contagiados a nivel mundial ya llegan a 85,176 y la WHO (Organización Mundial de la Salud) subió la peligrosidad del contagio de la enfermedad de “Hi” (Alto) a “Very Hi” (Muy alto).
Por su lado, en México no se ha visto una campaña masiva de difusión de parte del gobierno para prevenir y educar a la población de esa pandemia que, dice la Secretaría de Salud, es inminente que llegue a México.
Sería de urgencia lanzar una campaña de orientación sanitaria precisa a la población, con lo que se a minorarían los riesgos de contagio.
La cruda realidad es que la COVID-19 nos va a hallar con una crisis en el sector salud, creada por el propio gobierno al desaparecer el Seguro Popular, amén de los despidos de enfermeras y personal médico en las áreas de especialización, sin contar con suficientes medicinas debido a la reducción a rajatabla del presupuesto al Sector Salud, y no se diga de los reactivos necesarios para detectar a los enfermos del virus que nos interesa.
La respuesta a la pregunta original es que contribuirán efectos externos e internos provocados por el COVID-19 que afectarán negativamente de manera importante la ya de por sí debilitada economía mexicana: Por el efecto de la caída de los precios del petróleo el peso cayó en su cotización frente al dólar hasta un 11% en un par de semanas.
La mencionada caída en los precios del petróleo tiene su origen en el coronavirus y cada vez se generaliza más el temor de que podamos caer en una recesión económica mundial, que pondrá la economía mexicana en una posición ya insoportable, considerando que ya nos encontramos en una recesión provocada por nosotros mismos.