Hoy es un nuevo día, abriste los ojos, te diste un baño, limpiaste con esmero y dedicación todas las partes lavables de tu cuerpo (al menos eso espero), te vestiste, te miraste al espejo, te acicalaste, y ahora el desayuno… no hay tiempo para él, la premura por llegar a tiempo a tu trabajo te apresura, entonces, a manera de desayuno, optas por comer un panecillo dulce y un café, o en el peor de los casos un refresco, conduces con demasiada agresividad, acelerando, esquivando, gritando, insultando, mirando el reloj, finalmente, llegas a tu lugar de trabajo, ese lugar que no te encanta, porque tú querías ser otra cosa, querías ser bailarina, querías ser astronauta, querías ser feliz…, el día pasa normal, un que otro enojo porque tu jefe te trata mal, o tu consideras que la vida es injusta, durante el día comes toda clase de golosinas, papas fritas, refrescos, porque eso hace agradable tu tránsito por ese sitio donde rentas tu tiempo para tener un modo de subsistir, llega la hora de regresar a la casa, el camino es igual de accidentado, o quizá un poco menos, saludas a tu familia, miras la televisión un rato, programas con violencia, noticieros, más y más estrés, pero, es lo que hay, lo que puedes ver, así, hasta que llega la hora de dormir, te metes entre las cobijas y… ¡oh no! llegó el amigo no invitado, pero que siempre llega a visitar: el insomnio. Así pasan los días, los meses, los años, hasta que un día tu cuerpo te dice que ya no más, tu mente te dice que ya nomás, tu espíritu reclama y te dice que ya no más, te das cuenta que no tienes la vida que deseas, te das cuenta que no eres feliz, te das cuenta de que tu salud empieza a reclamar, tu alma y tu espíritu están en un colapso y toda tu vida te dice “Oye, mira, necesitas parar, nada es lo que tú quieres, y es porque no has cambiado”, llega un punto en el que la vida y todo lo demás te obligan a pararte frente al espejo, a mirar todo lo que has hecho, y como si fuera una muerte súbita te dice: o cambias o mueres.
Vivir por inercia, no es vivir, apresurados, estando ocupados y sin darnos tiempo si quiera para alimentar nuestro cuerpo de la manera correcta es la forma en la que nos vamos suicidando lentamente, vivir enojados, amargados, tristes en un trabajo que no amamos, es aniquilar el alma lentamente (y entiendo que todos tenemos que subsistir), la ira, la frustración, la angustia, el estrés, van ahorcando tu mente hasta que colapsa, lo que ves y escuchas, te va contaminando. Todo lo anterior te va alejando de ti, te va alejando de tu propósito de vida, te lleva a ser como un zombie, que no siente, que no piensa, que vive con el switch en automático, hasta que llega un punto en el que todo colapsa, porque si bien es cierto tu mente piensa que es lo correcto, tu espíritu, esa parte interior que por no estar conectados con nosotros mismos dejamos de escuchar, está ahí, viendo como el tiempo se va desperdiciando, entonces llega ese punto de inflexión en tu vida, puede ser una enfermedad, puede ser la pérdida de trabajo, un divorcio, algo que te sacude al extremo, y te obliga a hacer los cambios necesarios para vivir, te orilla a tomar acción, las acciones que te hagan tener una vida feliz, plena, en paz.
Piensa en esos momentos de tu vida en los que se han presentado dificultades graves, que han sacado lo mejor de ti y has cambiado tu vida, la señora que enfermó del corazón, y comenzó a comer sano y a hacer ejercicio por ejemplo, el padre de familia que probablemente enviudó y ahora además de trabajar tiene que hacerse cargo de sus hijos, pasó por algo duro, pero los cambios que la vida le orilló a hacer, ahora le permiten ser un mejor padre, estar más presente y disfrutar a sus hijos en cada etapa sin perderse momentos importantes. La pregunta es: ¿tenemos que esperar a que la vida, nuestro propio ser y todas las circunstancias se cansen de vernos desperdiciar el tiempo y dejar que la sacudida nos haga entender para hacer los cambios importantes?, la respuesta es NO. Desde este momento puedes darte un respiro, reflexionar en todos aquellos aspectos que deseas mejorar, eso que te agobia y modificarlo, porque créeme, aunque a veces es muy fácil pensar lo contrario, no somos víctimas de ninguna circunstancia ni de nadie, somos responsables de toda nuestra realidad, por ello tenemos la ventaja más grande: la capacidad de cambiarla como nosotros deseamos.
Ahora, miremos a la humanidad, ¿qué estamos viendo? Estamos viendo caos, porque la Tierra está cansada, porque el estilo de vida que llevamos, indolente, de prisa, consumista y egoísta nos tiene con el botón de piloto automático, mirando únicamente al yo, yo quiero, yo necesito, yo pienso, yo digo, yo, yo, yo. Esta situación de dolor, de incertidumbre, de temor, nos está obligando a todos a parar, tomar un alto, y pensar ¿qué estoy haciendo?, no sólo por mí, sino por mis hermanos, ¿qué tenemos que cambiar como humanidad?, el caos colectivo nos está obligando a parar, nos está haciendo mirar qué hemos hecho, a dónde hemos llegado, y definitivamente nos debe poner a pensar en lo qué debemos hacer, es aquí donde la vida nos está diciendo como humanidad: o cambias o mueres, la vida egoísta como la hemos llevado hasta ahorita, de indolencia ante las necesidades de nuestros hermanos, nuestra inconsciencia con nuestros ecosistemas, que no nos importan por nuestro afán consumista, la destrucción, el mirarnos como enemigos y no como hermanos, nos ha llevado a este punto, y tenemos que cambiar, porque hoy es un nuevo día, pero no un día como cualquier otro, hoy la vida, el karma, la justicia o lo que tu quieras nos ha obligado a pensar en algo más que nosotros mismos, que si mi vecino no tiene comida, no tiene agua, no tiene una barra de jabón, puede enfermar, y entonces yo, por conciencia, por amor, y por cuidarme a mí mismo, debo cuidar de los demás, nos ha enseñado que podemos compartir. Este caos nos está haciendo cambiar el switch, nos sentó a todos y empezamos a temer primero, ahora con la cabeza más fría, nos está obligando a sentarnos y mirarnos a los ojos, mirar a tus hijos, a tu pareja, a tus hermanos, y verlos realmente, re descubrir cuánto valen, y todo lo que habías perdido, nos está enseñando que el miedo nos daña, y que sólo siendo empáticos y compasivos podremos sortear las adversidades, nos está haciendo mirar para otro lado más allá del yo egoísta, nos está mostrando lo valiosa que es la salud y lo frágil que es, y toda la responsabilidad que tenemos de cuidarla, nos ha enseñado que no somos una isla, que todos nos necesitamos, y por ello es importante tendernos la mano, nos ha obligado a entender que la Tierra, nuestro hogar, está enfermo por nuestra responsabilidad, y que podemos sanarla, sólo si somos conscientes y con amor cambiamos nuestra forma de consumo desmedido.
Cambiemos el switch, dejemos el piloto automático, y cambiemos la forma en la que vemos la vida, y además actuemos en congruencia, sonríe más, sé amable, mira a tu vecino, desea que esté bien, y en caso de no ser así tiende tu mano, cambia la forma en la que ves tu vida, si tu trabajo no te gusta, busca otro en el que puedas desenvolverte como mejor convenga a tu propósito de vida, o emprende, medita, haz yoga, recicla, planta un árbol, deja de vivir enajenado en tus problemas, en tu caos, y deja de generar caos colectivo, mira hacia afuera y comparte, comparte sonrisas, comparte saludos amables, ayuda si es necesario, ama a la madre tierra, ámate a ti mismo, porque hoy es un nuevo día, hoy abriste los ojos, y en lugar de seguir con tu aburrida y a veces dolorosa rutina, puedes apagar el piloto automático, y hacer que a partir de hoy tu vida cambie, y que la del resto de la humanidad también, porque HOY ES UN NUEVO DÍA, Y APROVECHO EL TIRO DE GRACIA DE LA VIDA PARA CAMBIAR Y MEJORAR, EL CAMBIO ES HOY, POR MÍ, POR TI, POR LA TIERRA, POR TODOS, TENEMOS LA VALIOSA OPORTUNIDAD DE QUE HOY ES UN NUEVO DÍA Y TODO PUEDE MEJORAR.