Casandra
Es difícil hacer predicciones, dijo Niels Bohr con humor irónico, especialmente sobre el futuro. Las preguntas que todos nos hacemos ahora son: ¿Cuánto durará esta pandemia de Covid-19 y qué impacto tendrá en términos de muertes prematuras y la economía?
En la mitología griega, el dios Apolo prometió a Casandra el poder de ver el futuro, a cambio de sus favores. Al recibirlos, Apolo la castigó haciendo que nadie creyera en sus profecías. Así se sienten los epidemiólogos hoy. Que así sea, sin embargo, compartiré con ustedes aquí mis recomendaciones basadas en proyecciones.
Para conocer en un país el número de casos nuevos (incidencia) o la proporción de la población infectada (prevalencia) con el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), se requiere una buena vigilancia epidemiológica. Esto implica la identificación temprana de todas las personas infectadas posibles y sus contactos, y pruebas de diagnóstico. Si no hay suficientes pruebas, o si solo se toman muestras de pacientes gravemente enfermos u hospitalizados, la punta del iceberg, no sabremos qué hay debajo.
Del número total de casos infectados, una alta proporción (alrededor del 70%) tiene síntomas moderados o leves, pero aún son infecciosos. En promedio, una persona infectada infecta a otras 3 personas. Esto se conoce como la tasa de reproducción (R0). Para que una epidemia termine, R0 debe ser inferior a 1. La única forma de lograr esta reducción es mediante el distanciamiento físico de la población general y el aislamiento de las personas infectadas. La clave es romper la cadena de transmisión. Esta es la única forma de evitar la aparición repentina de casos que excederían la capacidad del sistema. Es decir, aplanar la curva de crecimiento y ganar tiempo mientras surgen terapias y vacunas.
Hasta ayer (23 de marzo), 367 casos confirmados de Covid-19 habían sido reportados en México. Si sabemos que el número de casos en la fase actual se duplica cada 60 horas (crecimiento exponencial), esto implica que en una semana tendremos 2,300 casos y en 15 días, 18,785 casos. El 6% de estos casos requerirá cuidados intensivos. Las cifras oficiales suponen que solo el 0.2% de la población mexicana se infectará en la primera fase, pero esto es una subestimación.
Hay tres estrategias para combatir esta pandemia: contención (ya demasiado tarde); mitigación (tendríamos que apurarnos) y supresión (medidas draconianas).
México está una o dos semanas detrás de la epidemia en España: todavía tenemos en México una breve oportunidad para influir en la curva de crecimiento. Actuar de manera temprana y agresiva es la clave para lograrlo. Tenemos el factor agravante adicional de la extremadamente alta prevalencia de obesidad y diabetes en el país, que son factores de riesgo de muerte debido a Covid-19. De ahí la urgencia de actuar ahora, antes de encontrarnos en crisis como las de Wuhan, Italia y España.
Existen varios cuellos de botella en nuestro sistema de salud cuando tratamos de lidiar con la epidemia. No hay suficientes reactivos o dispositivos para llevar a cabo las pruebas de diagnóstico, y hasta ahora los laboratorios privados tenían prohibido realizarlos. No hay suficientes ventiladores mecánicos o camas de cuidados intensivos. Como todos los países, esta pandemia nos encuentra mal preparados. Una necesidad urgente, por ejemplo, es adquirir suministros para proteger al personal de salud. Incluso en los Estados Unidos hay una grave escasez.
Confío en que no nos encontraremos divididos sobre si salvar vidas o salvar la economía. Retrasar las medidas de distanciamiento y aislamiento podría beneficiar a la economía, pero a costa de muchas muertes prematuras. El impacto económico sin duda será brutal, pero lo más importante es salvar vidas.
El distanciamiento físico no significa el distanciamiento social; Por el contrario, necesitamos apoyo social y solidaridad. El nuevo coronavirus es un ecualizador social: afecta a los pobres y a los ricos por igual. En un país tan dividido y con tanta desigualdad, necesitamos estar más unidos que nunca.
Jaime Sepúlveda
Profesor distinguido y director del Instituto de Ciencias
de Salud Global de la Universidad de California, San Francisco