El fantasma que necesita López

Saldremos de la crisis sin un peso de deuda y sin rescates a las grandes empresas, dijo López Obrador cuando salió, en una de sus tantas mañaneras, a dar a conocer el plan económico para resolver la crisis.

Pero nos topamos con una realidad muy diferente a lo que el planeó, algo muy común en su gobierno, ya que lo que dice regularmente es diferente a lo que pasa en realidad.

Primero, vemos que la deuda que estaba programada para el 2020, tuvo que colocarse rápidamente por la crisis, ya que se colocaron bonos soberanos en este mes de abril, por una cantidad de alrededor de 150,000 millones de pesos, y que hemos de pagarla muy cara, porque México tiene una tasa de interés del 6% (considerando que el Banco de México acaba de reducirla), 4% arriba que el promedio mundial, por lo que hay muchos prestamistas que quieren los bonos soberanos de México, porque pagamos más beneficios.

Segundo, en el mes de marzo y abril, se reestructuró una deuda de alrededor de 47,000 millones de pesos, que tenían que pagarse este año, y se van a pagar en años posteriores, por lo que se agrega esta deuda, como nueva.

Tercero, se genera una deuda de 65,000 millones de pesos, para “invertirlos” en PEMEX, aún a sabiendas de que es dinero que se esta tirando a la basura, ya que el precio del petróleo está por los suelos y no se ve que vuelva a su precio anterior en un corto tiempo.

Cuarto, y es el punto más peligroso y que debemos analizar con seriedad. Es el hecho de que, en uso pleno de su autonomía, el Banco de México, acaba de aprobar la “inyección” de alrededor de 750,000 millones de pesos, esto de las reservas internacionales, con la meta de financiar el sistema financiero. Esta cantidad es prácticamente el 12.5% del presupuesto anual 2020.

En pocas palabras, el Banco de México se brincó las ordenes del ejecutivo de no rescatar al sistema bancario y a las grandes empresas, ya que esta inyección de capital, se hace como herramienta de rescate, al igual que lo hizo la Reserva Federal después de la crisis de 2009. Por lo que los bancos van a poder sobrevivir, a pesar de no recibir pagos durante los próximos meses, de aquí que, algunos bancos, hayan sido tan benevolentes al dar la opción de que los que están al corriente en sus pagos, no paguen durante cuatro meses.

Y, aparte de rescatar a los bancos, se rescatan a las grandes empresas, ya que tienen la facilidad de usar esos préstamos muy baratos para recomprar sus acciones y para inyectar a sus empresas ese capital, y pagar algunas de sus deudas que tienen interés más alto, claro que tienen que ser empresas grandes las que pueden tener acceso a estos créditos.

El problema es que, esta inyección de capital en caso de que no se pagara, la tendríamos que pagar los mexicanos con nuestros impuestos. Y existe una alta probabilidad de que ese dinero no se pague, debido a las crisis y las quiebras que va a resultar al final del confinamiento que tenemos.

Casi podemos decir que esta inyección, en un FOBAPROA 3.0, ya que algunos consideran la cancelación del NAIM como el FOBAPROA 2.0.

Y, a pesar de saberlo, López justifica esta acción, diciendo que él tiene respeto a la autonomía del Banco de México, esto, sin importarle el daño que viene en consecuencia para nuestro país. Por cierto, autonomía que no se respetó de la CNDH y del INE.

Quinto, insiste en lastimar la confianza de los inversionistas, con el último comentario acerca de que, para dar los créditos de INFONAVIT, los dará de manera directa a los trabajadores, para que ellos den trabajo a los “maistros” albañiles, ya que es una idea neoliberal el pensar que se necesitan ingenieros y arquitectos para construir una casa.

Sexto, con el pretexto de la contingencia, acaba de lanzar un decreto donde piensa reorientar el presupuesto 2020 para darle prioridad a los programas sociales y seguir con el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería Dos Bocas, el Tren Maya, entre otros. Haciendo un acto, que los expertos dicen que es inconstitucional, sólo para mantener sus programas y tener viva su fuerza electoral.

Estos seis elementos que acabamos de explicar, definen a la perfección, que:

1. Prácticamente tenemos, casi un billón de pesos de nueva deuda.
2. Que las instituciones financieras están trabajando de manera independiente a su proyecto.
3. Que al presidente no le importa lo que pase, mientras mantenga su fuerza electoral y modifique la ley a su conveniencia, para alcanzar sus fines personales.

Estamos en un agujero profundo, esta crisis va cambiar nuestra manera de ver el mundo, y no tenemos líder.

Aunque, algunos creen, que se está creando el fantasma que López necesita, para que se implementen sus políticas autoritarias, y, por miedo, no exista un rechazo por parte de la sociedad.

Espero que esto solo sea un error, y sea pasajero.