¿Cuántas veces hemos tenido desencuentros con personas en nuestras vidas?, es imposible, pues todos somos diferentes, y nos ha de tocar convivir con toda clase de personas, alguna vez nos tocará o nos habrá tocado ser víctimas de alguien y, siendo honestos, alguna vez nos habrá tocado ser el victimario, de ahí se va tejiendo un entramado de resentimientos, de dolores, y cargas pesadas que no nos permiten vivir plenamente la vida y por el contrario nos laceran.
En la vida encontraremos, como ya dije, a miles de personas, todas son nuestros maestros, hay maestros amorosos, por ejemplo los abuelos, que nos enseñan a reír, son nuestros cómplices y nos hacen sentir amados, los maestros amorosos pueden ser personas que simplemente son nuestras almas gemelas, nos enseñan que merecemos amor, que se puede ser feliz así nomás, nos enseñan a sonreír. Luego están los maestros rasposos, esas personas que aunque amamos, y nos aman, hay algo que no termina de hacer click, puede ser un hermano, con el que menos te llevas o con el que más peleas, es ahí donde dices “te amo, pero no puedo contigo”, estos maestros nos vienen a enseñar la tolerancia, la paciencia y la humildad. Finalmente, están los maestros dolorosos, ellos son las personas que realmente nos lastimaron en algún momento de nuestras vidas, un ladrón, una pareja que te engañó, un amigo que te traicionó, etc., ellos vienen a enseñarnos aspectos de nosotros mismos para aprender a tratarnos mejor, por ejemplo, una pareja que te engaña, te enseña a amarte a ti por encima de todo y a jamás aceptar un amor de baja calidad, la traición te enseña a no ser tan confiado, estar más alerta, estos maestros, con el hecho de causarnos una pena vienen a enseñarnos a fluir y no guardar rencor, fácil ¿cierto?
Pues bien, cuando nosotros recibimos una ofensa, duele, pero de nosotros depende cargar con esa pena siempre, o simplemente olvidar, y creeme, es fácil guardar resentimientos, y a la vez ese resentimiento nos implica beneficios, en primer lugar es un escudo que nos mantiene a salvo, evitando que esa persona nos vuelva a lastimar, pero el resentimiento a la larga es un lastre pesado que no nos deja avanzar, quizá ahora te preguntes ¿cómo es que el resentimiento trae beneficios?, el inconsciente es muy hábil, y se aferra a ciertas creencias para mantenernos a salvo (o al menos ese creemos), en las terapias que he podido dar, cuando mi paciente necesita hacer un ejercicio de perdón, primero hago que exprese todo su sentir a la persona, luego le guío a que desde su corazón le perdone, y finalmente, le digo: dime tres beneficios que te dejó ese rencor, por ejemplo, una chica, cuyo novio la dejó antes de casarse, ella tenía resentimiento profundo, y debido a ese resentimiento, por no querer que la expareja la viera derrotada, mejoró su apariencia, estudió un posgrado y estableció su negocio, entonces, el beneficio inconsciente del resentimiento que sentía fue ese: ser más bonita y más exitosa, el paso a seguir es reconocer que es seguro dejar el rencor atrás y seguir teniendo los beneficios que dejó. Lo importante es que realmente liberes tu corazón del resentimiento, perdonar para estar libres.
Hay una persona a la que admiro, ella es Irene Villa, es una periodista y escritora española, ella junto con su madre, cuando tenía 12 años fue víctima de un atentado terrorista, y el coche en el que iría a su escuela explotó, debido a ello, Irene Villa perdió las dos piernas, y parte de su mano, ¿te imaginas’, una niña deportista, que soñaba con ser modelo, sólo porque a unos hombres malos se les ocurrió, había perdido la mitad de su cuerpo, destrozando así su sueño, y condenándola a usar prótesis por el resto de su vida, pues bien, lo sorprendente es que ella ahora es una figura pública, que habla del perdón, ella siendo una niña dijo “tengo dos opciones: o me quedo aquí maldiciendo y odiando a quien me hizo esto, o entiendo que a partir de hoy, volví a nacer, mi vida es otra y puedo ser feliz”, ella ahora es sumamente exitosa, campeona de esquí alpino, escritora, formó una familia, ¿te das cuenta? lo más fácil habría sido culpar de su desgracia a los terroristas (y no, no mal entiendas, si fue malo lo que hicieron y ojalá nunca nadie más causara dolor a otro) y vivir enojada y frustrada, ella en cambio decidió no ser esclava del dolor, del rencor, dejó atrás, perdonó y ha logrado tener una vida plena y feliz.
El rencor es una prisión que amarga y va matando al espíritu, y perdonar es liberar tu propio ser de esa prisión que construiste, ¿de qué sirve odiar?, si tu odio a la otra persona no le afecta, sigue comiendo, bebiendo y respirando, y al final aferrarte a guardar rencor es soberbia, nos coloca en el papel de la víctima y nos hace sentir mejores que nuestro agresor, sin embargo, no nos llevará a ningún lado, imagina que cuándo mueras tu epitafio diga yace aquí quien nunca perdonó, y por ello se le fue la vida en dolor y amargura.
El perdón es un regalo que te haces a ti mismo, no a la otra persona, y es fácil, pero no sencillo, para perdonar, te dejo unos sencillos consejos:
-Escribe una carta a la persona que te lastimó explicándole todo lo que te hizo sentir, expresa ahí todo tu enojo y dolor, siéntete libre.
-Luego léela en voz alta, si deseas llorar, llora, estas liberando ese rencor.
-Cuando ya hayas terminado, dile gracias a la persona, por lo que te enseñó esa experiencia dolorosa.
-Finalmente y sintiéndolo en tu corazón, di en voz alta “te perdono”
Repite el ejercicio con quien y cuantas veces sea necesario.
Recuerda que la única forma de ser libres, felices y plenos, es teniendo nuestro corazón alegre.