La receta de Trump y aliados para que así suceda: Cómo crear una depresión pandémica

La semana pasada, la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos validó de manera oficial lo que ya sabíamos: tan sólo unos meses después de iniciada la crisis ocasionada por la COVID-19, EU ya tiene un nivel de desempleo como el de la Gran Depresión. Sin embargo, eso no es lo mismo que decir que estamos en una depresión. No sabremos si lo estamos hasta que veamos si el desempleo extremadamente alto continúa por mucho tiempo, digamos durante un año o más.

Por desgracia, el gobierno de Donald Trump y sus aliados están haciendo todo lo que pueden para que sea más probable que se genere una depresión a gran escala.

Antes de que lleguemos ahí, permítanme comentar algo sobre el informe del desempleo. Observen que no dije “el peor nivel de desempleo desde la Gran Depresión”; dije “un nivel como el de la Gran Depresión”, una declaración mucho más fuerte.

Para entender por qué dije eso, necesitan leer el informe, no sólo ver las cifras que se mencionan en los encabezados. Una tasa de desempleo del 14.7 por ciento es bastante terrible, pero la oficina incluyó una nota que indica que es probable que ciertas dificultades técnicas hayan ocasionado que esta cifra sea inferior al desempleo real por casi cinco puntos porcentuales.

Si esto es cierto, en este momento tenemos una tasa de desempleo de alrededor del 20 por ciento, lo que significaría que es peor que la de casi todos los años de la Gran Depresión, excepto los dos peores. La interrogante es cuán rápidamente podremos recuperarnos.

‘APLASTAR LA CURVA’

Si pudiéramos controlar el coronavirus, la recuperación sería, de hecho, bastante veloz. Es cierto, la recuperación de la crisis financiera de 2008 tardó mucho tiempo, pero eso se debió en gran medida a problemas que se acumularon durante la burbuja de la vivienda, en especial un nivel de deuda familiar sin precedentes. Parece que ahora no tenemos problemas equiparables.

No obstante, controlar el virus no significa “aplanar la curva”, lo cual, por cierto, ya hicimos, pues logramos disminuir la propagación del COVID-19 lo suficiente para que nuestros hospitales no se saturaran. Controlar el virus significa “aplastar” la curva: hacer que la cantidad de estadounidenses contagiados disminuya y luego mantener un alto nivel de pruebas para identificar los casos nuevos de inmediato, en combinación con la trazabilidad de contactos para que podamos poner en cuarentena a quienes tal vez hayan estado expuestos al virus.

Sin embargo, para llegar a ese punto, primero necesitaríamos mantener un régimen estricto de distanciamiento social durante todo el tiempo que sea necesario para reducir las nuevas infecciones a un nivel bajo. Y luego tendríamos que proteger a todos los estadounidenses con el tipo de pruebas y medidas de trazabilidad ya disponibles para la gente que trabaja directamente con Donald Trump, pero casi para nadie más.

Aplastar la curva no es fácil, pero es muy factible. De hecho, muchos otros países, desde Corea del Sur y Nueva Zelanda hasta, créanlo o no, Grecia, han logrado hacerlo.

Los países que actuaron velozmente para contener el coronavirus pudieron reducir de manera importante la tasa de infecciones con más facilidad cuando dicha tasa todavía era baja, en lugar de pasar varias semanas en negación. No obstante, incluso los lugares con brotes severos pueden disminuir sus cifras si mantienen el curso. Pensemos en la ciudad de Nueva York, el epicentro original de la pandemia de Estados Unidos, donde la cantidad de casos nuevos y muertes sólo es una pequeña fracción de la que era hace unas semanas.

Sin embargo, hay que mantener el curso. Y eso es lo que Trump y compañía no quieren hacer.

Durante un tiempo pareció como si, por fin, el gobierno de Trump estuviera dispuesto a tomarse en serio al COVID-19. A mediados de marzo, el gobierno introdujo las directrices de distanciamiento social, aunque sin imponer regulaciones federales.

DE VUELTA A LOS HOGARES Y PEOR QUE NUNCA 

En fechas recientes todo lo que escuchamos de la Casa Blanca es que necesitamos reabrir la economía, aunque todavía estamos muy alejados de donde deberíamos estar para poder hacerlo sin arriesgarnos a tener una segunda ola de infecciones.

Al mismo tiempo, el gobierno y sus aliados parecen estar empecinados en no otorgar la ayuda financiera que nos permitiría mantener el distanciamiento social sin las dificultades financieras extremas. ¿Extender las prestaciones por desempleo mejoradas hasta el 31 de julio? “Sobre nuestro cadáver”, dice el senador Lindsey Graham. ¿Ayudar a los gobiernos estatales y locales, que ya despidieron a un millón de trabajadores? Eso, según Mitch McConnell, sería un “rescate para los estados demócratas”.

Como dice Andy Slavitt, quien dirigió Medicare y Medicaid durante el mandato de Barack Obama, Trump es un derrotista. Ante la necesidad de hacer su trabajo y lo que se requiera para acabar con la pandemia, simplemente se rindió.

Y desentenderse de su responsabilidad no sólo matará a miles de personas, sino que también podría convertir la caída provocada por el COVID-19 en una depresión.

Así es como funcionaría: en las próximas semanas, muchos estados republicanos abandonarán las políticas de distanciamiento social mientras muchos individuos, atendiendo lo que dicen Trump y Fox News, comenzarán a comportarse de manera irresponsable. Eso ocasionará que el empleo aumente un poco durante un periodo breve.

Pero muy pronto será evidente que el COVID-19 estará saliéndose de control. La gente volverá a sus hogares, sin importar lo que Trump y los gobernadores republicanos digan.

De tal modo que estaremos de vuelta a donde empezamos en términos económicos y peor que nunca en términos epidemiológicos. En consecuencia, el periodo de desempleo de dos dígitos, que podría haber durado sólo unos cuantos meses, continuará de manera indefinida.

En otras palabras, la búsqueda de Trump de una salida fácil y su falta de paciencia ante el trabajo arduo para contener la pandemia pueden ser precisamente lo que convierta una crisis grave, pero provisional en una depresión a gran escala. 

Vanguardia

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IEE en turismo político 

Varios vieron inconveniente la presencia de la Consejera Presidenta del Instituto Estatal Electoral, Yanko Durán Prieto en un evento del  Plan Estratégico de Juárez y esto debido a que en este mismo encuentro hubo actores políticos de los que dicen, sólo salen a hacer ruido en cada proceso electoral.

La inconformidad de esta asistencia de la consejera del IEE llegó a grado de señalar que el proceso electoral ya inició y que si bien todo lo esta manejando el INE, al menos el IEE debería revolver un poco de trabajo al glamour y al turismo político.

A esto añaden que mientras el personal, la magistrada y magistrados del Tribunal Estatal Electoral se encuentran encerrados las 24 horas tratando de sacar adelante las impugnaciones por las inconformidades en el registro de candidaturas, por su parte los consejeros y consejeras del IEE disfrutan del tiempo electoral.

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