A pesar de todo

Estos tiempos son raros, extraños, trágicos. Nada invita a la esperanza. Más bien, parece que estamos en franca decadencia. La pandemia ha expuesto la debilidad de nuestra sociedad. Quizás no es tan importante el coronavirus como la realidad que nos ofrece. Un servicio sanitario precario, con personal carente de insumos y material para atender en condiciones a los pacientes de Covid-19, con la necesidad de abrir la economía en el momento de mayor virulencia. Da la impresión de que se envía a los ciudadanos a los leones. Las conferencias de prensa de López Gatell se antojan encaminadas a ocultar información, en lugar de proporcionarla. López Obrador cada día insiste en que la pandemia ya se venció y cada día aumentan muertos y contagios. El pesimismo parece abatir a una sociedad que se encuentra desprotegida, abandonada. El Ejecutivo ha decidido ignorar las consecuencias de la epidemia. Los muertos son de otros, los contagiados también. Todo indica que son menos mexicanos que los vivos. El Presidente, insensible a la tragedia, busca cualquier pretexto para desviar la atención de lo único que hoy importa: golpes de Estado, persecuciones a periodistas, reafirmación en unos proyectos a cargo del erario mientras aumentan pobres y más pobres. Una crisis económica sin precedentes que ni siquiera merece atención. La violencia desatada, con homicidios violentos. El crimen organizado toma regiones del país, ciudades, pueblos, rancherías. Nada se les interpone. Aumentan los feminicidios y la violencia intrafamiliar. La 4 T se deshace desde adentro con casos cada vez más recurrentes de corrupción de funcionarios y militantes de Morena. Lo inmediato son las próximas elecciones, lo único importante.

            Frente a esta orfandad en que la sociedad está postrada por quienes llegaron al gobierno declarando que los pobres eran prioridad, actúan generando más pobres. En realidad, utilizan la pobreza como coacción, secuestrándola cuando los números demuestran que en este gobierno sólo han aumentado. La demagogia a la orden día también tiene fecha de caducidad. Cuando apriete el hambre, al arreciar la carestía. Las palabras ya no servirán. Sin embrago, las circunstancias ofrecen a una ciudadanía que a contrapelo de la negligencia y desinterés del gobierno se levanta con una dignidad encomiable. Abandonados por el Ejecutivo, los mexicanos se apoyan unos a otros, se confortan, se solidarizan. Esa dignidad de la que carece la 4T que siempre es cobijo. Los mexicanos saldremos adelante por convicción y arraigo en la vida, porque la afrontamos de frente y no le damos la espalda. Si antes era apenas una intuición que no éramos prioridad para el gobierno, ahora es ya una certeza. El pueblo en estos momentos ya no es el pueblo.

            Cuando López Obrador debía mostrar ese amor a los pobres que siempre ha predicado, es justamente cuando los abandona. La demagogia llega a su límite. No hay nada más. Todo era mentira. Pero el pueblo ahora está volcado en el pueblo. Nueva decepción del gobierno, pero nueva muestra de dignidad del mexicano. Nueva muestra de que sabemos dónde está el consuelo y el cobijo, entre nosotros. En unos meses López Obrador volverá a pedir el voto del pueblo bueno, sin reparar que miles de sus integrantes murieron porque los abandonó. En unos meses Andrés Manuel demostrará que el pueblo bueno sólo representa votos y que una vez obtenidos lo regresará al olvido.

Jorge Camacho Peñalosa