Las máscaras

Cada uno de nosotros tenemos una esencia,  forma de ser específica que es como si fuera una huella digital, esa es que está impresa en nuestro ser, algo que no podemos ocultar y que determina nuestras relaciones y al determinar nuestras relaciones se van a determinar todas las experiencias de la vida.

Existe una historia en el libro “Psicología del Poder de la Imagen de sí Mismo” del DR Maxwell Maltz que a  grandes rasgos menciona a un individuo que va a acudir a una reunión, se trata de un baile de disfraces, hay música, bebidas, comidas, pero no se puede reconocer ni siquiera al anfitrión, no obstante todo mundo lo conoce y eso es porque todo mundo lleva una careta. Este es un simbolismo de la vida pues todas las personas llevamos máscaras.  Las máscaras son esas protecciones del ego que impiden mostrar nuestra esencia tal cual es, lo que significa que adoptamos la cara, la máscara que proyecta “la mejor imagen” ante los demás, lo que inconscientemente nos da dos beneficios: 1 protege nuestra esencia al no vulnerarnos ante los demás y 2 nos da el beneficio de mostrar el lado que hará que obtengamos de los demás lo que deseamos. Todos nos colocamos máscaras, y hay un ejemplo muy burdo quizás, pero esta la idea del conquistador en busca de sorpresas, se muestra como el más caballeroso, el más romántico desviviéndose en detalles para mostrar a un “príncipe azul “que al final termina regresando a su esencia y no siendo ese príncipe que ofertó, (lo que no tiene nada de malo) esto lleva a un probable matrimonio en el que hay desencanto, - “antes él era…”, en realidad es que nunca fue lo que mostró, el conquistador mostro lo que la otra persona quería ver, porque pensó que eso era bueno, pero no para lastimar.

Por ejemplo, nos colocamos máscaras para encajar en la sociedad y buscamos que con nuestra mascara se determine un status o grado que nos lleve a formar parte de algún grupo, algún trabajo, un estrato social, para finalmente obtener un trato buscado,  sin embargo perdemos de vista que es agotador adoptar todos estos roles al colocarnos cada máscara según la ocasión lo amerite y perdemos de vista nuestra esencia lo que impide que llevemos una vida feliz.

Podrá sonar muy trillado, pero venimos a esta vida a ser auténticos, la autenticidad es tu verdadera esencia, nos apegamos a un rol, a lo que queremos ser, o lo que tenemos que ser, como dije adoptamos un papel que interpretar en esta obra de teatro que llamamos vida. Reflexionemos sobre esto y lo agotador que es ser quien no se es realmente, ¿vives plenamente? Yo creo que no.

Cuando eludimos ser nosotros mismos, dejamos de disfrutar la vida, al entrar en el rol de la máscara que corresponda para interpretar el papel que amerita el momento, estamos pensando constantemente “me falta algo”, pensamos que hay algo que nos debe completar, perdiendo de vista que ya estamos completas, nada nos falta nada nos sobra.

¿Recuerdas la historia de la luciérnaga y la estrella?, donde la luciérnaga le dice a la estrella que cada quien tiene su propia esencia y su propia misión. Pues bien, nos embarcamos en esta vida para dar la máxima expresión de nuestra esencia, de quienes somos, venimos a vivir plenamente, imagínate que libertad sentirías al expresarte solo como eres tú, estarás libre de prejuicios, obtendrás relaciones más profundas, plenas, felices incluso al mostrarte tal cual eres, atraerás más personas con quien te relaciones mejor, que se muestren tal y como son.

Es importante que quede claro que el usar mascaras en los roles de la vida implica una falta de aceptación y de amor propio, así que en la medida en la que te ames más a ti mismo, menos miedo te dará mostrar tu verdadera esencia.