“La juventud: tierra de nadie”

El virus covid-19 ha sido abordado por diversos medios de comunicación como una batalla que debemos ganar, en donde médicos y personal de salud combaten en primera línea  a un enemigo invisible, y tienen razón ¿pues qué es una guerra sino la lucha entre la vida y la muerte?

Pero han olvidado algo, la verdadera  victoria la alcanzan las naciones que registran menos bajas, no por poseer la mejor artillería sino porque sus fuerzas humanas no desfallecen.

Durante la primera guerra mundial se empleó una estrategia militar que se conoce como guerra de posiciones, la cual consistía en cavar trincheras para defender el territorio conquistado.

La infantería de reserva rara vez combatía, su trabajo consistía más bien  en evitar el avance del oponente, por lo que debía permanecer durante semanas en la monotonía del agujero, que aunado a las condiciones deplorables de las zanjas implicaba un gran desgaste físico y emocional para la tropa.

Los jóvenes del siglo XXI también fuimos reclutados para hacer un trabajo de resistencia,  atrincherados como medida precautoria ante la pandemia y con excepción de algunos desertores, acatamos las medidas impuestas por las autoridades competentes como un ejército disciplinado.

Pero nuestro esfuerzo ha sido en vano y han pagado justos por pecadores. La juventud ha sido juzgada con la dureza de una corte marcial y sin posibilidad de réplica; ha sido tachada de irresponsable y egoísta a causa de aquellos que salen sin protección y organizan fiestas clandestinas .

A los adultos se les ha olvidado que somos “el futuro de México” y nuestras inquietudes han pasado a segundo plano. Hemos sido condenados a ver como se toman decisiones a la ligera que nos afectan directamente y de las cuales gozamos cero participación.

Porque la  economía se contrae todos los días  y las empresas que no fueron apoyadas con estímulos fiscales quiebran o se ven en la necesidad de hacer recorte de personal para mantenerse a flote y  el sector más perjudicado son las personas de 15-29 años, con la tasa de desempleo más alta de la población a causa de la contingencia.

Por otro lado la educación: la principal herramienta que tenemos para superarnos económicamente se ha relegado en importancia, al nivel de los casinos y por debajo de bares y centros recreativos; amenazando con un semestre virtual, una realidad que   aumentaría la deserción escolar debido a la brecha tecnológica que divide a nuestro estado.

Además la modalidad ha resultado ser tan ineficiente, que incluso muchos estudiantes que cuentan con los medios para continuar su carrera académica , han decidido abstenerse de renovar su matrícula el siguiente ciclo escolar.

Desafortunadamente como chihuahuenses sabemos que la falta de ingresos y el abandono de estudios por lo general orillan a los jóvenes a delinquir y tememos que nuestras calles sean ocupadas nuevamente por la inseguridad y el crimen organizado.

También tenemos miedo a la sobreocupación de los hospitales, a contagiarnos, a perder un ser querido y a no tener una sepultura digna como todos los demás .

Pero lo que nos causa mayor angustia es saber que mientras la nueva normalidad se vuelve parte de nuestra vida y visualizamos el futuro como un campo minado; donde la situación laboral es incierta, saludar a tu amigo es peligroso, la pobreza aumenta y hacer planes suena ridículo.

Nuestros legisladores federales ignoran deliberadamente los problemas de la sociedad y se limitan a proponer leyes absurdas que atentan contra la libertad de expresión y que carecen de relevancia en la agenda actual. Como la iniciativa “Anti-memesª propuesta por la diputada federal del Partido Encuentro Social (PES).

Parece que la austeridad terminará por ahorrarse la juventud y el costo será muy alto.