El mundo evoluciona constantemente. No es una frase vacía. Aún en los tiempos de aparente calma se cocinan transformaciones sociales que, llegado el momento, explotan en acontecimientos desafiantes del orden establecido que, para muchos, podrían parecer sorpresivos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se popularizó la comunicación política basada en los principios que habían establecido los Nazis. Un hecho lógico, luego del rotundo éxito que tuvieron convenciendo a las masas los discursos incendiarios nacionalistas y aparentemente defensores de la identidad de los pueblos. En realidad, discursos fascistas cargados de mensajes que segmentaban a la población y promovían la violencia contra todo lo que fuera percibido como “diferente”. Discursos para fortalecer la deshumanización, despersonalización y uniformidad artificial de la población en una sola ideología al servicio de quien ostentaba el poder.
La uniformidad ideológica artificial, nacida desde mucho antes, se basa en el miedo de las personas a exhibir sus verdaderas personalidades y ser marginadas y violentadas debido a eso. Después de todo, la naturaleza humana conlleva adaptarse a la convivencia en sociedad. Propagandistas políticos como Goebbels lo observaron y lo capitalizaron por décadas.
Pero el mudo evoluciona y todo aquello que fuera exitoso para convencer al electorado de apoyar propuestas que promueve el fanatismo, la segmentación social y la violencia por clasismo, racismo, misoginia, homofobia, xenofobia y demás formas de enfrentamiento entre grupos humanos, parece estar condenado a perder su eficacia.
El caso de las elecciones presidenciales que siguen su proceso en Estados Unidos es una clara muestra de esta nueva realidad. Con un presidente cuyo discurso es abierta y furiosamente racista, sexista, homofóbico y xenófobo, debido al cual, será el primer mandatario en los últimos 40 años en no ser reelecto, si todo sigue como hasta ahora con los conteos.
En contra posición, un hombre que, a pesar de tener en su pasado una historia altamente bélica y con claras posturas ultraconservadoras y promotoras de esta ideología, gana con el solo hecho de cambiar su discurso por uno incluyente y pacificador ante estos temas sensibles ya para la mayoría de la población. Las personas, con su voto, envían el mensaje de no desear más intromisiones públicas en las vidas privadas de los individuos ni mas enfrentamientos entre sectores sociales ni mas guerras al exterior de su país.
Todas y todos nos damos cuenta de que la violencia solo beneficia a quienes hacen negocio de ella, pero destruye a las comunidades volviendo inhabitables los entornos. Nos damos cuenta de que “El respeto al derecho ajeno es la paz” y la paz es la única base posible del progreso.
Tratándose de uno de los países con mayor liderazgo a nivel mundial, el fenómeno no es para nada irrelevante. Los continuos posicionamientos del virtual presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, a favor de la comunidad LGBT+, de la inclusión de las minorías, de la revisión de las políticas migratorias y la equidad de género, incluyendo su intención de apoyar a una mujer, la abogada Kamala Devi Harris, para la Vicepresidencia, motiva a gobiernos, actoras y actores políticos de otros países, que todavía se rigen por políticas sociales transgresoras de Derechos Humanos, a reconocer, visibilizar e incluir en sus discursos, propuestas de campaña y políticas públicas, el tema del acceso al ejercicio pleno de los derechos para todas y todos los ciudadanos.
En el ámbito local, la realidad parece tomar el mismo rumbo. Como ejemplo, tenemos el caso de una regidora que, en meses pasados, emitió una serie de declaraciones que violentan los derechos de la comunidad LGBT+ y que terminó con la inhabilitación de la servidora pública a un puesto de elección popular por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Además de la separación de sus cargos de varios funcionarios de gobierno que no han puesto atención en su capacitación y corrección de sus expresiones y gestiones. Las autoridades quedan a deber, puesto que existen todavía muchos casos de protección de agresores, pero la tendencia es hacia la paz y la justicia social.
Las elecciones en el país vecino ponen al alcance de todas y todos una lección de civilidad y de respeto. Una lección para toda la sociedad mexicana y chihuahuense pero, principalmente para todas y todos los actores políticos que pretendan contender para un cargo de elección popular en el futuro.
Por supuesto que seguirá existiendo la resistencia porque ningún progreso sucede sin la oposición de los privilegiados del orden establecido, pero indudablemente, para fortuna de todas y todos quienes lo habitamos, el mundo se dirige hacia donde debe dirigirse: a una realidad cada vez menos violenta, más incluyente y menos impositiva de normas que no están relacionadas con la mejora de la convivencia social y son violatorias de la intimidad y la dignidad de las personas.