Aunque la elección formalmente aún no ha comenzado, los movimientos de partidos políticos y candidatos ya permiten observar posicionamientos políticos, estrategias, tendencias electorales, y hasta los mensajes que habrán de resonar durante el tan esperado proceso electoral 2021.
PRIMERO, lo general.
La alianza PRI / PAN / PRD, ¿absurda?, quizá. Pero definitivamente menos absurda que la unión de la izquierda progresista y la derecha evangélica; MORENA / PES.
¿Representa el poder por el poder?, para nada. La alianza representa la unidad de la izquierda y la derecha en una coyuntura política temporal, junto con lo que sea que represente el PRI, en un frente necesario; una oposición real ante el inminente regreso del totalitarismo al legislativo.
SEGUNDO, las implicaciones.
La oposición por primera vez se vuelve relevante, y en este escenario, hay algunos análisis que se deben considerar:
1. La alianza PAN / PRD ya fracasó, en 2018 los izquierdistas del PRD prefirieron la izquierda de MORENA. Y basta con un simple vistazo para notar que los priistas prefieren a los morenistas muy por encima de los panistas, porque una cosa son los acuerdos de la dirigencia, y otra muy distinta es la militancia.
2. La integración del PRI en una alianza anti MORENA es contradictoria, el PRI no ha sido un partido de oposición, y su integración da sentido a la narrativa del Presidente, lo que le permite retomar su discurso ganador.
3. Al dividir las candidaturas de los distritos federales, (61 para el PAN, 58 para el PRI y 44 para el PRD), habrá que ajustar planes, lo que representa inconformidad al interior de los partidos, principalmente para quienes no verán reflejado su trabajo, ya que por falta de claridad del proyecto político, se deberá priorizar en los mejores candidatos.
TERCERO, la justificación; perder solos o intentarlo unidos.
Definitivamente la alianza deberá ser analizada a partir de lo local, y desde ahí podremos apreciar su éxito o fracaso. Lo que es indiscutible es que hoy Morena representa la posibilidad de retroceder a un sistema político totalitario, retroceder al escenario de un solo partido con mayoría calificada en las cámaras, al servicio del Presidente.