En retrospectiva: 2020, año de cicatrices

Colaboración especial / Lucía Ramírez Lira

Vaya meses que nos han tocado vivir. Ni en el sueño más retorcido o en la inquietud más profunda, hubiera sido posible que alguien incluyera dentro de sus deseos de año nuevo sobrevivir a un virus cuya existencia se propagaba en un aparente silencio por tierras orientales durante el invierno del 2019 y que pronto, comenzaría a protagonizar la conversación internacional como origen de una crisis sanitaria que marcaría con una huella de incertidumbre y profundo dolor el inicio de la segunda década del siglo.

Las pérdidas humanas y las circunstancias en que estas han ocurrido continúan estremeciendo a más de uno a pesar de que las cifras de muertes y contagios se convirtieron involuntariamente en un componente casi accesorio de la vida de quienes continuamos aquí, encontrando en nosotros, a partir de ellas, un tinte de indiferencia y resignación al reconocer por momentos que es inminente el aumento de estas hasta alcanzar cantidades exorbitantes, que insisto, aun cuesta asimilar.

Entre los aciertos y desaciertos en la respuesta de cada nación a la creciente crisis y la de cada individuo desde su trinchera, la incertidumbre por conocer el origen del virus, sus efectos y letalidad, el desarrollo de un medicamento que lo erradique o por lo menos lo controle y  la constante adaptación que hemos tenido que afrontar desde que se instaurara algo inimaginable fuera de la ficción como lo es un confinamiento, los meses se desvanecieron en una suerte de contemplación obligada a través de la única ventana que ofrece afable la ingenua esperanza de volver a lo que un día fue o de continuar por el camino de un futuro sin mayor garantía.

Centrados en la realidad de las cosas, es evidente y quizás crudo, darse cuenta de que, solamente es posible seguir adelante lejos de la añoranza de antaño, asumiendo la fragilidad humana y, a partir de esta, comprender la frecuencia con que se tienen que replicar actos tan trascendentes como el uso de cubrebocas, por insignificante que este parezca bajo el criterio de quienes aún se mantienen escépticos a creer en su eficacia como barrera protectora.

Ahora bien, a pocos días de la Navidad, fecha que a muchos entusiasma y a otros descoloca, al cierre de este fin de semana la Organización Mundial de la Salud registró casi 800,000 casos diarios de COVID-19, un nuevo récord que tristemente se ha alcanzado y que atraviesa así la barrera de los 75 millones de contagios a nivel mundial, quedando esta cifra como amargo recuerdo registrado para la posteridad en la víspera de un año que se antoja desesperadamente menos trágico aunque el pronóstico indique lo contrario a nuestros deseos. Según el mapa global que registra la evolución estadística de la pandemia desarrollado por la Universidad Johns Hopkins, fuente de consulta confiable durante todo este tiempo, registra 1,693,447 muertes a nivel mundial, de las cuales 118,202 pertenecen a México.

Qué decir de nuestra patria, polarizada y tan presa de si misma, con un semáforo epidemiológico que dependiendo del día, se vuelve relevante o irrelevante bajo el criterio de quien lo impuso a una sociedad que transita con un sistema de salud colapsado y ciudades con índices de contagio cuyas “curvas” no se  logran aplanar bajo ninguna circunstancia que no implique el cierre total de actividades, lo cual a estas alturas es relativo al ver fenómenos como los que ocurren en la capital del país donde gran parte de la población no ha cesado en acudir a sitios concurridos por una razón u otra, lo cual claramente no contribuye en la disminución del número de contagios, así como tampoco lo hace la indiferencia de quienes hasta no encontrar a un ser querido o a sí mismos dentro de las estadísticas de contagios o en la espera de una cama en el servicio de salud, comprenderán que el cubrebocas, el distanciamiento social y las demás medidas de prevención de contagio, era imprescindibles en un momento al que no se podrá volver, pero en el que sin duda, hubiera sido mejor dejarse guiar por la prudencia y menos por el arrebato.

Mientras tanto, en el viejo continente se han comenzado a implementar nuevas restricciones como parte de las estrategias que pretenden controlar la propagación del virus derivada de una creciente tercera ola de contagios que ha obligado a las autoridades europeas a actuar con mano firme ante una circunstancia que no podría tratarse de otra manera, a pesar de la renuencia de ciertos grupos a acatar las medidas de prevención bajo el argumento de que su libertad se encuentra por encima del bien común, demostrando así de su falta de responsabilidad social, cívica y de solidaridad que se exige de todo ser humano en una época como la que estamos viviendo­.

 Actualmente Reino Unido se encuentran en un estado de alarma mayor ante la posible propagación de una nueva variante de coronavirus, la cual se cree que es un 70% más contagiosa que el COVID-19 según lo confirmaron las autoridades británicas. Lo anterior ha provocado la cancelación inmediata de vuelos a las islas por parte de varios países europeos y algunos latinoamericanos ante un potencial riesgo, tal es el caso de Países Bajos donde aseguran haber encontrado indicios de esta nueva cepa en una muestra positiva a inicios de diciembre. Sin duda habrá que permanecer expectantes ante esta situación que al final de cuentas, y como ya lo hemos comprobado, puede surtir efectos importantes a cualquier escala en el continente americano y por supuesto, en nuestro país.

A pocos días de terminar el año y con ánimos de que el 2021 sea para nuestro planeta y para quienes habitamos en él, un periodo donde imperen la solidaridad, la cooperación internacional encaminada hacia una gestión eficiente de la pandemia frente a la aplicación de una vacuna que permita controlar la propagación del virus y sus variantes, así como una mayor conciencia social sobre el impacto de nuestras acciones, es sumamente necesario continuar con las medidas de prevención, lo cual contribuye significativamente a que todos permanezcamos seguros y saludables en estas fechas donde, contrario a su naturaleza, se insta a la población a actuar con responsabilidad al no exponerse a potenciales contagios como resultado de encuentros sociales  que propicien una situación de vulnerabilidad cuyo costo es muy alto en todo sentido.

Las cicatrices físicas y emocionales han sido muchas hasta el momento, puedo asegurar que cualquiera que lea estas líneas lo ha experimentado de alguna u otra manera. Sin duda una Navidad distinta es la que tendrá lugar en el marco del cierre de un año en el que nos hemos visto en la necesidad de replantearnos infinidad de temas, dentro de los cuales se puede destacar la importancia de aprovechar el tiempo de manera responsable ante una realidad incierta en la que aprender de los errores propios y ajenos puede significar la diferencia entre comenzar un nuevo periodo con un pronóstico favorable o situados en una realidad en la que, evidentemente, nadie se quiere encontrar.

Tips al momento

Cerrará López Obrador con el mayor déficit fiscal en cuatro sexenios

De acuerdo con Yolanda Morales, en su colaboración para el periódico El Economista, el actual gobierno tendrá el 2024 el mayor déficit fiscal en un año electoral y el más alto en al menos cuatro sexenios, según informa con base a datos del Fondo Monetario Internacional.

Destaca que la actual administración Federal tendrá un déficit de 5.9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), al considerarlo el más alto, cuando menos, desde el año 2000, al señalar, que el antecedente más cercano de un déficit mayor al 4 por ciento, lo tenía Enrique Peña Nieto, en el 2014, cuando llegó al 4.54 por ciento del PIB.

Según expone en su texto, luego de que se mantuvo como uno de los gobiernos más prudentes en el manejo de cuentas fiscales durante la pandemia, el actual, terminará con el déficit fiscal más alto.

Con Felipe Calderón, según lo expone, el mayor déficit presupuestario fue en 2019 y alcanzó el 4.3 por ciento del PIB; mientras que con Vicente Fox, en 2003, llegó al 2.36 por ciento del Producto Interno Bruto.

Lo anterior, señala, que de acuerdo a un reporte del Fondo Monetario Internacional, en el último año, la deuda del gobierno, promediará 55.6 por ciento del PIB, menor a 58.5 por ciento del Producto Interno Bruto que representó en 2020, en plena pandemia.

Señala que los expertos del FMI proyectan que la deuda general del gobierno mexicano se mantendrá estable durante 2025 y 2026. no obstante, tenderá al alza en 2027 para alcanzar, según expuso, un máximo del 56.1 por ciento del PIB para el 2029, aumento que atribuye al pago de intereses. Así los pronósticos.


IEE en turismo político 

Varios vieron inconveniente la presencia de la Consejera Presidenta del Instituto Estatal Electoral, Yanko Durán Prieto en un evento del  Plan Estratégico de Juárez y esto debido a que en este mismo encuentro hubo actores políticos de los que dicen, sólo salen a hacer ruido en cada proceso electoral.

La inconformidad de esta asistencia de la consejera del IEE llegó a grado de señalar que el proceso electoral ya inició y que si bien todo lo esta manejando el INE, al menos el IEE debería revolver un poco de trabajo al glamour y al turismo político.

A esto añaden que mientras el personal, la magistrada y magistrados del Tribunal Estatal Electoral se encuentran encerrados las 24 horas tratando de sacar adelante las impugnaciones por las inconformidades en el registro de candidaturas, por su parte los consejeros y consejeras del IEE disfrutan del tiempo electoral.

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Destaca que la actual administración Federal tendrá un déficit de 5.9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), al considerarlo el más alto, cuando menos, desde el año 2000, al señalar, que el antecedente más cercano de un déficit mayor al 4 por ciento, lo tenía Enrique Peña Nieto, en el 2014, cuando llegó al 4.54 por ciento del PIB.

Según expone en su texto, luego de que se mantuvo como uno de los gobiernos más prudentes en el manejo de cuentas fiscales durante la pandemia, el actual, terminará con el déficit fiscal más alto.

Con Felipe Calderón, según lo expone, el mayor déficit presupuestario fue en 2019 y alcanzó el 4.3 por ciento del PIB; mientras que con Vicente Fox, en 2003, llegó al 2.36 por ciento del Producto Interno Bruto.

Lo anterior, señala, que de acuerdo a un reporte del Fondo Monetario Internacional, en el último año, la deuda del gobierno, promediará 55.6 por ciento del PIB, menor a 58.5 por ciento del Producto Interno Bruto que representó en 2020, en plena pandemia.

Señala que los expertos del FMI proyectan que la deuda general del gobierno mexicano se mantendrá estable durante 2025 y 2026. no obstante, tenderá al alza en 2027 para alcanzar, según expuso, un máximo del 56.1 por ciento del PIB para el 2029, aumento que atribuye al pago de intereses. Así los pronósticos.


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A esto añaden que mientras el personal, la magistrada y magistrados del Tribunal Estatal Electoral se encuentran encerrados las 24 horas tratando de sacar adelante las impugnaciones por las inconformidades en el registro de candidaturas, por su parte los consejeros y consejeras del IEE disfrutan del tiempo electoral.

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