Jorge Camacho Peñaloza
@Camacho_Jorge
No es fácil la situación actual del Gobernador Javier Corral y de su gabinete. El presupuesto del Estado está hospedado en el Congreso de la Federación. La tijera de López Obrador no tendrá miramientos a la hora de recortar el presupuesto. Tampoco el Gobernador puede mostrar conformismo a riesgo de que su titubeante gobierno se atore definitivamente. Lo que está en juego es mucho para Chihuahua. Desde luego, en esta tesitura aparecen otras variables que no son excepción para Corral, sino para todos los gobernadores de partidos distintos al de MORENA.
Tal y como están las cosas, la tentación para que un Gobernador aparezca como alternativa al lopezobradorismo es demasiado atractiva. El Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, irrumpió en el escenario nacional hace unos días, exhibiendo firmeza y exigiendo respeto para la autonomía de los Estados. El jueves pasado concedió otra entrevista en que la presunción mostrada había desaparecido casi por completo. No parece haber dudas sobre que sus primera apariciones se levantaron con objeto de presentarse ante los mexicanos como alternativa al nuevo Gobierno. El entusiasmo le duró el tiempo que tardó en comenzar a pactar el nuevo presupuesto para su Estado. Andrés Manuel López Obrador somete a los gobernantes de turno que aprovechan la coyuntura para postularse hacia el 2024. Con la misma facilidad con la que se asoman a los medios de comunicación advierten como se reducen sus previsiones presupuestarias. La estrategia está a la vista de todos y también las acciones para revertir la situación. Algo de esto debe conjeturar Javier Corral. No es posible, en las actuales condiciones, apostar por un protagonismo que vaya más allá de lo que López Obrador considera razonable. En todo caso, un protagonismo que reditúe al propio Estado en los términos establecidos también por López Obrador, con unos titulares amenazados por la omnipresencia de los superdelegados.
Por el momento, se antoja que únicamente existe una vía para resolver el conflicto tácito: dedicarse a trabajar por el Estado que gobiernan, motivo por el que fueron elegidos. No parece que haya otra opción si quieren un presupuesto que se acerque a sus requerimientos que, de cualquier manera, tampoco recibirán. De no conseguir ese presupuesto, los Gobernadores y los partidos a los que representan serán repudiados, aunque podrán responsabilizar al Gobierno Federal, algo que a la larga no servirá de nada. Los ciudadanos tomarán nota del fracaso y buscarán opciones que les favorezcan, optando por ejemplo por el candidato de MORENA. Por el contrario, alcanzar un acuerdo presupuestario les llevará a abdicar de sus ambiciones futuras, dejando también libre el camino para MORENA. Las circunstancias no son fáciles, al contrario.
Es el momento de las prioridades y de los cálculos, de las valoraciones y de las decisiones. Una equivocación trazará el camino de los años siguientes. Es la hora de la política con mayúsculas, esa coyuntura en que las figuras se agrandan o desaparecen. El Gobierno Federal y MORENA tienen la sartén por el mango y no lo van a soltar. Los Gobernadores de oposición no tienen margen de maniobra y, bien mirado, cuentan con pocas posibilidades de salir adelante en su futuro político inmediato. Este es uno de esos momentos que exhiben el talante político y la hechura de los involucrados.
Jorge Camacho Peñaloza
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