Vértigo

Jorge Camacho Peñaloza

En apenas dos semanas se han sucedido hechos contradictorios y significativos que exhiben desorden y falta de criterio en buena parte del país. El 12 de noviembre llegó a México Evo Morales, expresidente de Bolivia, después de renunciar a su cargo. El periplo fue narrado con lujo de detalles por el cuenta cuentos Marcelo Ebrard: México le otorgaba al boliviano la condición de refugiado político, nombrándolo huésped distinguido de la Ciudad de México. En ningún momento se dijo que Evo Morales, durante los años de su presidencia, era también el líder de los cocaleros en la región de Chapare, en donde se produce la mayor cantidad de hoja de coca de América Latina para procesarla como cocaína. http://www.omnia.com.mx/noticia/128054/  Durante los años en que ejerció como líder sindical, la región multiplicó los laboratorios clandestinos, pistas de aterrizaje, así como inauguró un aeropuerto internacional del que no se sabe que haya despegado un solo avión comercial. A su llegada a México, Morales fue recibido como un luchador social, un estadista sin par, un verdadero ejemplo de pueblo bueno, a quien el racismo y la conspiración habían expulsado de su país. Nada se dijo de que buena parte de las inconformidades fueron promovidas por los pueblos originarios. Morales se fue de México sin despedirse y por la puerta de atrás el viernes 6 de diciembre, rumbo a Cuba y de allí a Argentina. Sólo dejó en México unas grabaciones en las que alentaba supuestamente a impedir el abastecimiento de ciudades bolivianas para “matar de hambre” a los ciudadanos.

Tres días después de la fuga, el 10 de diciembre, se conoció la aprehensión en Dallas de Genaro García Luna por parte de las autoridades estadounidenses. Las acusaciones no son menores: conspiración para distribuir internacionalmente cocaína, conspiración para distribuir y poseer cocaína y conspiración para importar cocaína. La noticia se recibió como una fiesta por parte de una parte significativa de los mexicanos. Andrés Manuel López Obrador y su gabinete, que poco antes había afirmado que en México ya hay estado de derecho, fue el primero en señalar al antiguo exsecretario de seguridad como culpable; le siguió Alfonso Durazo. La condena se extendió a todos aquellos que habían trabajado en la Secretaría de Seguridad dirigida por García Luna y que en la actualidad siguen realizando funciones. El tema puede ser técnico, pero es definitivo. En estos momentos, hasta que se pruebe lo contrario, García Luna no es culpable. Esta es la base del estado de derecho. No digo que no haya evidencia que pruebe su culpabilidad, sino que debe desahogarse en un tribunal. Hasta el fallo de la justicia, el antiguo secretario seguirá gozando de la presunción de inocencia. Como siempre sucede en estos casos, todo el mundo se ha dedicado a festejar la aprehensión de García Luna. Después de dejar su cargo, el integrante del gabinete de Calderón había dejado a sus espaldas la creación de la Agencia Federal de Investigaciones durante el sexenio de Fox, cancelada al siguiente, y consolidó la Policía Federal. No hay dudas de la colaboración de Genaro García Luna con las agencias de seguridad de EE.UU. Cabe sospechar que dicha colaboración obligaba a que el exsecretario pasara exámenes de confianza y certificaciones por parte del aparato de seguridad del país vecino.

            La llegada de Evo Morales desató la alegría de muchos mexicanos que lo recibieron con regocijo. La aprehensión de Genaro Luna estalló en una fiesta generalizada. El uno es boliviano y el otro es mexicano.