¿Alguna vez has encontrado a una persona que tal vez no conoces, pero que en el momento justo te dice o hace algo por ti que te hace sentir bien, o que te impacta de tal manera que cambia tu día?, o ¿tienes en tu vida a alguna o varias personas sin las que tu vida seguramente sería distinta?. Es importante detenernos a pensar sobre las huellas que dejan las personas que nos rodean en nuestras vidas, pues, no somos una isla, y habremos de generar puentes, lazos para mantener una vida feliz.
Mientras recorremos ese camino que se llama vida, tenemos la suerte de encontrar personas que nos muestran que vale la pena existir, probablemente alguien que te sonrió, alguien que te dio una palabra de aliento, un amigo que tendió su mano cuando te caíste, o simplemente esos seres que te motivan, que admiras y quieres, seguramente tú eres una persona valiosa para alguien más, o hayas sido ese caballero que con un gesto amable abrió la puerta para una dama que lo necesitaba y con eso marcaste una diferencia.
Todo el tiempo tocan nuestras existencias personas, en todas partes, ¿te has puesto a pensar en que todas ellas tienen algo que enseñarte?, y tú algo tienes que enseñar a otros. Una persona que te hace sentir frustrado, te enseña a ser paciente, tolerante, o bien te muestra algo que no te gusta de ti y debes reconocerlo para mejorar, otra persona que te sonríe, te enseña a ser amable y que eres merecedor de dulzura.
Hace poco escuché a varias personas preguntar ¿qué sentido tiene que yo esté en este mundo?, incluso yo me he preguntado eso sobre mi propia vida, ¿para qué?, ¿qué sentido tiene existir?, ¿cuál es el propósito?, ¿qué diferencia habría en el mundo si yo no estoy?, lamentablemente muchas personas hemos tenido este diálogo interno, o algunas personas simplemente sienten que su vida está a la deriva y que no encuentran el camino que los haga sentir equilibrados, déjenme les digo que en el mundo hay millones y millones de personas, todas diferentes, y todas tenemos algo que aportar, hay una frase muy conocida de la Madre Teresa de Calcuta, que decía que a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota, y es lo mismo con las personas; muchas veces pensamos que aquellos que tienen impacto en el mundo por ser famosos, los que logran cosas grandes, son las personas más valiosas, pero ponte a pensar en todas las vidas que tocas desde que abres los ojos, la vida de tus hermanos, la vida de tus hijos, tus amigos, tus vecinos, tus actos te definen, tal vez permanezcas en el anonimato y en los noticieros no va a salir como tabloide que le diste de comer a tu bebé con todo el cuidado y esmero, o tampoco sea titular de los noticieros que sonreíste a alguien que encontraste por la calle y tal vez mejoraste su día, sin embargo, imagina que esos actos dejaran de existir, ¿qué pasaría con el día de ese bebé, o con esa persona que dejó de recibir una sonrisa?. Hace algún tiempo, tuve la oportunidad de encontrar en mi vida a una valiosa amiga, ella no tuvo la oportunidad de tener una carrera, sin embargo, tiene dos restaurantes, con más de ochenta empleados, un día, teniendo una opinión demasiado generosa sobre mí, comentó que me admiraba porque yo era capaz e inteligente, yo recuerdo haberle dicho que yo la admiraba a ella, y me dijo “yo no estudié, yo no he hecho nada”, entonces fue cuando le hice ver que era una mujer valiente por emprender un negocio grande, sólido y exitoso, lo levantó de la nada, es una excelente madre, pero además su trabajo sirve para mantener a otras ochenta familias a cuyas cabezas ella provee trabajo digno, cuando ella reflexionó sobre todo lo que hizo y todo lo que hace, su cara cambió y sonrió. Este ejemplo nos muestra que nos perdemos en la cotidianidad de la vida, y no reparamos en todas nuestras virtudes (todos tenemos virtudes), pero además, no somos capaces de reparar en el impacto que tienen nuestros actos en los demás y, a la vez, el impacto que tienen los actos de los demás en nuestras vidas.
Hay una historia de un pequeñito que tenía cáncer, y como todo niño con genuina inocencia, mostraba una gran imaginación, él decía que venía del espacio, y que su misión era hacer que las personas de la Tierra fueran mejores y que no hubiera maldad en el mundo (lo sé, es la misión más hermosa pero también la más ardua), él comentaba que él quería curarse para poder cumplir su misión, pues no podía morir sin haberlo hecho y no, no pienses que quiero ponerte triste, esta historia es conmovedora, pero tiene una enseñanza para valorarnos más: el pequeñito, cuando estaba a punto de dejar de existir, se resistía a dejarse ir, a él no le causaba miedo irse, no le causaba temor dejar a sus padres, él sólo pensaba que no podía irse porque no había erradicado el mal de la tierra, una enfermera le dijo “mira todo lo que has hecho, has hecho que tu madre sea más amorosa, y a todos los enfermeros y personas que te conocemos nos has hecho sonreír con tus juegos, nos has hecho sentir útiles por cuidarte, nos has dado un motivo para vivir, y gracias a ti todos los que te conocemos somos más amables, más amorosos con los demás, tú ya hiciste que la maldad del mundo se disipara”, el pequeño niño entonces dijo “cumplí mi misión”, obviamente en la historia el pequeño si muere, pero ese no es el punto, la parte toral de la historia radica en la moraleja, muchas veces pensamos que sólo las personas que son estratosféricamente famosas, que han escrito libros que son los más vendidos, los que tienen fundaciones inmensas, o aquellos que son populares por sus cuentas bancarias millonarias son las que tienen “misiones grandes”, creemos que para tener impacto, para ser valiosos y valorados por otros, debemos ser estridentes, pero no es así, para crear eco, para generar un impacto basta con tocar una vida, basta que el día de hoy te tomes un tiempo para dar un abrazo o decir algo amable, basta con que te esmeres en hacer bien tu trabajo, basta con que cantes tu canción favorita mientras vas en el tráfico, basta con esa sonrisa que regalas a un indigente al que nadie mira, los actos pequeños y cotidianos marcan una diferencia en la vida de los que te rodean, tu forma de ver la vida tiene algo que enseñar a otro que piensa diferente de ti, o viceversa, entonces, a la pregunta ¿qué sentido tiene existir?, ¿se notaría mi ausencia?, sin duda el sentido de existir es precisamente ese: existir, convivir, aprender y dejar que otros aprecien tu esencia y a la vez aprender a apreciar la esencia de los demás; absolutamente todas las personas en el mundo cuando algún día dejen de estar aquí generarán en otros una sensación que mostrará que han dejado huella, como dije, tal vez no sean noticias internacionales, pero siempre hay alguien en el mundo para el que eres importante, y siempre habrá alguien para ti que es importante.
Afortunadamente, el mundo está repleto de personas valiosas, todo ser humano que se cruza en tu camino tiene un propósito, una lección que darte, puede ser mostrada de la manera más sutil, o puede ser rasposa (a veces hay personas que nos duelen, y no por eso dejan de ser valiosas), apreciemos todas esas coincidencias existenciales que enriquecen nuestra experiencia por esta vida. Tú eres una persona valiosa, porque haces todo por estar bien y quieres que el mundo sea mejor. Deja que la vida te vaya sorprendiendo y detente a reparar en todas esas personas que hacen en tu vida una diferencia, no sólo las personas que más amas, sino esas personas que por casualidad encuentras y, empieza a tocar la vida de todos aquellos que vas encontrando en el camino con actos bondadosos, el mundo empieza a cambiar y la vida de uno cambia desde el momento en que recibe una sonrisa de alguien más, porque parafraseando a mi abuela, el café se endulza con un “buenos días”.