TLC y T-Mec, de Salinas a lópez

    La nueva versión del Tratado de Libre Comercio entra en vigor el primero de julio. El gobierno de lópez ha depositado en  el T-Mec la principal esperanza de la economía mexicana, o mejor dicho la única, al negarse a implementar un programa de reactivación de la economía ante la crisis provocada por la pandemia. 

    Pero hace 26 años, cuando entró en vigor  el TLCAN/ NAFTA el primero de enero de 1994, lópez fue un estridente opositor y apoyó en ese punto específico la sublevación de los zapatistas chiapanecos liderados por el llamado subcomandante Marcos. Acompañado de Rosario Ibarra de Piedra, de Cuauhtémoc Cárdenas y de su hijo Lázaro Cárdenas Batel -hoy su invisible jefe de asesores-, se reunió con Marcos y todos condenaron el recién inaugurado TLC, afirmando que significaba el acuerdo más antipatriota de la historia. Dijeron que Salinas había entregado la soberanía nacional y que significaría un rotundo colapso de la economía nacional. Mantuvo ese discurso de oposición al TLC durante décadas y prácticamente hasta que fue electo presidente.

    Los resultados del TLC significan una bofetada en el rostro de la falsedad mantenida desde una posición ideológica. En 1993, un año antes de la entrada en vigor del TLC,  México exportó a EU mercancías por 42 mil 850 millones de dólares. En 1994, primer año del TLC, las ventas aumentaron 20.5%, a 51 mil 645 mdd. Para 2016 sumaron 294 mil 151 mdd y para 2018 sumaban 450 mil 320 millones de dólares. Más de mil por ciento de aumento en 22 años.

    El rotundo éxito de las exportaciones mexicanas fue un importantísimo factor que incomodó a Donald Trump con México. Hizo campaña diciendo que el TLCAN/NAFTA era el peor tratado del mundo. Decía que México se había aprovechado de los Estados Unidos. Desde sus respectivos puntos de vista, Trump y lópez coincidían en sus particulares populismos, destinados a engañar al electorado. Pero ambos han cambiado ahora sus respectivos discursos. Trump dice que  el nuevo T-Mec es una maravilla y lópez lo presume como si fuera obra suya.

    Y en parte sí lo es. Lo es, porque fueron decisiones de lópez y su enviado Jesús Seade Kuri las que  facilitaron los acuerdos finales, que estaban atorados en negociaciones que el equipo de Peña se negaba ceder. Fue gracias a la intervención del representante del presidente electo lo que permitió solventar las diferencias.

    Fue la primera señal en firme para Trump de que en lópez tenía un servidor incondicional y que podía disponer de México a su antojo.

    Estos acuerdos son los que hacen del T-Mec de lópez un tratado con grandes desventajas para México respecto del anterior TLCAN de Salinas.

    Veamos sólo algunos puntos de esas desventajas:

    EL SECTOR AUTOMOTRIZ.- Las dos cadenas globales de valor más importantes afincadas en México son la armadora automotriz y la de autopartes-componentes, que exportan 92% de su producción a EU. El nuevo acuerdo establece clausulados que  implican que diversas  piezas de vehículos sean fabricadas por trabajadores que ganen al menos 16 dólares por hora, un salario casi impensable en México para obreros o técnicos de línea, lo que obviamente restará competitividad a nuestro país y generará que decenas de miles de empleos actualmente radicados aquí se vayan a Estados Unidos. "Es un gran logro, muy bueno para trasladar la fabricación a los Estados Unidos", dijo entonces el presidente del Comité de Finanzas del Senado, Chuck Grassley. 

    También el nuevo acuerdo limita a 2.5 millones de unidades las exportaciones anuales de autos fabricados en México. De ahí en delante, pagarán aranceles que pueden llegar al 25%. Lo mismo para las autopartes cuando éstas superen los 90 mil millones de dólares anuales. Este clausulado es un tope fatal para el potencial crecimiento del sector. 

    Por si fuera poco, el nuevo tratado ata a México respecto a posibles negociaciones con China. México cedió vergonzosamente las condiciones de posibles negociaciones comerciales de nuestro país con el gigante asiático, y la renuncia a esa decisión soberana quedó plasmada en el Articulo 32.10 

    Otra de las aportaciones del gobierno lopista a la paternidad del nuevo tratado es lo referente a la instalación de  inspectores del Departamento de Trabajo norteamericano de tiempo completo en la embajada norteamericana en México. La intervención de Seade permitió  el compromiso de los inspectores. Se le conoció como el acuerdo en el que Seade fue "chamaqueado". Son "hasta cinco personas" que ayudarán a supervisar y hacer cumplir las obligaciones laborales de México en virtud del acuerdo. El canciller Ebrard ha negado que puedan hacer inspecciones directamente en las empresas, pero el hecho es que está firmado y que los inspectores ya radican acá. Una vergüenza en materia de soberanía cedida.  

    Otro aspecto medular es el referente a los casos de controversias sobre temas de precios. En lugar de ventilar estos temas de controversias en la Organización Mundial del Comercio (OMC), como se establecía en el TLC, con el nuevo acuerdo que ama y presume lópez las posibles controversias se tienen que procesar en tribunales gringos. ¡Sopas!

    EL SECTOR AGROPECUARIO.- Antes de la entrada en vigor del TLCAN, la industria agrícola mexicana era claramente un sector "perdedor". Arrastraba dramáticamente los efectos nocivos del modelo ejidal impuesto por Lázaro Cárdenas, que garantizaba la miseria de los campesinos.

    Pero  en el primer año del TLCAN, 1994, el sector agroalimentario mexicano alcanzó lo que para entonces era un récord con la exportación a Estados Unidos de productos por poco más de 2,800 millones de dólares. Para el 2017 la suma creció a más de 25 mil millones, es decir, 625%.
    
    En 2018, México ya era el principal proveedor externo de alimentos para Estados Unidos representando el 20 % de sus importaciones,  y también la octava potencia agroalimentaria de exportación al mundo.

     Sin embargo, ahora los efectos del T-Mec amenazan con un grave abandono del campo, específicamente luego de que el gobierno de lópez decidió en 2019 cancelar prácticamente todos los programas de apoyo al sector agropecuario y dejarlo a la deriva. Hay una gran incertidumbre sobre el futuro de ese sector clave y de antemano se espera que sin inversiones estratégicas del sector público pierda importantes nichos de oportunidad, principalmente para pequeños y medianos productores.

    Un caso dramático es el del maíz -para hablar sólo del que afecta a los más pobres-, alimento ancestral mexicano que  lópez ha venido promoviendo recientemente para que se reafirme como elemento central y casi único, junto con el frijol, de la dieta nacional. 

    El Estado mexicano, por incidencia del representante de lópez en las negociaciones, firmó sin una consulta libre, previa e informada, un tratado comercial que afecta seriamente a comunidades campesinas e indígenas en situación de vulnerabilidad. 

    Un punto inusitado del T-Mec es la llamada "Protección de las Obtenciones Vegetales", que establece la capacidad de patentar nuevas variaciones de semillas, particularmente por parte de empresas. Esto amplía exponencialmente la protección legal a las "semillas privadas". 

    El sistema informal de intercambio de semillas por parte de comunidades campesinas ha permitido la diversificación del maíz con más de sesenta razas. A simple vista no es posible identificar una semilla protegida, por lo que las amenazas de prisión y multas a los campesinos productores de maíz, así sea para autonsumo, reducirán la eficacia del sistema de intercambio que ha existido durante siglos.

    Sin acceso a las semillas de intercambio, miles de familias campesinas  tendrán que decidir entre salir de sus comunidades para proveerse de lo necesario, o arriesgarse a ser dependientes de las semillas de las empresas.

    Son estos sólo unos breves ejemplos de cómo el  tratado que hoy presume lópez -y que significa la única esperanza de reactivar la economía mexicana tras los efectos de la pendemia- es mucho más deventajoso para México que el que firmó en su tiempo el repudiado Carlos Salinas.  

    Ahora Trump presume que el nuevo acuerdo comercial trilateral es el mejor del mundo para los Estados Unidos. El tema da para más, mucho más de lo que usted se imagina, así que en próximas entregas lo seguiremos abordando.