Las casas encuestadoras no son alma de la caridad ni intermediarias entre la sociedad civil y los candidatos, ya que poseen modelos de negocios tajantes que no son pregonados públicamente, porque sus clientes se encuentran en un nicho filtrado y específico; aquellos que se de dedican a la política y quienes quieren llegar al poder.
Es importante aclarar que las encuestas sí tienen influencia al momento de mostrar una “fotografía” de quiénes la lideran y los que están en el sótano de la misma, lo que sería relevante que el ciudadano supiera, son los factores que se integran el momento de realizar una encuesta, desde cómo se hacen las preguntas, si llevan algún sesgo, a cuánta gente se ha encuestado, de qué clase social pertenecen y así la lista podría continuar.
Las casas encuestadoras son empresas, y ellas requieren generar modelos de negocio que traigan consigo márgenes amplios de utilidad para tener suficiente liquidez y crecimiento, aumentando a la par su reputación, entonces la pregunta del millón (ó los millones), ¿Quién paga las encuestas? ¿Los primeros lugares? ¿Quién decide cómo y a cuántas personas se les realizarán las preguntas? Cuando una encuestadora se equivoca ¿A quién se responsabiliza?.
También resultaría bueno aclarar que las casas encuestadoras poseen diversas metodologías e inclusive al momento de contactarlos, te mencionan un margen de error (+-) dependiendo si la elección es municipal, estatal o nacional.
El negocio de las encuestadoras es un misterio para la mayoría de los ciudadanos, pero ni los políticos, patrocinadores o las mismas casas encuestadoras han querido abrir la caja de pandora que alberga el tesoro de preguntas sesgadas, dirigidas por dinero y entregadas en fotografías numéricas para influir en la toma de decisiones de los ciudadanos.