Desde hace varias semanas Europa ya era presa de la segunda ola de contagios por COVID-19 después de que durante el verano las medidas restrictivas se hubieran relajado en todo el continente. De frente al riesgo que representaba sucumbir nuevamente ante la pandemia y llevar al continente a un poco factible confinamiento total, varios países han implementado medidas preventivas que buscan aplanar la curva de contagios y evitar ante todo pronóstico la paralización total de actividades. Límite a únicamente servicio para llevar en restaurantes, restricción horaria a bares, cafeterías y establecimientos que no sean de primera necesidad, uso obligatorio de mascarillas en espacios públicos y abiertos, aforos reducidos en reuniones en lugares abiertos y cerrados, prohibición de eventos masivos, toque de queda y restricción en la movilidad han sido algunas de las medidas tomadas por los países europeos para superar este nuevo golpe pandémico, esperando que el actuar de forma ágil desde una etapa temprana en la cual se cuenta con un panorama un tanto más esclarecido, aunque no en su totalidad, sobre el comportamiento del virus, pueda generar más y mejores resultados en el salvaguardo de la salud de cada pueblo.
Pues bien, el secretario de salud, Jorge Alcocer Varela y el director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, Ruy López Ridaura no especulaban al hablar de un aumento significativo en los casos de coronavirus como resultado de una segunda ola de contagios que, claramente traería consigo la reimplementación del semáforo rojo a nuestro país, así como medidas de confinamiento más estrictas. Hoy nos encontramos ante esa temida realidad compleja y sin matices donde las acciones de cada individuo deben ser guiadas por una mayor conciencia y responsabilidad; a estas alturas por demás esta decir que no es ningún juego.
El ya temido semáforo rojo vuelve a hacer acto de presencia en el Estado Grande a menos de un mes de situarse en un nivel de riesgo medio; Chihuahua, con sus 22,756 casos confirmados, ha comenzado a ver las consecuencias de ignorar al elefante en la habitación que de a poco infectó a más de uno con cierta preocupación al ver cómo, en un intento acelerado por regresar a la normalidad de antaño, las cifras iban escalando hasta situarnos en el escenario extremo a donde nadie deseaba volver.
El pasado martes 20 de octubre, la Secretaria de Salud de Chihuahua confirmo 359 casos de COVID-19, lo cual representa la cantidad más alta de contagios en un solo día desde que inició la pandemia; aunado a esta situación, el sistema de salud en el estado se encuentra saturado, como muestra de lo anterior y de acuerdo con esta dependencia, el hospital general número 35 del IMSS en Ciudad Juárez, el hospital general 22 del mismo instituto en Nuevo Casas Grandes y los sanatorios del ISSSTE en Ciudad Juárez y Delicias, están lidiando con la falta de camas en la recepción de enfermos por coronavirus. El hospital general de zona número 6 del IMSS y el Hospital General de Ciudad Juárez se encuentran con una ocupación de 98% y 90% respectivamente. En la capital del estado, el Hospital Central tiene un 89%, posicionándose por encima del Hospital Morelos del IMSS el cual se encuentra a un 84% de su capacidad según las declaraciones hechas por el director médico en la Zona Norte de Chihuahua, Arturo Valenzuela Zorrilla.
Ante un incremento en el número de contagios entre el personal médico y la ciudadanía, la falta de insumos e incluso de recursos alimenticios en el colapsado sistema de salud, quienes están en primera línea han alzado la voz para exigir al gobierno estatal que se dé cumplimiento a sus demandas, las cuales no han recibido la atención correspondiente a la fecha a pesar de la crítica situación que se ha vivido en tierras chihuahuenses. Aun cuando imperan dichas fallas en la atención gubernamental, el Consejo Estatal de Salud aprobó la emisión de nuevas restricciones sanitarias que han despertado todo tipo de reacciones entre la ciudadanía, pues mientras algunos pudieran considerarlas extremas, o peor aún, innecesarias, en realidad representan las medidas indicadas al ser Chihuahua el primer estado de la República en retroceder drásticamente en el semáforo epidemiológico ante la nueva ola de contagios a nivel mundial.
El gobernador del estado, Javier Corral, señaló el pasado jueves 22 de octubre durante la Conferencia Informativa, que las principales fuentes de contagio han sido los servicios de transporte público urbano, así como el servicio de transporte para empleados en el sector laboral privado y las fiestas durante los fines de semana debido al riesgo que representan las concentraciones humanas por periodos prolongados donde no se acatan las medidas para prevenir contagios; el jefe del ejecutivo estatal resaltó la importancia de generar una conciencia colectiva que nos permita actuar desde una mayor solidaridad, empatía, compromiso y respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás en una época complicada como la que nos ha tocado vivir, donde las consecuencias de nuestros actos se ven reflejadas tanto en el progreso como en el retroceso social.
Bien es cierto que ante la arrogancia y la terquedad se debe ser contundente y directo cuando el riesgo es inminente y el precio por dichas actitudes demasiado alto. Ensimismados en nuestros propios asuntos y micro universos, en apariencia ajenos a los de cualquier otro individuo que coincide en nuestro camino, aún es posible encontrarnos hoy en día, olvidando a ratos que formamos parte de un todo cuyas partes deben funcionar correctamente para garantizar el bienestar de sí mismas y de las demás. Gobierno y ciudadanía deben actuar como uno solo, haciendo lo que a cada uno le compete para generar soluciones asertivas ante un escenario cada vez más riesgoso en el que no deben imperar bandos de ningún tipo, ni conductas que resten importancia al compromiso colectivo por salir de esta crisis sanitaria.
En vez de convertir esta situación en una suerte de ruleta rusa en la que somos presas del miedo y de nosotros mismos, busquemos no encontrarnos ante un camino sin retorno donde valgan más las quejas irracionales movidas por el cinismo y la ignorancia por sobre el bien común, el respeto y la previsión de un futuro mejor donde no sea necesario ser instados a actuar con sigilo y mayor templanza cuando la vida nos pone a prueba, pues sabremos que esto es lo que nos corresponde hacer, así se trate de otra ola de contagios, una nueva pandemia o de cualquier acontecimiento que ponga en riesgo a la humanidad.