Estaba la Junta Directiva reunida,
cuando cansada llegó la muerte
por invitación de la SNTE
a quitar una vida.
La visita de la huesuda
era para encontrar el causante,
de la costosa deuda
qué tenía a Pensiones inoperante.
El sindicato estaba desesperado
por un servicio mal brindado,
en urgencias moría el afiliado
sin camas, ni equipo adecuado.
Los cheques rebotados:
amenazaban con dejar sin aguinaldos;
del personal se veían llegar los despidos;
los créditos de hospitales estaban agotados.
Pero la calaca muy agradecida
por celebrar su cumpleaños con honores
decidió perdonarles la vida
a los creadores de murales y celebraciones.
Les prometió a los docentes
llevarse consigo al culpable;
lo suyo con creces regresarles;
volver al servicio médico rentable.
Quería hacer justicia
no llevarse al inocente.
Por primera vez en la pandemia,
mataría de forma consciente.
Primero cuestionó a Beto Herrera
para saber si por ocioso
había permitido tan fatal crisis financiera,
pero este se mantuvo silencioso.
El director de la institución no se atrevía a repetir,
que por falta de las participaciones federales
como el pasado viernes mandó decir
salarios y servicios no se podían cubrir .
La Flaca después interrogó
a las dependencias morosas
la UACH, Hacienda y la JMAS,
pero nadie respondió.
¿Por qué no habían pagado?
Las aportaciones patronales.
¿Por qué se habían retenido?
Incluso préstamos personales.
La cobranza no se realizó.
Todos gritaron: “Es culpa del Peje”
como la Alianza Federalista hereje.
Nadie su culpa reconoció.
Los funcionarios se quitaban responsabilidad,
se ausentaba la seguridad social.
La corrupción era la comorbilidad
de toda institución gubernamental.
La Huesuda tenía prisa
y la situación no resolvía
por tanta burocracia
abandonó la pesquisa.
La Flaca tenía roto el corazón
muy a su pesar comprendió,
que los hijos del Milenio
en algo tenían razón.
La vocación no servía
en ninguna profesión.
Si el trabajador lo merecía
los jefes no daban protección.
Era mejor ser freelancer
para la salud tener suficiente.
La muerte era inherente,
pero el salario nadie podía prometer.