Coyunturas, 2021 año de elecciones

El escenario político-electoral del 2021 será complejo, complicado y relativamente imprevisible.

Complejo porque  contempla la participación de 10 Partidos Políticos diversos pero en convergencias y coincidencias con agrupaciones sociales, asociaciones políticas y Grupos de presión.

Complicado, porque la diversidad de Partidos y de circunstancias tanto nacionales como locales genera posibles situaciones de confusión ciudadana y dificultad para comprender las diferencias de ofertas electorales de partidos y candidatos.

 Relativamente imprevisible, porque la polarización generada por los actores políticos tanto gubernamentales como de oposición, hace más impredecible e incierta la participación electoral de la población políticamente indefinida o sin identificación partidista, así como el humor social y político en los diferentes segmentos sociales afectados por la crisis económica derivada de la pandemia que sin duda continuará provocando efectos negativos a la convivencia y normalidad de la convivencia social y laboral.

El proceso electoral del 2021 es inédito  por el número y confluencia de cargos de elección a definir; Recordemos que en el 6 de junio de 2021 la ciudadanía deberá elegir a 3,495 representantes por diversos cargos a saber: 15 gobernantes, 500  Diputaciones Federales, 1,027 Diputaciones Locales, 1907 Presidencias Municipales y 16 Alcaldías, y que en este proceso participarán 10 Partidos Políticos Nacionales (7 ya existentes y 3 nuevos) con registro, a los que se suman poco más de 50 Partidos Políticos Locales.

Habrá que ver como se concretan las posibles alianzas entre Institutos Políticos y para cuantos cargos logra registrar candidatos cada partido.

Lo cierto es que los únicos que tienen que participar solos (sin alianzas con otros) en las elecciones, son los 3 nuevos partidos: Redes Sociales Progresistas, (RSP) Fuerza Social por México (FSM) y Partido Encuentro Solidario (PES). Esto a final de cuentas es mejor para ellos, pues los ubica como opciones reales ante la ciudadanía.

La crispación social acumulada en todo una larga época y que finalmente detonó por la vía electoral en 2018 en el rechazo a un régimen de gobierno y un sistema político desacreditados y cada vez más ineficaces y empantanados en sus errores e incapacidad para procesar y resolver los reclamos de la sociedad en general, pero sobre todo para convertir la oscilación política de la transición democrática en México en un cambio real,  hizo fallida la oscilación del péndulo político mexicano del centro al centro-derecha. Así, la ciudadanía convirtió la elección presidencial de 2018 en un mandato para dar acceso a un gobierno que significará una transformación política verdadera que hiciera oscilar dicho péndulo al centro-izquierda con un gobierno que asumiera desde su oferta electoral una auténtica transformación tanto del Régimen como de sus Instituciones como nueva base del Sistema Político.

En esas está el actual gobierno de la república, que sin duda ha desarrollado en el tiempo que lleva (2 años) una serie de cambios en la gestión pública para combatir la desigualdad, la corrupción y la pobreza, que responden a las expectativas de los grandes segmentos de la población marginada y a las zonas del país desatendidas y sumidas en el atraso y en la falta de apoyo al su desarrollo y mejoramiento económico, cultural y de sus condiciones de vida, entre otras muchas cosas.

Sin embargo, en la urgencia de acelerar transformaciones estructurales y a la vez atender el mejoramiento e inclusión al bienestar y mejoramiento de sus condiciones de vida de la enorme masa de población marginada a lo largo y ancho del país, pero sobre todo en el centro y Sur-Sureste de México; se ha tenido que enfrentar la dura realidad de las insuficiencias presupuestales e insuficiente  desarrollo económico, que aunado a políticas de gobierno que afectan intereses y privilegios de grupos de poder económico y fáctico, provocando la reacción de estos a la afectación de sus intereses y zonas de control en la economía y la sociedad.

Y sí agregamos a esto, las dificultades del entorno internacional y la imprevista crisis derivada de la Pandemia que asola al mundo y más a los países en desarrollo como México, que ha afectado la salud, la convivencia social y la actividad económica haciéndola decrecer y estancarse en infinidad de áreas; encontramos el entorno nacional en el que se ha agudizado un ambiente de polarización política que deriva preocupantemente a la polarización social, en que las políticas y acciones del gobierno de la República provocan y dan razón y pretexto a los Partidos, Agrupaciones y niveles de gobierno locales de oposición para confrontación y reacciones de resistencia y rechazó a la Administración Pública Federal.

Las quejas; inconformidades, rechazos y descalificaciones por quienes antagonizan con el Ejecutivo Federal y grupos afines a este en el Poder Legislativo, manejadas a través de los Medios de Comunicación, Redes Sociales y Manifestaciones de grupos y asociaciones; confrontan a esos grupos con sus contrapartes a nivel de Funcionarios Públicos, Legisladores y Actores Políticos y Sociales que respaldan las estrategias y acciones de Gobierno del Ejecutivo Federal.

El estilo de gobierno del Presidente de la República es de confrontación directa y de descalificación a quienes lo enfrentan desde los Partidos Políticos de oposición y Grupos Activistas opositores a su gobierno, caracterizándoles ante la gente, como conservadores y beneficiarios de los privilegios y abusos del pasado (gobiernos neoliberales), exhibiéndolos como enemigos del pueblo y las clases sociales desprotegidas durante los gobiernos neoliberales anteriores.

Por su parte desde la oposición lo tachan de populista, autoritario, centralizador del poder y contrario a la libertad de expresión. A propósito del Populismo, en la picaresca popular se maneja la afirmación de que: solo hay dos clase de políticos populistas, los que lo son y los que  (siéndolo) lo niegan.

Esto ha derivado a un escenario electoral –cuyo proceso ya ha iniciado- ya caracterizado como una lucha entre dos tendencias: la de los grupos opositores al gobierno que se están aliando con objetivos compartidos y candidatos comunes contra el ejecutivo federal; y la del Presidente de la República y sus aliados políticos que plantea la continuidad de sus programas y acciones para lo que se ha denominado como la “cuarta transformación”. Ambos extremos ubican la contienda entre los que están en contra y los que están a favor de dicha 4ª transformación, ignorando que en la pluralidad política los partidos, sobre todo los nuevos, deben presentar al electorado opciones diversas.

Estas actitudes maniqueas que se reflejan en el decir y en el actuar de ambas tendencias, afectan el proceso democrático electoral presentándolo en blanco y negro ignorando los matices de la realidad social y política y de la pluralidad de las opciones que los partidos y actores políticos deben ofertar al electorado.

Un gran inconveniente de los extremos que se configuran en el proceso electoral del 2021 es la pretensión de encasillar al electorado en una elección entre dos opciones que se descalifican mutuamente, con alianzas y convergencias inmediatistas y “Ad Hominem” (en singular y en plural) ajenas a planteamientos ideológicos o programáticos y plenamente electoreras.

Se trata de que la elección legislativa federal el partido en el poder tenga o no tenga una mayoría como la actual en la cámara de diputados.

Ahí es donde cobran importancia los nuevos Partidos Políticos como una alternativa interesante de pluralidad efectiva para que la ciudadanía pueda optar por candidatos fuera del espectro ideológico dual del simplismo de esta “a favor” o “en contra” del actual ejecutivo federal.

También será importante el hecho de que habrá 15 procesos electorales estatales que abonaran sin duda a establecer nuevos equilibrios y relación de poderes que mejoren, atemperen y estimulen una gobernanza más incluyente y coordinada en el respeto, corresponsabilidad y concurrencia de niveles de gobierno y poderes.

Ojalá que en la arena política nacional y las locales, las acciones de Funcionarios, como las de actores políticos y sociales; dejen de ser “Ad Hominem” (en singular en plural) y sean más de planteamientos programáticos y de vinculación e inclusión con todos los segmentos de la sociedad y sectores de la vida económica nacional.

Al término de un año tan difícil para México como para el mundo, cabe desear a todos una Feliz Navidad y hacer votos porque 2021 encuentre el principio del fin de la terrible calamidad de la Pandemia que asola a la humanidad y signifique el regreso a una nueva normalidad que beneficie y recupere de la mejor manera el bienestar, la salud y la convivencia de los chihuahuenses y de los mexicanos todos.