Gobiernos ilegítimos investidos de legalidad

La gran elección está por llegar;

En la busca de conectar con el electorado, hemos visto a un sinfín de Partidos Políticos y precandidatos ser abruptamente incongruentes, y no se diga a los fanáticos e irracionales seguidores partidistas. Los primeros proponiendo con mensajes desconectados de la realidad, golpeándose de frente con el contexto social, y los segundos defendiendo únicamente sus aspiraciones e intereses. 

Bajo este contexto se convierten, según Consulta Mitofsky, en la institución y la profesión de menor confianza de entre todas las instituciones y profesiones de la sociedad, hay un rechazo creciente hacia los partidos políticos, y consecuentemente a la política en lo general.

Los escenarios al interior de los equipos de campaña son diversos, van desde generar una estrategia que puede terminar en cárcel o gobierno, en definir escenarios partiendo de haber llegado a la candidatura por democracia o compra de encuestas, debatiendo la eterna disyuntiva; experiencia o popularidad, ganar con candidatos populares, o intentarlo con buenos candidatos.

Nos hemos alejado de las bases, los partidos políticos han abandonado su papel esencial, sus intereses por encima de los de la sociedad son tan evidentes, que lo único que tiene congruencia, es una sociedad que no quiere saber nada de los partidos políticos.

Es momento de dejar de abanderar causas e intereses políticos, y comenzar a tomar el papel de ciudadano responsable que todo político debería de tener, como lo señaló Cicerón; un hombre formando República debe aprender a no apetecer otra gloria que la de la virtud.

Obligados a ser quienes pongan el criterio racional en la elección, los ciudadanos libres de partidos políticos deciden apartarse, rechazar y criticar cualquier forma de gobierno, porque entienden a los gobiernos como legales, no como legítimos.

Antes de formar parte de un Partido político o defender a algún candidato, debemos tener presente que primero somos ciudadanos. Nos hemos equivocado, el cambio que se espera, no se debe esperar, se debe hacer.