AMLO, en manos de los cárteles

López Obrador tendrá que decidir de qué lado está. Si  le interesa y conviene más ser aliado del crimen organizado o si colabora con Estados Unidos para enfrentar a los cárteles.

La paciencia de Washington parece agotarse. El gobierno mexicano ha dejado de ser visto como una víctima incapaz de enfrentar a las bandas criminales a ser percibido como un promotor consciente de la delincuencia organizada.

Los resultados electorales del pasado 6 de junio son la prueba que necesitaban las agencias de seguridad norteamericana para confirmar que la 4T busca apuntalar su poder con el dinero y las armas del crimen trasnacional.

Morena con ayuda del “voto narco” va a gobernar los puertos del Pacífico que utiliza el cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación para importar la droga  que luego trafican a Estados Unidos, lo que entra en conflicto con la exigencia de Kamala Harris a López Obrador de frenar el tráfico de fentanilo que viene de China.

Al presidente de México se le ve atrapado cada vez más entre dos intereses opuestos. Entre la presión de la Casa Blanca para combatir a los carteles responsables de la muerte de 83 mil estadounidenses por sobredosis al año y el pacto firmado con los criminales para extender su poder electoral en 11 gubernaturas.

¿Qué va a suceder cuándo Estados Unidos se de cuenta que el gobierno mexicano sigue estando más interesado en proteger que en exterminar a sus amigos de Sinaloa? ¿Y qué podría ocurrir si AMLO se ve obligado a traicionar a los cárteles?

El gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, acusó a Morena de ser un “narcopartido” y exigió la anulación de las elecciones en su estado porque Alfredo Ramírez Bedolla ganó la gubernatura de la mano del crimen. Si los mandatarios de Sonora, Baja California Sur, Sinaloa, Nayarit, Colima, Guerrero, San Luis  Potosí, hicieran lo mismo salvarían a México de convertirse en un Estado criminal.

El silencio de AMLO ante la evidente intromisión de la delincuencia organizada en el proceso electoral  confirma de qué lado está el presidente. Por eso dedica una y otra “mañanera” a inventar distractores. Recurre a la farsa de la consulta para enjuiciar a cinco expresidentes o al “quien es quien en las mentiras de los medios” para desviar la atención sobre un tema que está por poner a la nación en la picota de un juicio internacional.

López Obrador cree que el tiempo quitará importancia al tema. Si piensa que le puede “tomar el pelo” a los norteamericanos se equivoca. Y si cree que puede jugar con los grupos criminales también se engaña. Al deberle el poder a los cárteles,  el presidente de México se ha convertido de facto en su rehén. Hoy su vida y la viabilidad de su régimen depende de que no traicione a sus cómplices.

Un jefe de Estado que tiene ligas con asesinos, secuestradores y descuartizadores ya no le sirve a la nación.

@PagesBeatriz

Con información de la revista Siempre