Adileny Sánchez, una joven originaria de Monterrey, contó a través de sus redes sociales el espantoso momento que vivió después de que el pasado 6 de octubre fuera víctima de un secuestro, del cual pudo escapar al brincar del automóvil donde estaba retenida.
Fue desde su cuenta de TikTok donde la mujer narró que ella había acudido a un supermercado para realizar sus compras cotidianas, cuando al salir, tuvo que pasar por un lote baldío el cual es bastante transitado y está rodeado por casas.
“Iba caminando, en la esquina está ese lote, y siento que un carro se paró a lado mío y me agarraron del pelo y me jalan. Entonces me suben al carro y me ponen un trapo en la cara, pero como yo tengo mi cara media chiquita, tapaba casi todo”, comenzó a narrar.
En este sentido, la mujer mencionó que en ese momento ella intentó pelear contra su agresor, el que iba conduciendo y un copiloto. Añadió que los tres llevaban un pasamontañas y, como la subieron tras agarrarla del cabello, ella no pudo ver con claridad de qué color era el coche que le hicieron abordar.
“Me tenían tapada la cara con cloroformo, creo que se dice, yo traté de no respirarlo porque eso te duerme, pero donde yo iba pelando ellos me dieron un puño”, mencionó.
Asimismo señaló que ella, en primera instancia, creyó que el coche en el que iba era color negro, pero después surgieron otras versiones donde más personas decían que era blanco o guinda. Por tanto, la víctima se confundió y después le explicó a su mamá que en el momento de la lucha no logró ver todo y consideró que era negro porque el interior del coche se veía así. También añadió que de lo que sí estaba segura es que fue un coche modelo Versa.
Adileny confesó que, además de amenazarla verbalmente, cada que ella intentaba resistirse, los secuestradores la herían una navaja cerca de la parte trasera del hombro y por las costillas. Ella señaló que no contaba conocía si la puerta del automóvil tenía seguro de niños, por tanto, no sabía si abrirla, pues si era descubierta las consecuencias para ella podrían ser fatales.
“Cabe aclarar que yo intenté no respirar el cloroformo, pero sí respiré poquito y mis piernas estaban totalmente dormidas, lo único que sentía era mi tobillo y los dedos del pie derecho, el izquierdo no lo sentía nada. Mis manos tampoco las sentían, ni mis brazos. Cuando me iban cortando yo no lo sentía, de eso ya medí cuenta después”, ahondó.
Mientras los secuestradores se reían de ella, la joven tomó una decisión: sostuvo la palanca, la jaló y al sentir el click, volteó discretamente y, sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y se aventó. Los criminales, al darse cuenta, la jalaron de la bolsa que aún traía cruzada e intentaron regresarla al coche, pero ella ya iba abajo y con el mismo movimiento empezó a asfixiarse con el accesorio e intentó quitársela.
Así, en algún momento, la correa de la bolsa se rompió, ella cayó al suelo, se golpeó en las costillas y el brazo.
“El carro quedó atrás de mí y yo viendo el carro de atrás de los secuestradores. Y yo toda destanteada, [...] me meto a un Soriana y me voy del lado contrario, me meto a una tienda Merco”, relató.
Expresó que ahí fue cuando se dio cuenta que traía cortadas porque el sol hacía que le picara y cuando se tocó vio que tenía sangre. Se acercó con la guardia del lugar, pero le negaron el acceso al sitio o cualquier tipo de ayuda.
Debido a esto, Adileny se fue arrastrando como pudo, ya que aún no le regresaba del todo la sensibilidad del cuerpo. Externó que, aunque vio a mucha gente, nadie quería prestarle su celular para realizar una llamada y, por ende, tuvo que irse a pie hacia su casa.
“Me resigné caminé sola arrastrando mis pies, llego a una colonia que tengo e atravesar ya para llegar a mi casa. Me siento en la primer banca de la plazita porque yo ya miraba todo borroso, yo ya me iba a desmayar o no sé. Y dije, no, ya llegué hasta aquí, pueden regresar. Me paré, seguí caminando. Atravesé una plazita y en la esquina de la segunda hay un señor que vende fruta”, contó.
La mujer le gritó como pudo, pues añadió que el hombre ya la conocía por ser su clienta. Así, él la agarró, la sentó en una silla y le preguntó que fue lo que le había pasado.
“De tantas personas que vi, que me vieron, fue el único que me ayudó. Él simplemente con sólo resguardarme con hizo mucho para mí”, dijo y remarcó que le pidió que le marcara a su madre.
“No se vaya a asustar, pero a su hija la levantaron [...] ya mi mamá se va con el señor de la fruta y ahí me ve y mi mamá me dice al otro día: es que tu mirada estaba perdida’”.
Tras el difícil momento, Adileny logró regresar a su casa y no quiso denunciar porque conocía el caso de una mujer que acudió para señalar que su esposo la había quemado y las autoridades lo dejaron en libertad.
“¿A mí qué me van a hacer sin pruebas?” sentenció y añadió que los hechos fueron a plena luz del día, aproximadamente a las 13:20 horas.
Con información de Infobae