Día Mundial de las Ciudades, nuevas urbes postcovid

María Langarita, arquitecta, posee un estudio de arquitectura junto con Víctor Navarro, compañero de profesión. Ambos son profesores de la Universidad Politécnica de Madrid y profesores en Harvard (Estados Unidos). Además, recorren el mundo ofreciendo conferencias sobre la renaturalización e incorporación de lo orgánico como material de trabajo en la arquitectura.

El día 31 se celebra el Día Mundial de las Ciudades y Langarita explica a Efe cuáles son los cambios que se han producido en el campo del urbanismo y cuáles han sido las reflexiones que los arquitectos se han hecho después de que hayamos vivido un periodo de confinamiento durante el cual la vivienda se convirtió en el eje de nuestras vidas.

NUEVA REFLEXIÓN SOBRE LOS ESPACIOS DE LA CIUDAD

El periodo de la pandemia sirvió a los arquitectos, dice Langarita, para “reflexionar en el sentido de la utilización de los espacios en las ciudades, como ha sido, por ejemplo, con la desaparición de los coches en las calles y también las personas, aunque lo primero que se fue reincorporando fue el paseo peatonal a los puestos de trabajo, antes que los coches”.

María destaca la importancia que tuvo ese tiempo porque “pudimos ver que había dos posibilidades de vivir en el espacio urbano, otra convivencia peatonal y las alternativas de transporte, como la bicicleta frente al coche, pero creo que muy rápidamente hemos vuelto al estado inicial precovid”.

La falta de espacio suficiente en la mayoría de los hogares se puso de manifiesto con el teletrabajo de uno o más miembros de la familia y, sobre todo, la falta de luz natural. Estas dos cuestiones que hicieron más penoso el confinamiento, han sido valoradas por los arquitectos para tener en cuenta en sus proyectos de trabajo.

ESPACIO Y LUZ INDISPENSABLES

“Ha sido muy importante entender cómo es el actual programa de vivienda estándar, qué tipo de habitaciones, qué tipo de despachos hay compartidos en las casas, y vimos que las viviendas más recientes tienen más problemas para responder, por ejemplo, a las necesidades del teletrabajo”, señala Langarita.

Según la arquitecta “también hemos comprobado la necesidad vital de disponer en cada vivienda, al menos, de una habitación exterior, porque en las casas que han podido disfrutar de ello se ha pasado un confinamiento muy distinto al de aquellas familias que no tenían acceso a la luz natural”.

“Incluso son muchas las personas que se han arrepentido de haber cerrado sus terrazas para tener más metros cuadrados de vivienda, pero creo que mucho de lo que hemos podido aprender lo estamos olvidando rápidamente”, añade.

Langarita subraya que estas observaciones “no son algo que lo haya descubierto el cuerpo disciplinar de la arquitectura a partir de esa experiencia. Es algo que en muchísimos casos se ha ido reclamando en cada oportunidad de trabajo”.

“LOS ARQUITECTOS SOLOS NO PUEDEN CAMBIAR EL MUNDO”

Y para poder hacer realidad estas expectativas de lo que significa una vivienda confortable, continúa la arquitecta, deber existir “un movimiento que sume a muchísimos más agentes, como son los promotores, los constructores, los planeadores de ciudades y también una normativa que se haga eco de estas prioridades y responda a las modificaciones necesarias”.

“En arquitectura, al menos nosotros desde nuestro estudio, siempre hemos reclamado más espacio para exteriores, más generosidad de espacio y programas más flexibles para la vivienda, pero la arquitectura, el urbanismo es un ejercicio colectivo, los arquitectos solos no pueden cambiar el mundo”, indica Langarita.

La ingeniera se lamenta porque “éstos son procesos muy lentos y tendrán que aparecer este tipo de espacialidades como una demanda persistente por parte de los usuarios y un reflejo en las normativas subsidiarias de cada localidad, para que se incorporen y se solidifique ese tipo de espacios, de dinámicas para la ciudad y en la que los espacios de vida no tengan que reaccionar como defensa contra el ruido aislando las viviendas”.

Esta defensa al ruido está justificada por el problema de un tráfico colapsado e intenso que existe en todas las ciudades, por lo que “también tendría que intervenir la industria para poder hacer posible una convivencia más amable y con un mayor equilibrio”.

“MÁS REDES DE COMUNICACIÓN ENTRE LOS HABITANTES”

Langarita manifiesta que ella desearía que todos los agentes que estuvieran implicados en la creación de urbes “estuviésemos alineados en hacer una ciudad con más espacios comunitarios en los que se establezcan más redes de cooperación entre los habitantes de la ciudad”.

María Langarita y Víctor Navarro han centrado su trabajo, sobre todo, “en la rehabilitación y reelectura de espacios existentes con nuestra intervención en las antiguas serrerías del Medialab-Prado Center, en Madrid; en la Academia de Música ‘Red Bull’, del Matadero de Madrid; la “Manzana Verde”, de Málaga (Andalucía), y “En Movimiento”, conjunto arquitectónico para Barcelona.

En la actualidad, la pareja de arquitectos se encuentra inmersa en la aplicación de sus objetivos sobre los edificios residenciales colectivos, donde pretenden aplicar los resultados de sus conclusiones tras la dura pandemia.

“Vamos a construir un edificio en Málaga (Andalucía), que condensa un poco todas estas ideas de una vivienda más amable, un edificio que pueda ser más fácilmente transformable en el futuro, sin necesidad de gastar tanta energía y dinero, y donde, a largo plazo, se incorporen otros usos para que llegue a ser un edificio más complejo en lo funcional y en lo social”, concluye María Langarita.

DESTACADOS:

+ El periodo de la pandemia ha servido a los arquitectos, dice la arquitecta María Langarita, para “reflexionar en el sentido de la utilización de los espacios en las ciudades, como ha sido, por ejemplo, con la desaparición de los coches en las calles y también las personas, aunque lo primero que se fue reincorporando fue el paseo peatonal a los puestos de trabajo, antes que los coches”.

+ Según la arquitecta “también hemos comprobado la necesidad vital de disponer en cada vivienda, al menos, de una habitación exterior, porque en las casas que han podido disfrutar de ello se ha pasado un confinamiento muy distinto al de aquellas familias que no tenían acceso a la luz natural”.

+ Los arquitectos Langarita y Víctor Navarro se encuentran inmersos en la aplicación de sus objetivos sobre los edificios residenciales colectivos, donde pretenden aplicar los resultados de sus conclusiones tras la dura pandemia.

Tomado de Infobae

Por Isabel Martínez Pita EFE/Reportajes