Una ciudad mal hecha que podemos corregir

En mi entrega anterior cité algunos datos polémicos, por si quedaron algunas dudas, volveré a retomar brevemente este tema tan crucial, debido a que es necesario que los habitantes de esta hermosa región desértica nos liberemos de toda ideología que plantee alejarnos de la verdad científica, como diría Sherlocl Holmes: “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”

Inicio con un dato aterrador: en Chihuahua existen 319,286 viviendas en total según el censo general de la población, de las cuales hay 264,300 viviendas habitadas y 54,986 desocupadas, un número bastante elevado para una población que dedica su vida a trabajar para poder pagar renta. Estos son datos oficiales del municipio.

Sin embargo, se siguen construyendo viviendas en áreas naturales y sobre el cauce de arroyos, como es el caso del Arroyo La Cantera, conocido por provocar inundaciones en esa novedosa zona de la ciudad a la cual la mayoría no tiene acceso. Lo mismo sucede con el arroyo El Mimbre en la zona de Campo Bello, el cual fue urbanizado sin considerar la existencia de especies protegidas y del daño que ocasiona detener la captación natural de agua al subsuelo, ya que las “planchas de cemento” producen corrientes más veloces de agua. Corrientes de agua como las que menciono, que cobran vida cada temporada de lluvias en Chihuahua.

Esto debería de bastar para reflexionar sobre la irracional expansión de la mancha urbana, pero hay más. Con la entrega anterior se me cuestionó la comparación de Ciudad Chihuahua con Nueva York, pues bien, resulta que el IMPLAN sí me da la razón en cuanto a la superficie del centro urbano de población, cito un párrafo de la página 62 de 231 del mencionado estudio municipal:

“ANÁLISIS DE LAS ESTRATEGIAS VIGENTES DE PLANEACIÓN SOBRE LA ESTRUCTURA URBANA, Además, el plan estableció la zona urbanizada (25,041 hectáreas o 31 por ciento), la urbanizable o de reserva de crecimiento (13,267 hectáreas o 17 por ciento) y la zona de preservación ecológica (39,979 hectáreas o 51 por ciento), totalizando 78,287 hectáreas. A la fecha, esta proporción ha cambiado. El suelo que se incorpora a la zona urbanizada de la ciudad crece a un ritmo promedio de 373 hectáreas anuales, lo que representa que de 2005 a 2018 se hayan agregado 4,855 hectáreas totales. Por otro lado, la estructura urbana sigue un patrón vial que se compone de 1,590 kilómetros de vialidades (excluyendo calles locales) en todo el centro de población, de los cuales, 597 kilómetros (el 34 por ciento) se ubican en la zona urbanizada.”

Entonces nuevamente me tome la libertad de hacer una tabla de comparación:

Resulta que Chihuahua posee una extensión muchísimo más grande que Barcelona y Milán, ciudades con cientos de miles de habitantes más y una calidad de vida, acceso a la salud, acceso a la educación y salario muy por encima de la ciudad de Chihuahua. La extensión total de la mancha urbana supera a la capital de Chile, Santiago, siendo que tiene más de 4 millones de habitantes más que Chihuahua, al igual que Toronto, de similar extensión y con más de 2 millones de habitantes por encima de la ciudad capital de nuestro norteño Estado. Con esta comparación, podemos llegar a la conclusión de que de ninguna manera Chihuahua compite a nivel mundial con las demás ciudades similares.

Mientras se destruyen las áreas naturales y se obstruyen y contaminan los pasos naturales del agua en esta región desértica con fraccionamientos de casas de más de 500m2, la mayoría de la población vive en casas de menos de 200m2, sin acceso a una ciudad incluyente llena de casas vacías. Esta situación es insostenible y la factura, la pagaremos todos y las futuras generaciones. Si la sociedad en su conjunto (incluidos políticos y empresarios) pretende dejarle un Chihuahua digno a nuestros hijos, nietos y sobrinos, se debe cambiar de raíz este nocivo pensamiento del “sálvese quien pueda” que guía las inversiones a corto plazo sin pensar en el futuro. Y no: no es un pretexto valido decir que durante muchos años se hizo la sociedad de una manera equivocada para justificar la continuación de este modelo fallido, si antes se construyeron casas sobre arroyos, lo que procede es que no se vuelva a repetir, en lugar de poner de pretexto el argumento mediocre y conformista de: “Si ya lo hicimos mal una vez, lo podemos hacer mal siempre”.