Revelan que "El Chueco" se confesó con joven sacerdote tras asesinar a padres jesuitas

El narcotraficante apodado "El Chueco", identificado como José Noriel Portillo Gill, quien en estos momentos es el delincuente más buscado en el país por el crimen artero contra los sacerdotes jesuitas al interior de la parroquia de Cerocahui el pasado lunes, se confesó con el tercer sacerdote, Jesús Reyna, a quien también iba a asesinar, pero quien tras pedirle calma, empezaron a dialogar por más de una hora, lapso en el que el delincuente le pidió perdón por lo que acababa de hacer y que lo confesara.

A lo largo de toda una hora de agonía, el padre Reyna, un joven jesuita que se encontraba en esos momentos en el interior de la sacristía, estuvo dialogando con el temible sicario hasta que logró calmarlo, y cuando éste empezó a darse cuenta de lo que había hecho por el enorme estado de intoxicación en el que se encontraba, le pidió perdón y le solicitó al sacerdote que lo confesara.

Después de todo lo que había comentado con él, cuya conversación la está dando a conocer ya en los primeros testimonios el tercer cura, a quien por cierto le había preguntado "El Chueco" que él seguía para que lo matara, están empezando a ser revelados, pero aquí el detalle es que un delincuente, un asesinato, narcotraficante, sicario y drogadicto de estos niveles, tuvo un diálogo junto con su grupo de pistoleros con el tercer sacerdote, a quien iba a victimar.

Hay que recordar que un enviado directo del Papa a la Compañía de Jesús de origen dominicano estaba también adentro con otro sacerdote, que se salvaron al haberse resguardado en los interiores de la parroquia de la Compañía de Jesús allá en Cerocahui, en Chihuahua, en un evento que le ha dado la vuelta al mundo y que todo el planeta prácticamente lo está comentando.

Así que "El Chueco" pidió perdón y confesión al tercer cura, al que prácticamente no asesinó porque algo empezó a sacudirse en su mente en esos momentos en que ya había victimado a dos de los sacerdotes.

Así las cosas en los testimonios que empiezan a surgir del caso más dramático del que se tenga experiencia para este tipo de eventos tan negativos y tan sádicos en Chihuahua, México, y prácticamente en el mundo, sólo comparable a lo que se daba en las guerras cristeras o lo que había pasado en El Salvador, donde el gobierno de Alfredo Cristalief había mandado asesinar a curas jesuitas por considerarlos incómodos a las protestas en contra de su gobierno.

Sin embargo, a pesar de todo ese tiempo que transcurrió, que por cierto pareció una eternidad para el sacerdote, al ver ahí regados los cuerpos de sus compañeros jesuitas y del tercer victimado, un laico, al cual hasta el momento se ha identificado como el guía de turistas, no fue suficiente para que "El Chueco" ordenara a sus compinches llevarse los cuerpos de los tres.

De nada sirvieron las súplicas del joven sacerdote, para que después del asesinato que provocó el delincuente, se los llevaran en vehículos y partieran con rumbo desconocido, que hasta el momento no han sido localizados, y que por lo tanto lo que más exige la Compañía de Jesús y los reclamos de todos los sectores  es que las autoridades encuentren los cuerpos de los jesuitas a la mayor brevedad.