Cada día se acerca más la temible crisis de agua. Lo que ya es una realidad para la gran ciudad de Monterrey, que alguna vez fue ejemplo de desarrollo económico, y también en colonias, barrios y ejidos, como Barreales, quienes han sufrido durante meses la absoluta carencia de agua, es el futuro para ciudades como Juárez o la capital del Estado, donde la misma Junta Central de Aguas, en documentos públicos, ha afirmado que le podrían quedar menos de 10 años de agua.
La falta de agua significa como tal el fracaso de un modelo de desarrollo basado en las ganancias económicas inmediatas para los sectores más favorecidos, sin importar las consecuencias que sufran los ecosistemas y los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Este tipo de modelo económico, político y social hoy se encuentra totalmente obsoleto y debemos de aprender de las experiencias de nuestros hermanos y familiares de Nuevo León y Monterrey para que no se vuelva a repetir esta desastrosa situación.
Uno de esos errores es centrar toda la responsabilidad en el consumo de los individuos. Durante décadas han existido campañas de ahorro de agua, sin embargo, como los hechos lo demuestran, no han dado resultados positivos. Otro de los errores es analizar la problemática como si a través de decisiones individuales de consumo se solucionara todo: “Deja de consumir x marca de refresco o cerveza o es tu culpa la crisis”. Esto es del todo falso. Según los medios de comunicación de Monterrey, el agua que consumen las principales industrias asciende a la cantidad aproximada de 40 mil millones de m3 al año. Esta cantidad es equivalente en el estado de Chihuahua tan solo en el cultivo de algodón. ¿Nadie consume cantidades excesivas de algodón verdad? Por supuesto que no, este es un cultivo de exportación. Lo mismo con la Nuez que consume ¡EL DOBLE! De agua que las principales industrias de Monterrey. Nadie consume tanta nuez.
De lo anterior se desprende que este es un tema económico y político, no de consumo individual. Por lo tanto, debemos atender la raíz del problema, el modelo económico y tecnológico. Es necesario una reconversión que tome en cuenta los avances técnicos y que dirija la economía hacia actividades sustentables y ecológicas. No tenemos otra opción.
Por todo lo anterior, considero necesario que el H. Congreso esté a la altura de las circunstancias y que tome una decisión difícil: reformar la ley de aguas del Estado de Chihuahua con el objetivo de prevenir una situación desastrosa y que quede claro que el derecho al agua para consumo doméstico y personal está por encima de cualquier otra actividad económica, sea industrial, agrícola o de otra índole. Se debe asumir un enfoque para favorecer como prioridad el abastecimiento de agua para el consumo personal para los sectores más vulnerables. Esta es la deuda histórica que tenemos como chihuahuenses, asegurar un futuro con agua y dignidad para nuestras familias.