Ayer platicaba con mi hijo de 21 años, recordábamos algunas situaciones difíciles que vivimos tras la muerte de su hermano y su papá.
Me platicó cómo le dio la noticia de la muerte de su papa una de sus tías. Ella le dijo, “tu papá ya puede correr” el dice que por un par de segundos le llego un soplo de esperanza de que su papá se había recuperado y eso le avergüenza un poco por su ingenuidad.
Claro que no hay nada de que avergonzarse, era un niño de 12 años que anhelaba ver a su papá sano y sin dolor, un niño que había vivido y visto situaciones terribles a su corta edad, no entraré en detalles, pero pueden imaginarse las condiciones tan inhumanas en las que una persona con cáncer muy avanzado puede llegar a morir. Además, su hermano acababa de fallecer y yo no era en esos momentos la mamá que él necesitaba, así que vivió todo el proceso como pudo y sin mucha ayuda.
Pero luego me dijo algo más, me dijo, “yo todos los días los recuerdo, repaso muy seguido cada día de mi vida desde los 4 años, no quiero que nada se me olvide” yo entiendo eso perfectamente, no queremos que se nos olviden todas nuestras vivencias con las personas que amamos y que ya no están con nosotros; entonces yo le aconsejé que guardara los recuerdos bellos y los malos recuerdos los dejara fuera, pero mi hijo me contestó algo que de verdad me dejó asombrada “no mama, yo quiero recordar todo, lo bueno y lo malo, porque todas esas experiencias me han hecho quien soy" Y cuanta razón tiene!
A mi me preguntan seguido como puedo saber que el duelo ha terminado, y yo pienso que cuando comienzas a sentir que tu corazón está en paz y eres capaz de agradecer lo que has vivido y lo que tienes en ese momento.
Yo puedo decir que el día de hoy agradezco cada día vivido, cada experiencia, cada alegría y tristeza, no puedo cambiar nada, no puedo traer a la vida a mi hijo, daría todo por que eso fuera posible, pero no lo es, así que agradezco cada segundo de mi existencia porque eso me ha hecho ser quien soy, me gusta la persona en la que me he convertido y me siento orgullosa de ello.
Esta platica con mi hijo y este escrito que les comparto, me recuerdan que tengo que seguir trabajando, que de pronto me puedo sentir muy cómoda en el lugar en el que estoy y estacionarme ahí sin esfuerzo, pero la vida no para y nosotros tampoco, por eso debemos siempre buscar cosas nuevas que nos motiven a crecer, a ser mejores, a salir de nosotros mismos para entregarnos a los demás y eso nos mantiene en constante movimiento alimentando esa sensación de satisfacción y de paz.
Así que mi invitación el día de hoy es a agradecer, agradece cada día por tener la posibilidad de renovarte a pesar de las adversidades (y en algunas ocasiones gracias a ellas), de reconstruirte, de tener una oportunidad más para amar y ser amado, por tener otro día para disfrutar la vida y ser feliz a pesar de las adversidades.
Velia Rojas Zambrano