Crónicas de mis Recuerdos: A 67 Años de Excelencia Académica, Aniversario de la Creación de la FCA-UACH

Por: Oscar A. Viramontes Olivas

violioscar@gmail.com 

La Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de Chihuahua, iniciaría como nacen las cosas que finalmente importan, a tientas, en una aula prestada, con el rumor de pasos ajenos como primer público, y la voluntad de quienes supieron ver grandeza en lo pequeño, y la fecha del 18 de diciembre de 1958, la “Escuela de Comercio y Administración”, abriría sus puertas en una sala de la entonces Escuela de Derecho, el lugar que hoy ocupa la Facultad de Filosofía y Letras, y con ese gesto, comenzó a escribirse la historia de una casa que sería, con los años, refugio de inquietudes y fábrica de oficios. Fue una apertura humilde y decidida, un primer latido en la vasta ciudad universitaria, con bultos de libros, pizarras ásperas y, sobre todo, la presencia de hombres y mujeres que se atrevieron a pensar la administración y la contaduría, no sólo como técnicas, sino como formaciones del carácter.

Aquel plantel bisoño, vio su primer fruto en 1963, cuando la primera generación egresó con la licenciatura en Contaduría Pública; serían chicos y chicas que, aprenderían a balancear cuentas y a equilibrar utopías; en sus manos, la teoría se hizo herramienta, y la vocación se volvió profesión, pero la joven escuela, también conoció la prueba del crecimiento, con el tiempo, la demanda superó las aulas y en 1974, ante el aumento de aspirantes y la urgencia de orientar la verdadera vocación, se instituyeron los exámenes de admisión en distintas áreas de conocimiento y pruebas psicométricas, como filtro y brújula. Fue un capítulo de selección y de madurez, una decisión que produjo alivio y protesta, esperanza y frustración en partes iguales. El caminar hacia la complejidad académica continuó y en 1976, egresó la primera generación de licenciados en Administración de Empresas, y la escuela, que ya no podía llamarse solo “escuela”, empezó a consolidarse como Facultad, ya que, los sueños se hicieron programas, los programas, se hicieron planes de estudio; las aulas se llenaron de debate y de noches en vela, de estudiantes que habían ingresado por necesidad o por hambre de futuro. 

Los docentes, hombres y mujeres de vocación, algunos recién llegados, otros ya curtidos en la administración pública, construyeron una andragogía que mezclaba el verbo con la práctica, el idealismo con la técnica, y en los ochenta, los años de la consolidación y de expansión disciplinar; para1982, se instituyó la especialidad en Banca; 1983, mediante convenio con el Instituto Mexicano de Comercio Exterior, nació la especialidad en Comercio Exterior. Era una Facultad, acercándose al mundo que entraba por la puerta del comercio internacional, a la frontera de la globalización incipiente y en 1985, incorporó la licenciatura en Sistemas de Computación Administrativa, en respuesta temprana a la revolución informática que empezaba a insinuarse, y así, la casa hizo suyo el desafío tecnológico. Cada nueva oferta era una promesa, formando profesionales aptos para una economía que ya no se circunscribía al mercado local.

Pero el progreso no fue una línea recta, sino una sucesión de ascensos y tropiezos. Hubo momentos de gloria, sí, actos de inauguración, diplomas entregados con manos temblorosas, la presencia de autoridades que venían a avalar el esfuerzo, y también, hubo decisiones difíciles, recortes, ajustes de planes, debates sobre el rumbo académico, así, en 1988, la Facultad sumó la especialidad en Fiscal y el diplomado en Informática; al año siguiente, la especialidad en Banca, el cual, se transformaría en el diplomado y la especialidad en Recursos Humanos, la cual ascendió a Maestría. Los docentes, en muchos casos, fueron arquitectos discretos de estos cambios, diseñando programas nocturnos para trabajadores, diplomados para industriales, cursos para servidores públicos. Se trataba de una institución que aprendía a ser útil en voz alta y en los albores de la década de los noventa, trajo niveles de posgrado que consolidaron su rango universitario y en 1990, egresaría la primera generación de LSCA; 1992, se aprobobaría e iniciaría el Doctorado en Administración; en 1993, arrancaron diplomados orientados al ciclo de vida de los proyectos de inversión, por lo anterior, la Facultad dejó de ser solo un lugar de pregrado para convertirse en centro de pensamiento aplicado, en semillero de proyectos y consultorías. En 1995, comenzaría el diplomado en Inglés y, en agosto de ese mismo año, se inauguró la Maestría en Mercadotecnia y la Especialidad en Administración Financiera. Fue un gesto de apertura, ya que, la formación ya no buscaba solo técnicos, sino gestores capaces de leer mercados y liderar equipos.

La relación con empresas e instituciones marcó otra impronta y en 1996, se impartió la Maestría en Administración de Recursos Humanos en Zacatepec, Morelos en coordinación con el Instituto Tecnológico local y en 1997, se firmaron colaboraciones con la Cámara Nacional de la Industria de Transformación y con el Instituto Mexicano del Seguro Social para diplomados en tributación, desarrollo directivo y administración laboral; fueron convenios que acercaron la Facultad al pulso productivo y que, llevaron aulas a fábricas, oficinas y plazas municipales, por ello, en 1998, la Facultad firmaría un convenio con la Universidad de Sul Ross en Alpine, Texas, para impartir el MBA dirigido a empleados de maquiladoras; el 23 de marzo de ese año, la licenciatura se trasladó al Nuevo Campus Universitario y, en mayo, la División de Estudios de Postgrado encontró su nuevo hogar. El traslado físico, simbolizó un salto, más espacio, más laboratorios, más posibilidad de crecer. Por otro lado, surgieron también desafíos de acreditación y estándares y a comienzos del milenio, llegaría la demanda de calidad formal.

El años de 2003, sería el inició de las licenciaturas en Administración Financiera (LAF),  Administración Gubernamental (LAG), y la Maestría en Administración Pública; en ese año, los programas educativos de Contaduría Pública, Administración y Sistemas, obtuvieron la acreditación de CACECA por cinco años. Fue la validación externa de un proceso interno de décadas, un premio a la paciencia y la coherencia institucional, y así, los nuevos egresos de dichas carreras en 2007, marcaron la madurez de una oferta diversificada. En 2000 y 2001, la Facultad añadió maestrías en Sistemas e Impuestos, y las acreditaciones, se convirtieron en prácticas cotidianas, de esta manera, la institución aprendió a someterse a procesos de evaluación, a mejorar planes, a escuchar la retroalimentación de la industria y con la llegada del siglo XXI, también llegó la digitalización, de esta manera, en 2008, la Facultad ofreció las tres licenciaturas en modalidad virtual, una respuesta necesaria al tiempo de pantallas y ritmos cambiantes. Más tarde, entre agosto y diciembre de 2011, se abrió una extensión en la capital del estado, y se incorporaron las licenciaturas en Ciencias de la Comunicación y Relaciones Internacionales, ampliando la presencia urbana y la conexión con los flujos contemporáneos.

La crónica de la Facultad de Contaduría y Administración, Universidad Autónoma de Chihuahua, no estaría completa sin las figuras que la habitaban; los directores que, tomaron decisiones en noches de sillón y cigarro apagado; las secretarias que, custodiaron expedientes; los profesores que llegaron con cuadernos gastados, y se fueron con legados; los estudiantes que, hicieron de la carencia, la argamasa de su esfuerzo. Hubo, inevitablemente, fracasos, proyectos truncos por falta de recursos, programas que no arraigaron, diplomados que no encontraron mercado, también, hubo derrotas personales, maestros que no vieron terminar su tarea, generaciones enteras golpeadas por crisis económicas y, en paralelo, éxitos públicos, convenios internacionales, programas acreditados, aulas llenas en los atardeceres de examen.

Y así, en 2024, la historia parecía cerrar un círculo con nuevos horizontes, la Facultad, estableciería convenios de doble titulación con la City University of Seattle (CityU) y la Western New Mexico University (WNMU), sellos que hablan de internacionalización y de puertas abiertas. Es la respuesta de una casa que aprendió a mirar afuera sin abandonar su suelo; cada convenio, cada movilidad, cada defensa de tesis fue, y es, el testimonio de una institución que desde aquel 18 de diciembre de 1958, ha transformado el granito en catedrales de conocimiento. La Facultad de Contaduría y Administración tiene, como todas las instituciones vivas, una piel hecha de fechas, y sangre hecha de historias humanas. Recordar sus jornadas, es escuchar la voz de quienes cruzaron pasillos con el alma llena de nervios; es ver las manos de, quienes doblaron horas de trabajo y estudio; es oír, los discursos oficiales y las risas en los patios. Es, sobre todo, comprender que detrás de cada logro, hay noches de desvelo, y detrás de cada tropiezo, la posibilidad de aprender.  Hoy, cuando la Facultad mira hacia el futuro, lo hace con la memoria encendida; los nombres de profesores, estudiantes y autoridades, flotan en su memoria institucional como luces que no se apagan. 

Allí están los rostros de los que se graduaron en 1963, 1976, 1990 y 2007; las voces de los que impartieron diplomados en las lacónicas aulas de los ochenta y noventa; los abrazos de quienes, en 1998, movieron muebles para el traslado al nuevo campus. Esta es la crónica que late, una casa forjada por la necesidad, templada por la prueba y redimida a fuerza de voluntad en la excelencia académica. Bienvenidos, como un eco, sigue diciendo la Facultad, recordando siempre de dónde vino y hacia dónde desea volar. ¡Feliz Aniversario FCA- UACH!