Buenos deseos

Arq. Mario C. Contreras Figueroa

Columna | Sin sesgo

 

Un país no cambia solo con buenos deseos y frases de cajón.

Como cada seis años, los buenos deseos de muchos mexicanos se expresan con frases como “la responsabilidad es de uno, no del presidente” o “hay que darles tiempo para que cumplan sus promesas”; “nadie baja diez kilos de un día para otro, se lleva tiempo” y luego, como los propósitos de año nuevo, se guardan en una caja, bien cerrada, que se abrirá nuevamente dentro de seis años más.

La verdad es que expresar las ganas de que algo suceda, sin hacer nada, es peor que no decirlo.

Y la mayoría de las personas que sí lo dicen, lo hacen como una especie de deslinde, para decir luego “se los dije” cuando ni ellos ni nadie hacemos nada.

Efectivamente, la responsabilidad de los ciudadanos, sobre todo aquellos que llevaron al poder al gobernante, es cumplir con la parte que le corresponde, aunque la mayor responsabilidad es el gobierno, que cuenta con el personal y los recursos para llevar a cabo sus promesas de campaña.

Muchas de esas promesas, especialmente las que más movieron el corazón de los mexicanos, eran solo lo que quería oír la gente, pero no son factibles, ni ahora ni nunca.

Dejar de ser pobre no es responsabilidad del gobierno, porque los apoyos asistenciales, del tipo de “Procampo” o “Progresa”, no sirven más que para aumentar la corrupción y generar compromisos políticos, pero no para terminar con la pobreza. Se requiere de esfuerzo de quien recibe el apoyo que, por sí solo, es como un medicamento que no se toma, o que se toma sin horario: no funciona.

De igual manera, repartir más dinero a los Estados más pobres es, quizás, el error más grande que cualquier gobierno puede cometer.

En alguna ocasión, siendo Vicente Fox presidente de México, en una visita a Chihuahua, habló a un grupo de empresarios sobre la gran necesidad que tenía el Sureste de recursos, la pobreza en la que viven muchos de sus habitantes y les decía que lo correcto era dirigir los apoyos a aquellas regiones, para ayudar a todas las familias en necesidad. En pocas palabras, que el Norte no necesitaba recursos y que debían irse a programas asistenciales.

El sabio empresario que le respondió le dijo que eso era el ejemplo de lo que no se debe de hacer; si no funcionan las cosas enviando recursos y se están limitando a los Estados que sí producen, donde sus habitantes trabajan de sol a sol para salir de la pobreza, los paradigmas de su gobierno estaban al revés y tenían que analizarlo y corregir de inmediato.

También en otra ocasión, en un evento con una Fundación, de las que apoyan a los municipios en sus necesidades, la presidente de la misma no dejaba de presumir la presencia de varios presidentes municipales sucios, harapientos (y por cierto, con un fuerte aliento alcohólico), de municipios que recibieron recursos y que para ellos representaban la imagen de la pobreza de México. Entre los participantes había varios alcaldes del Norte, de municipios de alta marginación, todos ellos limpios, bien vestidos, con sus clásicas botas de colores y cuando le pregunté a la presidente por qué a ellos no les hacían caso, me respondió que porque no eran pobres. La verdad es que me molesté mucho que confundiera suciedad y descuido con pobreza.

Desgraciadamente los paradigmas que se acostumbran, todavía, en nuestro México del siglo XXI son los de las películas de Hollywood. Naturalmente, la pobreza digna, no vende y no sirve para promocionar la imagen de los gobernantes en turno, sean del color que sean, blancos o morenos.

Sería bueno detenernos, sobre todo quienes delinean las políticas públicas, para ver por qué México no avanza, por qué hay tanta desigualdad, por qué no se favorece el trabajo por encima de estirar la mano para pedir limosna.

Un ejemplo que me ha tocado ver, recientemente, es el de Oaxaca. Uno de los estados con mayor índice de marginación en México.

La primera vez que lo visité fue en el año 2001 y correspondía con el estereotipo de las películas. No era necesario buscar mucho para encontrar las necesidades de la gente. Acababan de destruir los supuestos maestros media ciudad capital y el gobierno hacía esfuerzos para recuperar el patrimonio artístico. Mucha cantera fue sustituida, por ignorancia, con cemento. La alimentación de los niños no les permitía crecer. Muchas mujeres vendían sus artesanías en las plazas, por lo que los turistas les quisieran pagar.

En el 2016, quince años después, tuve la oportunidad de regresar y no pude menos que sorprenderme con los cambios. Aunque los seudo-maestros seguían tomando las calles, el gobierno los confinó a una cuadra, cerca del Palacio de Gobierno. La primera gran sorpresa fue ver la estatura de sus jóvenes, muchos de los cuales miden más de 1.80 metros y su actitud no es de derrota, sino de futuro. Las mujeres siguen vendiendo sus artesanías en las calles, pero a precios competitivos y acordes a la calidad de sus productos. Muchas de ellas se han asociado en cooperativas, que ocupan edificios en el primer cuadro de la ciudad, donde se vende lo mejor de lo mejor de Oaxaca y hay que pagar lo que vale. Por todos lados hay cafés, restaurantes, panaderías, joyerías, hoteles, con servicios de calidad y muchas veces manejados por los propios lugareños. Incluso hay un café, manejado por sus propietarios, que son una cooperativa indígena, que compite, con ventaja, con el único Starbucks, que se encuentra perdido en alguna callecita.

En menos de una generación alguien -o algo- hizo despertar a estos industriosos mexicanos e independientemente de que todavía hay grandes necesidades, cada vez son más los oaxaqueños que han encontrado, en el turismo, una manera de vivir bien.

Esto es el ejemplo que hay que seguir. Olvidarnos de los subsidios, de los regalos, de los programas que regalan materiales de construcción o maíz o pollos o lo que sea. Que el ejemplo del Norte sea el que valga para el resto del país. Ya lo vivimos en muchos estados, además de los de la franja fronteriza: Querétaro, Jalisco, Guanajuato, entre otros.

Y si la gente no tiene necesidades, tampoco querrá dedicarse a labores ilícitas, como la siembra de drogas. Donde no hay necesidad y hay trabajo, no hay malos pensamientos.

Que las reflexiones sexenales nos duren todo el sexenio. Que de veras no demos mordida, que no pongamos “diablitos” en las casas, que todos paguemos impuestos (los que no pagan son los que más exigen), que dejemos de contrabandear vehículos que son sinónimo de pobreza.

Y que el gobierno haga lo que verdaderamente le corresponde.

 

Arq. Mario C. Contreras Figueroa

Tips al momento

Los pactos de Ulises Ruiz por 75 mdp 

Luego de 18 años y en pleno proceso electoral circula un video grabado en 2006 durante el gobierno de Ulises Ruiz en Oaxaca, en el cual aparece su secretario de gobierno, Jorge Franco pactando con "fajos de dinero" con Enrique Rueda entonces Secretario de la Sección XXII  del Sindicato de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)

Se aprecia en el video que circula en redes, como Jorge Franco secretario del gobierno de Oaxaca recibe a Enrique Rueda en una oficina portando una maleta. El funcionario estatal acomoda en la maleta de Rueda el dinero por 75 millones de pesos para pactar con el entonces gobernador Ulises Ruiz.

El material menciona, que esto sería parte del pacto para traicionar  al Movimiento Magisterial, un total de 75 millones de pesos, la pregunta es si de la misma manera ¿opera hoy Ulises Ruiz en Oaxaxa para la campaña de Xochitl Gálvez?

Ulises Ruiz es actual coordinador de la campaña de la candidata presidencial en Oaxaca.

 

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