Jacinto Gómez Pasillas
Destaqué en mi artículo anterior que la lectura es vía fundamental del Proceso Enseñanza Aprendizaje y también que es determinante no solo en la escuela, sino en la vida productiva de las personas y que por tanto leer sigue siendo necesario sea por la vía tradicional de los libros, publicaciones impresas o a través de las diferentes modalidades (por internet) que permite el avance tecnológico y de la comunicación.
Propiciar e insistir no en la lectura “a secas” sino en la “buena lectura” es importante para que la población en general no solo aprenda y se informe mejor, sino para que desarrolle plenamente su criterio y capacidad de análisis y formación de juicios en el ejercicio de su participación ciudadana.
Esto, sin distingo de edades, condición social o económica. Tan importante la buena lectura para los adultos como para los jóvenes y más en los niños. Es una actividad para cuya estimulación y práctica tienen que ir asociados como motivadores los maestros y los padres de familia.
Recordaba que la lectura debe entenderse como la actividad compleja de PERCEPCIÓN Y DECODIFICACIÓN, que constituye el medio fundamental en los procesos de Enseñanza-Aprendizaje en la escuela y lo sigue siendo en la vida de las personas permanentemente.
DECODIFICAR es pues una actividad esencial para aprender a leer, que implica pronunciar palabras, cambiar sonidos y descubrir significados y asociación de símbolos y cosas. Este proceso de aprendizaje inicia en Jardín de Niños (Kínder) y se consolida en Primaria. Aprender a leer y aprender a escribir, son autoridades indisolubles que en las subsiguientes etapas de la vida escolar serán clave para la formación integral de los individuos.
Uno de los problemas principales del Sistema Educativo Mexicano tiene que ver con la ruptura en el proceso formativo de los educandos generada por las condiciones extremas del entorno social (pobreza, marginación, desempleo, etc.).
La deserción escolar, principalmente en Educación Básica y aun en Media Superior, deriva entre otras cosas, al Analfabetismo Funcional, que es básicamente la incapacidad de un individuo para utilizar su capacidad de lectura, escritura e incluso cálculo, de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida.
El analfabeta funcional sabe leer y escribir, pero solo hasta cierto punto y tiene una gran incapacidad para resolver tareas necesarias en su vida cotidiana o para comprender y enfrentar problemas de todo tipo (ej: seguir las instrucciones escritas u orales en un trabajo); convirtiéndose en un individuo marginal socialmente y desplazado laboralmente, sujeto por tanto a inequidad y explotación.
Esta caracterización puede incluso aplicarse a quienes habiendo concluido sus estudios hasta nivel profesional o semi-profesional, se desinteresan de un proceso permanente de actualización, superación o capacitación, y se convierten en personas muy limitadas para entender y asumir los avances tecnológicos de comunicación, computación y uso de sus instrumentos y procedimientos desde un ordenador o computadora personal hasta un simple teléfono celular, de manera eficiente.
En fin este problema que es de todos los países y agudizado por el progreso tecnológico y las facilidades para sustituir el esfuerzo intelectual de las personas por los apoyos de las innovadoras modalidades de la comunicación, se ha convertido en un mal endémico de la vida cultural y educativa de los países en desarrollo.
En nuestro país, los datos estadísticos producto de encuestas y estudios, además de no estar actualizados en forma general, arrojan información preocupante sobre los hábitos de lectura de la población mexicana.
Si bien en términos históricos el esfuerzo educativo ha significado avances relevantes como por ejemplo que en la época reciente (de 1986 a 2016) la población escolar se haya casi duplicado y que el número de maestros sea más del doble; así como que la escolaridad promedio de la población económicamente activa haya subido a 9 años (o sea cobertura completa de Primaria y parcial de secundaria) y que incluso (lo más difícil) la inversión en la educación (mal llamada gasto educativo) haya llegado más o menos al 7% del producto interno bruto (PIB); no se ha logrado superar índices bajos de eficiencia terminal y de cobertura educativa, y en lo que nos ocupa no se ha logrado elevar los índices en los habitos de lectura de los mexicanos, empezando desde su práctica en las escuelas de todos los niveles. Basten como referentes de la preocupante realidad los siguientes:
Hay más información que es un poco menos preocupante, pero no satisfactoria, como que:
Todas estas consideraciones apuntan a la urgente necesidad de que la autoridad educativa implemente un Plan o Programa Nacional de Fomento a la Lectura en la población de todos los niveles y recupere prácticas editoriales que en diversos momentos permitieron distribuir y dar acceso a las familias a un acervo cultural básico a través de la impresión y distribuciónde textos sencillos, baratos, y de fácil comprensión sobre libros clásicos de la literatura mexicana y universal.
En tiempos de JAIME TORRES BODET como Secretario de Educación se realizó un esfuerzo editorial masivo de pequeños textos que de manera sintetizada contenían obras literarias de diversos géneros, que eran coleccionables y permitían a la vez formar pequeñas bibliotecas en los hogares mexicanos. Recuperar esta práctica editorial y agregar al modo tradicional, la modalidad digital para los lectores jóvenes; sería muy útil al impulso de la buena lectura y no significaría competencia ni afectación a la industria Editorial Mexicana.
Igualmente importante es hacer efectiva y sistemática en el desarrollo curricular de cada nivel de Educación Básica e incluso de nivel Medio Superior, la práctica de la “LECTURA DE COMPRESIÓN” para que la lectura como hábito y vía esencial para los procesos de enseñanza – aprendizaje permita de manera efectiva y gradual la habilidad y capacidad para “apropiarse de los conocimientos inmersos en las lecturas y valorar las propiedades inherentes de cada texto”.
Si recordamos que la comprensión es “la facultad o facilidad del ser humano para percibir las cosas y tener una idea clara de ellas”, podemos concluir que la “lectura de comprensión”, es la forma de leer para entender, o dicho de otra manera: COMPRENDER PARA APRENDER.
En Educación Básica (principalmente en Educación Primaria) es conveniente que el maestro asuma la LECTURA DE COMPRENSIÓN como un proceso de acompañamiento para que los estudiantes “reconozcan la necesidad de desarrollo o mejora de sus estrategias o modos de lectura, a partir de un auto diagnóstico por medio del cual lograrán procesar y superar sus debilidades, para desempeñarse como un lector competente.
Para los expertos la “COMPRENSIÓN LECTORA” es el proceso de elaborar un significado al aprender las ideas relevantes de un texto para relacionar esas ideas con los conceptos que ya tienen un significado para el lector. Es importante para cada persona entender y relacionar el texto con el significado de las palabras. También lo es el proceso a través del cual el lector “interactúa” con el texto, sin importar la extensión o brevedad del párrafo o capitulo”.
“LA COMPRENSIÓN LECTORA” es un proceso más complejo que identificar palabras y significados. Esta es la diferencia entre la Lectura Simple y la Lectura de Comprensión. Es una habilidad básica sobre la cual se despliega una serie de capacidades conexas o relacionadas: manejo de la oralidad, gusto por la lectura y pensamiento crítico. Es una tarea cognitiva (del conocimiento) que entraña gran complejidad, ya que el lector no solo ha de extraer información del texto, sino interpretarla a partir de sus conocimientos previos, e incorporarla al objetivo o propósito al cual sirve la lectura que se hace”.
Como se ve, desarrollar la habilidad-capacidad de la “LECTURA DE COMPRENSIÓN” es la mejor vía para lograr a plenitud los objetivos del proceso enseñanza-aprendizaje en la escuela y el auto aprendizaje para la actualización y superación en la vida profesional y en la convivencia social.
Quiero concluir, que con base en estas consideraciones y en abono al fomento de la “BUENA LECTURA”, incorporaré periódicamente y al final de mis colaboraciones, recomendaciones o referencias bibliográficas sobre libros de diferentes géneros que puedan serle útiles en información al amable lector.
Jacinto Gómez Pasillas