Luminarias y política

Da la impresión de que el verdadero enfrentamiento en Chihuahua se da entre las luminarias de unos y las luminarias de otros, en Chihuahua y en Ciudad Juárez. Ambos alcaldes quieren las luminarias. Todo indica que esta devoción por la luz obedece, más allá de cada caso, a una rivalidad en que quizás se resuelva su futuro político. Dicho de otra manera, el tema de las luminarias es un pretexto para otra cosa que, en este caso, parece una contienda anticipada que sólo descifrará el porvenir. Sin negar un interés legítimo por parte de ambos presidentes municipales en inundar de luz sus respectivas ciudades, tampoco queda a resguardo de la oscuridad unas maniobras que beneficiarán de una u otra manera al bolsillo de algunos diputados. El independiente, Armando Cabada, en Ciudad Juárez, y la panista María Eugenia Campos, en Chihuahua, coinciden en el mismo interés por dotar a sus respectivas ciudades de más luz. Previsiblemente, ambos se postularán como candidatos a la gubernatura del Estado. Está por ver si Cabada, como independiente, mientras que todo apunta a que Campos lo hará por el PAN. El tema de las luminarias representa el arranque de campaña para una y para otro.

Es curioso que este asunto ocupe las fuerzas y las energías de los dos alcaldes porque da la impresión de que ahora no es una prioridad el cambio de luminarias, sobre todo en dos ciudades en donde hay otras impostergables. Hay pues un interés político y económico, de dos políticos para quienes la necesidad de los ciudadanos se antoja secundaria. Frente al oportunismo, porque eso parece que es, los diputados locales son los únicos que pueden ejercer una firme oposición para que los recursos públicos no se destinen a ocurrencias dirigidas al futuro político de ambos alcaldes, prevaleciendo el interés general por encima de intereses personales circunstanciales. De hecho, esa es también responsabilidad de los diputados, que no son sino representantes de los ciudadanos en el congreso local. Al oponerse a este proyecto, no sólo se muestran como políticos responsables sino ante todo como representantes que honran a sus votantes. 

El debate no son las luminarias aunque lo sean. En realidad, la discusión está en la necesidad de tener políticos que utilizan sus cargos para hacerse con recursos públicos al servicio de sus proyectos personales. Pueden pretextar que con las luminarias se benefician los ciudadanos, lo cual seguramente es verdad, pero lo es menos si se considera que el gasto en estos momentos no parece necesario. Es cierto que los alcaldes pueden plantear sus proyectos y buscar la aprobación del Congreso local. También lo es que si los diputados locales, principalmente de los partidos de oposición, se resisten no habrá manera de que se apruebe.

El problema de fondo reside en el manejo de la información por parte de los alcaldes. No es convincente que algo que no es necesario se presente como tal. Tampoco que, en caso de que haya oposición en el Congreso, esta resida únicamente en intereses políticos y no en la argumentación sólida en contra de la propuesta.