Transformando a través del dolor

¿Alguna vez has sentido dolor?, dolor profundo, puede ser físico o emocional, una pena profunda, creo que nadie que esté vivo puede estar exento de decir que jamás ha sufrido dolor, desde el niño pequeño que se cae, hasta los dolores más grandes de la vida, como la pérdida, enfermedades, guerra, hambre, el dolor está en el mundo. Una mujer estaba constantemente enojada, hablaba a todos de forma grosera, incluso parecía que esbozar una sonrisa le provocaría una embolia, todos a su alrededor, comentaban lo odiosa que era, y que no la toleraban más, hasta que un día se percataron de que en su corazón tenía una espina que le provocaba sangrado, y evidentemente, un dolor fuerte, es lógico que alguien que vive con dolor no puede ser el más feliz del mundo, ¿a dónde quiero llegar con esto?,  la mujer, dejó que el dolor la aturdiera tanto y se sumió en él, se alejó del mundo y lógicamente vivía enojadísima (no podemos juzgarla), nadie desea experimentar una situación que implique sufrimiento, sin embargo de las adversidades es de donde se toman los aprendizajes para poder avanzar en la vida, si tú ayudas a una mariposa a abrir su bolsa, jamás podrá volar, debe pasar por ese dolor para hacerse fuerte.

Dice Menajen Mendel Schnnerson “Las tragedias de la vida debieran ser vistas como  parte de un sistema cósmico de desafío y trabajo que nos permite alcanzar los niveles más altos de felicidad y bondad”, nadie puede evitar el dolor, pues sólo de él se puede aprender, tú decides si te sumes en el dolor para ser un amargado que no ve la salida, o transformarte en mariposa utilizándolo. El dolor es inherente a la vida, forma parte de ella, recuerda que nuestro espíritu eligió venir a este mundo a experimentar la vida terrenal para aprender, ella implica la alegría, el gozo, pero también el dolor, y lo puedes ver en todo el mundo, siempre hay tragedias, pero también hay belleza. Hay un cuento, en el que un hombre llegó a un paraíso, lo atendió un sirviente que le dijo que ahí sería el rey, y todo cuánto quisiera le sería concedido, entonces, al verse en semejante paraíso, se sentó, pidió los aposentos más cómodos y ostentosos, sirvientes de todo tipo, “deseo los mejores manjares a mañana, tarde y noche” se lo concedían, “deseo mujeres por montones”, concedido, “deseo que me bañen, que me limpien, que me den de beber” todo concedido, hasta que llegó un punto en el que dijo “YA NO MÁS, LLÉVAME AL INFIERNO, ESTOY MUY ABURRIDO AQUÍ” a lo que el hombre que lo atendió al principio le contestó: “¿y dónde crees que estás?”, pensar en una vida idílica sin dolor, es pensar en vivir en un lugar donde el espíritu morirá lentamente, sin embargo, vivir sumido en el sufrimiento por el dolor, también es morir lentamente, entonces ¿qué hacer?.

Pues bien, al vivir una situación dolorosa, que nos pone a prueba, lo primero que debemos hacer es reconocer que somos más grandes que ese dolor, no somos esa situación dolorosa, nuestra vida es más que ese dolor y que esa situación llegó a nuestras vidas porque somos perfectamente capaces de resolverla, sólo debemos hacernos responsables y madurar en esa situación, para encontrar ese recurso que ya tenemos para salir adelante, es decir, ese dolor que nos aqueja hoy, es un maestro para sacar la mejor versión de nosotros mismos, pero en ocasiones permitimos que el miedo y evidentemente el sufrimiento no nos permitan ver nuestra grandeza ante las dificultades, pero, nuestro poder está ahí para salir,  dice el grupo La Oreja de Van Gogh que la paloma nunca deja de ser ave aunque tenga el ala rota, ve a tu esencia, entra en contacto con tu poder interior y encuentra ese lugar en el que eres tú, a pesar de todo, y ese tú, fuerte y poderoso emerja para sobrellevar la situación.

Los poemas más hermosos, las piezas de música más conmovedoras, son producto del dolor, de la tristeza, convierte tu experiencia dolorosa en tu obra de arte, transforma ese dolor para dejar que toda la belleza que hay en ti se exprese, la pregunta no es por qué, si esa fuera la pregunta, obtendríamos respuestas que nos lleven a pensar que la vida es injusta, y nada se mueve sin un propósito de equilibrio en todo el universo, pero la pregunta correcta es ¿PARA QUÉ?, para qué vivo esto, qué debo aprender, qué debo cambiar, qué debo mejorar, qué debo hacer, hacer estas reflexiones, y realmente estar en paz para encontrar esas respuestas que van llegando, te llevará a accionar, nadie cambia, nadie mejora, nadie se transforma si no actúa, recuerda que el oro no puede ser apreciado si antes no es fundido, qué te enseña esta situación, qué debes aprender, y qué debes hacer. ¿Para qué vivo una enfermedad?, para aprender a valorar la salud, para cambiar activamente hábitos que me enfermaron. ¿Para qué vivo una situación de carencia?, para aprender a valorar la prosperidad, dejar de despilfarrar, ser más compasivo con quienes no tienen y compartir, ser más generoso.

Gracias al dolor nos hacemos más fuertes, esto no quiere decir que vas a estar congraciado con esa situación que te molesta, que te duele, sin duda hay que aceptarla, pero si está en tus manos cambiarla, hazlo, sólo no te sumas en la depresión, en la amargura, nadie es víctima, simplemente significa que yendo a tu poder interior, conectando con él, serás capaz de traer la belleza de tu dolor, y será como te regalarás al mundo.

No sufras, las experiencias dolorosas pasarán, de ti depende cómo, y cuánto tiempo durarán, claro, vive la experiencia, no la reprimas, más, toma aire, y ve ahí donde está ese guerrero interior dotado de todas las capacidades, y hazle frente a la situación, toma las cosas buenas que te deja, y transforma y transfórmate, el dolor es un trampolín, no lo conviertas en un lecho de muerte.