El partido del pueblo

Hoy por hoy, morena, un movimiento social y sobre todo popular se ve afligido por momentáneos pero dolorosos momentos, en los cuales los claro oscuros de la radiografía política se ven inmersos en dinámicas dañosas que vulneran la sólida y pacifica base con la que se logró el triunfo masivo en el 2018.

Entendamos que los ejercicios de poder siempre bifurcan los pensamientos de quienes participan constantemente en la vida interna de un partido político o bien una simbiosis entre el antes mencionado y un movimiento social.

Lo natural lleva también al desgarre de costuras y formas, que lejos de abonar a seguir creciendo políticamente solo lastima en lo interno y nos proyecta como un conjunto de personas o individuos en desorganización y por consecuencia lógica, no preparados para futuros retos.

Necesitamos plantearnos cuales son, hoy en día, en morena, las problemáticas que aquejan el buen desarrollo y estructuración de nuestro partido-movimiento, adaptarnos a las nuevas realidades que se desprenden del actuar de un gobierno progresista, un gobierno que realiza incansables labores para generar un espacio más equitativo y justo para su pueblo.

Necesitamos estar a la altura de lo que nos dicta el mayor referente de la izquierda moderna en nuestro país, es decir, con trabajo, haciendo política desde los núcleos principales y de esta forma poder aspirar a propagar la revolución consciente que tanta falta nos hace como ciudadanos.

Sabemos que los retos son grandes, las necesidades aún mayores y que las formas de hacer política ya no son las mismas que de hace 40 o 50 años, es por esto que las futuras representaciones populares tendrán que obligarse a un actuar sensato, prudente, pero sobre todo mesurado en cuanto a pasiones y fanatismos se refiere.

La política de café, aquella política donde se hacen tejeduras copulares debe quedar en el completo basurero de la historia, debemos crear condiciones aptas que emanen desde nuestro partido, un concepto de hacer política muy distinto al que la mayoría de las mexicanas y los mexicanos conocen.

El ejercicio político mexicano debe mutar hacia el bien común, la igualdad, el respeto y el trabajo que debe hacerse desde las bases, unas con otros para sacar esta cuarta transformación adelante.

Dejarnos de charlatanerías, batallas internas estériles que solo esperan dar la estocada final a un espectro de buenas voluntades que tanto nos costó crear. Preparémonos para dar el siguiente paso, hagamos realidad la madurez que nos llevará a conciliar por y para el pueblo.

Reorganicémonos, pongámonos de acuerdo y sobre todo recojamos los sentimientos del pueblo desde el territorio, escuchemos y reflexionemos sobre las acertadas ideas de la organización popular y pongamos manos a la obra, como lo hacía Ernesto “Che” Guevara, mandando y haciendo, porque desde la comodidad de la mera opinión los cambios no se logran.

Apoyemos la política que nos dicta el estado, sin desdibujarnos de una crítica cauta que abone a la construcción de un México más justo, más tolerante y sobre todo más incluyente. Seamos jóvenes, revolucionemos conciencias, no caigamos en descalificaciones, dialoguemos con unidad, pero sobre todas las cosas, miremos siempre por debajo del hombro, que allá afuera no todos tienen la misma realidad que tú. Hagamos patria.

Autor: Lic. Rodrigo Díaz Villista y chihuahuense, comprometido con México y su gente.