“1-2-3 por mí y todos mis amigos” era una tregua reconciliadora y de liderazgo en la niñez llamada las "escondidas". Había alguien que se dedicaban a buscar, y otros que sin cometer "delito" alguno se escondían detrás de los arbustos, vehículos y en oscuridad misma, cuidándose del que atrapaba, ya que si te veía a lo lejos la adrenalina se esparcía en tu cuerpo para llegar más rápido y ganarle al que te querría capturar.
Era un juego de fuerzas, velocidad, astucia y diversión; no imaginaríamos que en la política también siguiera la tradición; una autoridad que persigue y otra que se esconde con recursos jurídicos y mediáticos; es una historia cíclica que ocurre cada tres o seis años aproximadamente.
El quid de la situación es que a ese "juego de adultos" ya no invitan al ciudadano, lo han dejado fuera, sin entender las reglas del juego ni quién es la autoridad, quién es el busca y esconde.
Los chihuahuenses son los que cambian de jugadores, más no el juego; es momento de levantar la mano y decir 1-2-3 por Chihuahua y su gente, elegir concienzudamente quiénes serán los próximos representantes populares y gobernantes de la entidad.
Para lograr eso, hay que hacer un examen de conciencia, evitar la polarización, jugar con las cartas de la información, sumar el colmillo de elecciones anteriores y decidir no con los pies ni con el corazón, sino con la inteligencia que caracteriza a un pueblo trabajador y reformador; ya que la participación ciudadana no comienza ni termina el día de la elección; comienza cuándo opinamos, platicamos sobre los aspirantes al inicio del proceso electoral, asistimos a debates, observamos y participamos en las internas de los partidos, y acudimos el día "D" con la esperanza de decir "1-2-3 por mí y todos mis amigos' que son mis conciudadanos/as chihuahuenses.