La represión del siglo XXI

Cuando hablamos de represión, lo que se viene a la mente, es a un convoy de policías, golpeando a una persona que critica al gobierno, al estilo de Diaz Ordaz. Esa represión aún existe, aún está presente en el mundo. Pero al igual que la humanidad, la represión también ha cambiado y ha evolucionado a formas menos físicas en la mayoría de los gobiernos autoritarios y sobre todo, populistas.

Anteriormente, sabíamos que la creación de delitos y la violencia física, eran prácticamente las únicas formas de callar las voces. La evolución de la comunicación, ha creado una nueva forma de silenciar al quejoso o al periodista. Pero, nos preguntamos, ¿de qué se trata entonces?

La descalificación hacia el personaje que opina, es la más común. Desacreditar por algún error del pasado, por cuestiones que no tienen nada que ver, es la forma más precaria de actuar. Cuántas veces no hemos visto casos de gente que opina del caso de Salgado Macedonio, donde la aplanadora mediática inventa pecados o distorsiona la verdad, para que aquella opinión verdaderamente certera, quede en nada. Pareciera que destruyendo una reputación, solucionas el problema de credibilidad y por tanto el hecho desaparece.

El ataque por medios tradicionales, donde se aprovecha el espacio que le da al tirano su posición de empleado público, para emitir opiniones, sin dar una mesa de diálogo, donde se basa en el monólogo dictatorial del supuesto demócrata, para nuevamente, recordar hechos del pasado o lanzar amenazas por la vía “legal”. No necesito explicar mucho el hecho, pero todas las mañanas está presente.

Otra forma de presión silenciadora, es la vía servil pública, es decir, por medio de aquellos servidores públicos que están con el represor. Llámese legisladores que amenacen con aprobar alguna locura, la función pública o la más común de todos los tiempos, la vía fiscal.

Seamos sinceros, bajo las leyes fiscales que actualmente nos rigen, es imposible no tener una discrepancia fiscal. Dime si nunca has vendido un celular usado o un carro usado, ¿has pagado impuestos por la venta? Independientemente de la opinión que tengas de si pagar es correcto o no, la ley establece que es ingreso y como tal, se declara. Entonces, al ser tan amplio el panorama fiscal, darte una zancadilla por la vía fiscal, es lo más sencillo, para el aparato estatista que intenta detener la crítica a su gobierno.

Luego están las redes sociales, benditas redes sociales cuando te ayudan y “malditas redes, hay que regularlas”, cuando te perjudican. Cuando algo sucede, contratas gente con granjas de robots informáticos y generas tendencias falsas. Algunos youtubers que suelen ser muy hábiles para distorsionar la verdad, donde un gasolinazo, te lo convierten en culpa del PRIAN, cuando ya llevan más de 2 años de gobierno los de la “mafia del no poder”. Esta misma gente, comandada por un intelectual, que en el caso de México, sería el señor de las narco series, generan un mensaje homogéneo, que de tanto repetir, suele hipnotizar al más ignorante.

Finalmente tienes a los radicales de tu lado, aquella gente que está idolatrandote, aunque seas un fiasco. Estos suelen ayudar en redes sociales, protestas absurdas e ideas fuera de cordura. A estos les marca línea tanto el líder, como aquellos lacayos del régimen, donde su misma radicalidad, los deja ciegos ante la verdad.

Ahora si, imaginate toda esta maquinaria al mismo tiempo, operando contra aquellas personas con fama y reputación. ¿Cuánta capacidad de callar tienen no? ¿Ahora entiendes porque ya no es necesario fabricar delitos y salir a golpearte? Ahora juegan con la destrucción de tu reputación, para con ello, como persona no valgas nada y nadie te emplee ni crea en ti.

La libertad de expresión es un derecho humano y la debemos defender, sin importar tus ideologías políticas. Nacemos con opinión y cada uno podemos opinar en una democracia.

Nadie es perfecto, naturalmente un gobierno de humanos, debe tener errores. Es absurdo que cuando alguien te critique por ellos, utilices la fuerza de tu sistema calla voces, en lugar de tener la humildad y corregir lo que hiciste. Operar de esa forma tan artera, se llama soberbia y lo vemos muy presente estos días, con aquellos que se decían ser “diferentes”. Por imperfecta que sea nuestra democracia, debemos defenderla. Parte de ella es la libertad de las ideas y el periodismo.

Los resultados siempre serán tangibles y la única forma de que mejoremos como país, es siendo críticos y medir lo que sucede. Recuerda la frase “lo que no se mide, no se mejora”. ¿Tú cómo mides el éxito de un servidor público? Naturalmente con los resultados y los números, porque estos últimos, son fríos, no siguen ideologías y tampoco hacen favores. El gobierno actual, necesita dejar de ser aquel niño ególatra, donde le echa la culpa de todo a los demás y golpea al niño que opina distinto, para volverse el adulto que acepta responsabilidades, paga consecuencias y busca ser mejor. Viva la libertad de expresión!