Hoy, bicentenario de la consumación de la Independencia en Chihuahua

Un mes antes de que en México se efectuara la entrada del Ejército Trigarante y de que se proclamara en la capital de la Nueva España la consumación de su independencia, Chihuahua puso fin a la dominación española en las provincias internas de occidente, de las cuales formaba parte del territorio que hoy constituye el estado más extenso de la República.

El 24 de agosto de 1821, Agustín de Iturbide celebraba los Tratados de Córdoba junto al teniente general Juan O'Donojú, quien fuera el último representante del reino español en territorio novohispano, en donde se recuperaba lo señalado en el Plan de Iguala; sin embargo, la metrópoli no aceptó lo acordado por O'Donojú.

Entre tanto, en Chihuahua el 27 de agosto, el comandante militar de las provincias, Mariscal Alejo García Conde, con el objetivo de dar a los chihuahuenses su emancipación del régimen colonial, proclamaba la Independencia con el siguiente mensaje: 

"Amados compatriotas: ha llegado el venturoso destinado por la provincia para que juréis ante los altares la independencia de vuestra patria. El héroe inmortal Don Agustín de Iturbide y el voto de los pueblos explicado del modo más enérgico por toda la redondez de la Nueva España levanta y consolida a un mismo tiempo el grandioso edificio de vuestra libertad. No es posible deciros los bienes que vosotros y principalmente nuestros sucesores van a conseguir con esta obra que bendecirá el Omnipotente como fundada con los imprescindibles derechos que concedió a todos los hombres. La religión Santa que profesamos se afianza del modo más firme, la justicia es inseparable de las instituciones que la tienen por fundamento y las ciencias, la prosperidad del comercio y el progreso de la agricultura y de las artes, son necesariamente los frutos de un gobierno liberal que se apoya sobre la sana moral y sobre la sólida base de la justicia; pero amados compatriotas es necesario que tengáis presente que la firme adhesión a las autoridades, la unión inseparable de vuestros ánimos y la más resuelta determinación de arrancar de vuestros corazones hasta las más débiles raíces del odio y de la venganza, son medios indispensables para llegar al alto fin que aspira la independencia. Sea pues nuestra divisa la religión y la más cordial fraternidad, satisfechos de que la felicidad y progreso duradero de las naciones es sólo obra de las virtudes.

En la nota a través de la cual se le notificó al ilustre Ayuntamiento sobre las Independencia, García Conde escribió: "por unanimidad de votos se acordó la admisión de otro sistema y en los términos correspondientes se ejecute el formal y solemne juramento que ya se ha hecho por mí y todos los demás que han debido ejecutarlo; me dirijo en consecuencia a Usted a fin de que disponga lo que le toca para que los individuos de esa corporación y demás de ese vecindario se proceda a el indicado juramento". 

En la fórmula de la Independencia se debía jurar a Dios reconocer únicamente la religión Católica Apostólica y Romana, y obedecer al gobierno independiente de acuerdo al plan de Agustín de Iturbide.

Un mes más tarde, Iturbide llegaría a la Ciudad de México para entrar de manera triunfal con su "Ejército Trigarante" dando por finalizada la lucha por la independencia de la América Septentrional para el 28 de septiembre firmar el Acta de Independencia del Imperio mexicano.