El Unabomber, matemático de Harvard que se hizo terrorista y enviaba bombas por correo

Las matemáticas siempre le resultaron demasiado fáciles: se aburría. Cuando empezó la primaria el norteamericano Theodore John Kaczynski pronto descubrieron que tenía un coeficiente intelectual era de 167,3 puntos. Una persona normal tiene entre 90 y 110, para tener una idea. Y superaba también a Albert Einstein, Charles Darwin, Stpehen Hawking y Bill Gates.

Sin embargo, entre 1978 y 1995, Theodore Kaczynski, alias Unabomber por la contracción de “University and Airline Bomber”, fabricó artefactos explosivos que envió a distintos académicos de universidades, investigadores y ejecutivos de aerolíneas en Estados Unidos, perpetrando un total de 16 ataques con cartas bomba que mataron a tres personas e hirieron y mutilaron a otras 23.

Nacido un 22 de mayo de 1942 en Chicago, Illinois, Theodore fue la segunda generación de inmigrantes polacos. La noticia fue para sus padres Theodore Richard y Wanda Dombek, una señal de esperanza, un porvenir asegurado para su hijo.

Por su brillante inteligencia pasó de quinto a séptimo grado en el Colegio Evergreen Park Central. Pero para el chico no fue algo grato saltearse los grados. El trato de sus compañeros mayores no fue nada bueno si no le hacían bullying, lo ignoraban, dijo un día en tribunales. Su poderosa mente le había permitido adquirir grandes conocimientos como matemático y filósofo. Pero también otros títulos: de asesino y terrorista.

Tras graduarse en Harvard, Unabomber se matriculó en la Universidad de Michigan. Allí cursó un máster, comenzó a publicar interesantes artículos en revistas científicas y escribió una brillante tesis doctoral, titulada “Boundary Functions”, donde aborda la teoría de las funciones geométricas, una rama de lo que se conoce como análisis complejo, con importantes aplicaciones en ingeniería.

En palabras de Maxwell Reade, uno de los académicos que estuvo en la comisión que lo evaluó, “es posible que únicamente unas 10 ó 12 personas en todo el país fuesen capaces de entenderlo o apreciarlo”.

Para 1967, Ted todavía no era el Unabomber cuando aceptó un puesto como profesor asistente en la Universidad de Berkeley, convirtiéndose con 25 años en el docente más joven de la institución. Sin embargo, duraría dos años en el puesto.

Sin motivos aparentes, Kaczynski abandonó la vida académica yéndose de la prestigiosa institución. En 1971 se mudó a una cabaña sin luz ni agua corriente, escondida en el corazón de un bosque de Lincoln, Montana. Para Ted siempre fue difícil relacionarse con la gente, y en ese punto llegó al desiderátum: aprendió técnicas de supervivencia, como un explorador solitario y perdido en medio de la nada, para alcanzar el cenit: la autosuficiencia. Vivir de la caza y de la pesca...

Por ese entonces, ya tenía escritos varios ensayos, La sociedad industrial y su futuro: una visión apocalíptica del mundo moderno y su futuro, basada en la idea de que el desarrollo tecnológico no libera al hombre: lo encarcela, lo somete, lo esclaviza.

El genio que se convierte en criminal

La primera bomba llegó en mayo de 1978. Estaba oculta en una caja con aspecto y remitente normales: una encomienda de las que se reparten miles cada día en todo el mundo.

Destinatario: Buckley Crist, profesor de Ingeniería de Materiales, Universidad Northwestern, Illinois. Pero no la abrió éste sino un guardia. Explotó en la sala de profesores. Crist, ileso. El guardia, Terru Marker, con heridas y quemaduras, no murió.

Un año después de su primer atentado, el Unabomber intentó hacer estallar un avión con pasajeros de American Airlines en pleno vuelo. Su plan: introducir un artefacto explosivo en el equipaje.

El hecho sirvió al FBI para bautizarlo como Unabomber por la contracción “University and Airline Bomber”. Aunque esa vez, el artefacto, que provocó que el piloto realizara un aterrizaje de emergencia, logró apenas estallar como una débil explosión.

Su primera víctima mortal vendría después: el dueño de una tienda de computadores de Sacramento.

El 12 de diciembre de 1985, “una bomba disfrazada como un trozo de madera” —reza una anotación en el registro del propio Unabomber en su diario codificado—, explotó momentos después de que el trabajador saliese por la puerta de la tienda, acabando con su vida de un plomazo.

Ted anotó a lo largo de veintidós mil páginas escritas a mano lo que había hecho en un día particular o lo que había comido, o sobre su historia, desde gente que conocía y empleos que había tenido hasta experimentos para aprender a hacer bombas.

“Creo que ya podría matar a alguien. Enfatizo que mi motivación es la venganza personal. Mi ambición es matar a un científico, un empresario importante, a un funcionario del gobierno o algo así”, se lee en una de las páginas de su diario personal exhibidas por la docuserie.

Según el ex agente del FBI, Joel Moss, el diario de Ted Kaczynski tenía entradas que eran puramente matemáticas. “Solo números. Páginas y páginas de números. Y resultó que había una clave oculta en las escrituras para traducir estos documentos numéricos. Resultaron ser confesiones directas de todos los crímenes de Unabomber y de cómo se sintió al respecto. Se había esforzado mucho para escribirlos en código de modo que, si alguien entraba en su cabaña, un ladrón o lo que sea, no podría sacarle provecho a nada”.

Los ideales del Unabomber

A partir del incidente del avión, el Unabomber llamó la atención de los medios estadounidenses.

Kevin Fagan, periodista del San Francisco Chronicle, tiene una teoría: “El típico asesino serial caza mujeres, hombres jóvenes, personas vulnerables en callejones oscuros o caminos solitarios. No es alguien que ataca a científicos. Eso llama la atención del Unabomber”.

Tras ese atentado vinieron cinco más. El último de ellos, en 1995, provocó la muerte de otras dos personas.

“Hay expertos en computación que piensan seriamente, muy seriamente, en acabar con la raza humana y reemplazarnos por computadoras. Creen que en 50 años podremos descargar nuestros cerebros. Creen que descargaremos nuestros cerebros en computadoras, y así vivir eternamente como máquinas. Creo que muchas personas, más allá de los activistas, se sentirán afectadas por algo así”, se justifica Ted.

Ted fue detenido por hombres del FBI, luego del largo juicio, la sentencia parecía ineludible: muerte en la silla eléctrica. Pero informes médicos (posible esquizofrenia) y los esfuerzos de David, su hermano, desembocaron en ocho sentencias a perpetua y en aislamiento.

Ted, el Unabomber que atemorizó durante años a su país sigue en la ADX Florence, cárcel federal de máxima seguridad número 04475–046, Estado de Colorado. Cumplió 80 años.

Todavía continúa enviando y recibiendo cartas. Casi todas tratan sobre su manifiesto contra el progreso de la tecnología. Esa correspondencia y sus nuevos escritos están depositados en la Universidad de Michigan bajo el nombre The Labadie Collection.

Con información de Vanguardia

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