En el artículo del 1° de Octubre pasado expresamos que era de esperar que el Tribunal Federal Electoral (TRIFE) corrigiera una vez más al Instituto Nacional Electoral, por cuanto a la aceptación y/o rechazo de solicitudes de registro de nuevos partidos políticos y así sucedió.
Apuntábamos entre otras consideraciones sobre la argumentación falaz del Consejo del INE para negar registro a partidos solicitantes que:
Planteábamos también como una conclusión sobre el tema, que en los órganos electorales como en los de gobierno, deben tenerse presentes dos conceptos que son la base de la convivencia y la civilidad: PLURALIDAD y PLURALISMO. Conceptos que son diferentes pero a la vez convergentes y con muchos matices.
El Tribunal Federal Electoral finalmente resolvió el pasado 14 de octubre ordenar al INE el registro de "Fuerza Social por México" (FSM) "Redes Sociales Progresistas" (RSP) y confirmó el dictamen del propio INE de negar el registro a " México Libre".
Así, quedó configurado el abanico de los 10 Partidos Políticos que contenderán en el proceso electoral de 2021 el cual inició su preparación desde el pasado mes de septiembre y que culminará el domingo 6 de junio de 2021 con la elección federal de 500 diputados federales (300 de mayoría relativa y 200 de Representación Proporcional) así como de 21,368 cargos de elección locales en 15 estados de la república entre Gobernadores, Diputados Locales y Ayuntamientos (gobiernos municipales). Estos serán por cierto los comicios más grandes en la historia de México.
Dichos partidos políticos son:
1.- PAN, 2.- PRI, 3.- PRD, 4.- PVEM, 5.- PT, 6.- MOVIMIENTO CIUDADANO, 7.- MOVIMIENTO DE REGENERACIÓN NACIONAL, 8.- PARTIDO ENCUENTRO SOLIDARIO, 9.- REDES SOCIALES PROGRESISTAS, 10.- FUERZA SOCIAL POR MÉXICO.
Esta es una buena noticia para la ciudadanía, pues significa más y mejores opciones para los votantes que no tendrán que verse encajonados en para escoger entre ofertas numéricamente limitadas y que tienden a agudizar polarizaciones políticas y sociales proyectadas en el ámbito electoral. Habrá pues “más de donde escoger” y obligará a Partidos y Candidatos a ser más precisos y definidos en sus planteamientos y promesas de campaña y más sujetos en su desempeño (quienes resultan electos) al escrutinio y exigencia ciudadana del cumplimiento no solo de compromisos sino del ejercicio responsable, éticas y eficiente de sus cargos.
Esto derivará sin duda a una cultura ciudadana de mayor participación, acompañamiento y sanción (positiva o negativa) ciudadana en la planeación y acciones de gobierno.
Los nuevos Partidos Políticos no solo darán más opciones y alternativas a los ciudadanos al ejercer su voto, sino que además permitirá refrescar y dinamizar no solo el debate político, sino las acciones y decisiones de gobierno, así como la relación y equilibrio entre niveles de gobierno y Poderes del Estado (Federal y Estatales).
El Partido Encuentro Solidario es en realidad el nuevo registro y nombre del Partido Encuentro Social (de Centro-Derecha), que perdió su registro en 2018.
Los nuevos partidos en realidad son REDES SOCIALES PROGRESISTAS Y FUERZA SOCIAL POR MÉXICO. Ambos partidos de corte liberal progresista el primero y de centro-izquierda, el segundo identificado con los postulados de AMLO y con una agenda alternativa de identificación con las agrupaciones obreras independientes.
Mientras que RSP se define como un partido con visión de futuro para “transformar nuestra realidad a una democracia total, impulsando un capitalismo progresista y el compromiso con un pacto verde, con perspectiva de género, con bases sociales sólidas y consistentes”. Promueven un Sistema participativo, eficaz y coherente, subrayando que todas las voces y todas las expresiones tienen cabida en el proyecto que plantea el partido.
RSP tiene una fuerte identificación y presencia de activistas y bases del gremio magisterial y ha logrado calar en el ánimo y apoyos de los diferentes segmentos de población populares y de clases medias y población trabajadora urbana, sub-urbana y campesina.
Sin duda, van a ser muy atractivos como alternativa para los votantes tanto del llamado “voto duro” como del “voto blando” (indefinido y no militante) en el escenario de las elecciones de 2021.
Por otro lado, en EU el próximo martes 3 de Noviembre culminará el proceso de votación ciudadana directa para la elección de Presidente y Vicepresidente (en fórmula) de ese país, en el cual también se elegirá una parte del Senado y de la Cámara de Representantes (equivalente a la de Diputados en México).
En esa elección importante no solo para EUA sino para todos los países del mundo, por la presencia de este país como una Potencia Militar y Económica dominante a nivel mundial, contienden dos fórmulas para Presidente y Vicepresidente, por el Partido Republicano Donald Trump y Mike Pence (que buscan la reelección) y por el Partido Demócrata Joseph Biden y Kamala Harris.
El Sistema Electoral Norteamericano es de elección indirecta para Presidente y Vicepresidente de la Nación, la cual se dá en dos etapas: la primera mediante votación ciudadana general en noviembre cuyo resultado da la votación popular total que determina quién gana el primer lugar y quién pierde y queda en segundo lugar.
La segunda etapa (en diciembre) es la del Colegio Electoral integrado por 538 electores en total, que determina el candidato triunfador.
En este Sistema Electoral estadunidense un Candidato Presidencial puede ganar el voto popular y no ganar la Presidencia porque puede conseguir la mayor votación popular total del país, pero no conseguir los suficientes estados para alcanzar los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar en este.
Hay que recordar los dos casos recientes (de un total de cinco en la historia de EU) en que un candidato tuvo más votación popular pero perdió la Presidencia por tener menos votos en el Colegio Electoral: en 2000, el Republicano George W. Bush ganó la Presidencia con 271 votos en el Colegio Electoral aunque su rival el demócrata Al Gore ganó el voto popular por más de medio millón de votos y en 2016, Donald Trump ganó la Presidencia con el mayor número de votos en el Colegio Electoral, aunque Hillary Clinton le ganó la votación nacional popular por 2.8 millones de votos de diferencia.
De hecho los electores estadounidenses no votan por los Candidatos Presidenciales aunque formalmente así sea, sino que votan por consejeros electorales que seleccionan los partidos políticos y que se adjudican al candidato presidencial que gane en cada estado. Por ejemplo basta que un candidato presidencial gane en un estado por el 50.1% por ciento de la votación para que se le adjudiquen todos los consejeros al Colegio Electoral por ese estado.
Los Partidos Políticos eligen en cada estado la lista de electores y el Candidato Presidencial obtiene todos los “votos electorales” de cada estado que ganen, salvo en dos estados (Maine y Nebraska) que los asignan de manera proporcional entre los contendientes, que por cierto sería el procedimiento lógico y más democrático.
Actualmente, los ciudadanos estadounidenses están en el proceso de votar para elegir Presidente y Vicepresidente de Estados Unidos parte del Senado y de la Cámara de Representantes (equivalente a la Cámara de Diputados en México). A esta fecha han ejercido su derecho de votar anticipadamente 82 millones de ciudadanos de un total esperado de alrededor de 140 millones de electores registrados. El resto lo podrá hacer el próximo martes 3 de noviembre, fecha oficial de la elección.
Es pues entonces una elección indirecta en que gana el candidato presidencial que obtenga la mayoría de votos, no en la primera etapa de votación ciudadana general (noviembre), sino en la 2ª etapa de votación en el Colegio Electoral (en diciembre) por la votación de los delegados (o “compromisarios”) procedentes de todos y cada uno de los Estados y de la capital del país (Washington). Los integrantes de ese Colegio Electoral no representan proporcionalmente a los ciudadanos, sino a los Estados y están obligados a votar todos por el Candidato que gane en ese estado así sea por uno o pocos votos sobre su contendiente.
Podemos concluir que el Sistema Electoral Norteamericano es obsoleto e inequitativo por cuanto a que el Colegio Electoral que finalmente determina al candidato ganador (en esa instancia) no se constituye con delegados que representen proporcionalmente el número de votos directos obtenidos por cada candidato. De igual manera en las Cámaras del Congreso de EU no hay representación proporcional, solo representación absoluta para cada distrito electoral y estado.
Evidentemente, el país vecino requiere una reforma electoral que valide la presunción de que es un “ejemplo de democracia”; reforma que no van a dejar pasar los grupos o élites de poder político-y económico que controlan la vida institucional de EUA.
Recordemos que nuestro Sistema Político y Electoral (originalmente diseñado sobre la base del Norteamericano), hizo crisis en la elección presidencial de 1994, que entre otras consecuencias tuvo la desaparición de la figura de “Colegio Electoral” y la creación y posterior perfeccionamiento de Instituciones Autónomas e Independientes para organizar, realizar y validar los procesos electorales de todos los niveles en México.
El actual proceso electoral presidencial de EU está no solo polarizado sino sujeto a una serie de ataques y descalificaciones, en que sobre todo el Presidente Trump como candidato a la reelección, previendo un escenario de muy posible derrota, ha anticipado ya una serie de afirmaciones como son entre otras:
Lo anterior implica un muy posible conflicto Post-electoral inédito en esa nación que (según él) puede derivar a que no entregue el poder el próximo enero de 2021.
Esto repercutirá internacionalmente y puede afectar indudablemente a México como país vecino y asociado económicamente antes por el TLC y ahora por el Tratado Comercial México-Estados Unidos-Canadá, con las consecutivas afectaciones al clima de estabilidad no solo económica sino social y política, ya de por sí afectado por la Pandemia del COVID-19 y las elecciones mexicanas de 2021.
Ahora bien, habría que recordarles a quienes simplistamente consideran según sus simpatías o antipatías que a México le irá mejor en su relación con EUA según gane la Presidencia en EU Donald Trump o Joseph Biden; algunos antecedentes históricos de las relaciones de EU con México como país vecino y en general con Latinoamérica:
Por su retórica ofensiva se acusa al Presidente Trump de xenofobia, nativismo y como el más anti-inmigrantes de la época contemporánea. Sin negar la crueldad y maltrato a los indocumentados de México y sobre todo centroamericanos; una comparación entre este y su antecesor demócrata B. Obama (supuestamente amigable, por lo menos en el discurso) muestra como datos duros que Trump en sus primeros 3 años de gobierno deportó 666,106 inmigrantes; muestras que Obama en sus primeros 3 años deportó 1 millón 189 mil 755 migrantes y el total de deportados en 7 años de su gobierno fue de 2 millones 471 mil 644 migrantes.
Así las cosas, es aplicable el refrán: “Tan malo el pinto como el colorado”
Para los gobiernos mexicanos tanto anteriores como actual, las relaciones diplomáticas y en general, con el gobierno estadounidense han sido y son de gran dificultad, lógico en la relación de país fuerte con país débil, de potencia dominante con vecino dependiente económicamente.
Esto no debe significar en el presente y futuro de los mexicanos que prevalezca un sentimiento histórico "anti-yanqui”, sino que gobierno y sociedad promuevan un desarrollo nacional de menos dependencia económica, mejor integración comercial de beneficio realmente recíproco y colaboración de socios y vecinos respetuosos y colaborativos.