El mejor regalo navideño y en cualquier momento

Esta época de dar y compartir es una buena oportunidad para que dotemos a nuestros seres queridos de medios que pueden transformar su vida. Solemos pensar que este tipo de obsequios son los más costosos y tal vez hasta relacionamos eso de “medio” con algún aparato tecnológico de gama alta. Pues ni uno ni otro. Lo que hoy vengo a sugerirle para consentir a sus seres queridos o sacarlo de un apuro en el intercambio de la oficina es por demás sencillo y modesto, pero considero su valor incalculable: regale un libro.

Tuve la fortuna de que mi mamá, lectora asidua, me insistiera a leer desde niña. Lo hizo a base de lecturas amenas y sencillas para mi edad, sin forzarlo y haciéndome encontrar en la lectura entretenimiento y refugio. Este hábito ha transformado mi vida, y sigue formándome siempre que encuentro una oportunidad para retomar donde deje el separador. A través de los libros se aprende, se disfruta, se viaja, reímos y lloramos, sin exagerar. Nos pueden hacer pasar horas en la grata compañía del autor y nuestro tema favorito, angustiados por el destino de algún personaje literario o adquiriendo conocimientos sobre algún asunto de actualidad que queremos dominar. Ha sido tanto el impacto de los libros en mi vida que puedo asegurar como abogada que aprendí más de la justicia con el Jean Valjean de Víctor Hugo que con el concepto milenario de Ulpiano, y como política aprendí más de los errores del Fouché que nos describe magistralmente el rey de las biografías Stefan Zweig en El genio tenebroso.

Leer cumple la doble función de enseñarte a pensar y enseñarte a escribir. Si la información es poder, los libros son su fuente, y como diría el siempre genial Tyrion de Canción de hielo y fuego “Una mente necesita de libros igual que una espada de una piedra de amolar.”

Esta navidad, regale un libro.