“Siento que respiré la muerte”; el peligro de ser Fixer y llegar a las entrañas del narco

Apenas había oscurecido y la entrevista con el integrante de los Aztecas, brazo armado del Cártel de Juárez, estaba por comenzar con los periodistas extranjeros, quienes llegaron a Chihuahua a través del Fixer de Sinaloa. De pronto, un grupo de sicarios rivales rodearon el lugar y se desató la balacera.

Era octubre de 2019 y para entonces, el periodista Miguel Ángel Vega Obeso ya había logrado decenas de accesos con la base de los cárteles mexicanos en 11 años de dedicarse a ese trabajo conocido como Fixer. Documentalistas, reporteros o productores de televisión de Estados Unidos y de países de Europa lo buscaban como guía para llegar a las entrañas del narco.

En previas experiencias de terror ya había estado al filo de la muerte, frente a sicarios que le apuntaban por confundirlo a él y a los otros periodistas con agentes de la Administración del Control de Drogas (DEA). Al final salía librado porque se comprobaba que solo eran de la prensa.

Pero aquella noche en Ciudad Juárez, el cineasta que se convirtió en Fixer por necesidad, estuvo a un milímetro de perder la vida junto con el equipo de entrevistadores que había guiado, según contó a Infobae México.

Al menos una docena de pistoleros rodearon la casa de seguridad de los Aztecas. El entrevistado, líder de aquella célula, no estaba solo. Un grupo de escoltas se encontraban al pendiente de su resguardo, entre ellas dos mujeres sicarias.

Tan pronto como llegaron, los enemigos desataron la refriega y asesinaron al supuesto cabecilla de la facción delictiva: dos balazos le impactaron en la espalda. Uno de los entrevistadores fue herido en medio del fuego cruzado. Las balas pasaban zumbando por todas partes y la escolta de los Aztecas respondió para evitar la masacre, pero su jefe ya había caído.

Según Miguel Ángel Vega, contó apenas tres segundos para asimilar la situación, pero en una balacera eso es muchísimo tiempo. Primero estuvo confundido, pues los atacaron por sorpresa, después le asaltó el miedo y finalmente pudo reaccionar para resguardarse en el baño, donde estuvo hasta que ya no se oían disparos y llegó la policía.

La cámara tenía tres balazos, las luces, el tripié, todo el equipo fue impactado. El Fixer recuerda que apenas salió de la habitación vio la libreta del reportero en el suelo, pisada y manchada de sangre. Las paredes llenas de agujeros, decenas de casquillos percutidos afuera y dentro de la casa.

“Este tipo de situaciones son de vida o muerte, donde quedas inclusive traumatizado, son situaciones muy complejas, pero es parte misma del tipo de investigaciones que yo hago como Fixer, trabajando con grupos de investigación, de televisión para documentales o bien, investigaciones para libros”, explicó el originario de Culiacán.

Así ha sido trabajar en el ambiente de la narcoguerra para describirla y entenderla, para llegar a sus protagonistas y las consecuencias que padecen. Con el sentido de alerta en todo momento.

Por ello es que el Fixer de Sinaloa ha dejado un testimonio de encuentros envidiables para reporteros, investigadores o los mismos agentes de seguridad. Con sus accesos fue invitado a desayunar en casa de doña Consuelo Loera Pérez, madre de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo. Y tuvo otros convites y reuniones con el hijo, hermano y esposa del entonces líder del también llamado Cártel del Pacífico.

La primera asignación de Miguel Ángel Vega llegó en 2008, casi como una señal de auxilio. A finales de ese año había estrenado Cáliz, pero resultó un fracaso en taquilla. Ya no cubría nota roja y estaba desempleado.

Entonces fue contratado como guía para un canal de televisión estadounidense que hacía una serie sobre narcotráfico y a partir de ese momento, el cineasta se enroló en el trabajo de Fixer; que lo mismo consiste en ser chofer, traductor, mensajero, investigador y sobre todo, buscador de contactos.

Así cayó en fiestas donde asistían algún hijo de Ismael Zambada García, el Mayo, o Dámaso López Núñez, el Licenciado, mano derecha del Chapo Guzmán. Conoció a sicarios, halcones, informantes, abogados, analistas, académicos, policías corruptos, mandos medios, cocineros de drogas sintéticas, campesinos que siembran amapola y marihuana; así como esposas de pistoleros, hijos, cuñadas, viudas y otros familiares de los capos.

Si bien comenzó con un contrato, al paso de los años aumentó el número de trabajos como Fixer. Actualmente registra casi 30 colaboraciones por año, pero en sus inicios eran tres, al año siguiente ocho; y en 2020 fueron 28, antes, 22. Desde 2016, cuando colaboró con “Clandestino” de Discovery Channel, los contactos fueron más recurrentes en películas, series, reportajes escritos o videograbados.

Lo mismo ha logrado accesos con el Cártel de Tijuana, como con el Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel de Juárez, la Familia Michoacana, Templarios, Cárteles Unidos y los Beltrán Leyva. Sus actividades le han obligado a establecer contactos y viajar a Baja California, Jalisco, México, Chiapas, Coahuila, así como a Nueva York, Los Ángeles, Phoenix, Miami y Chicago. Incluso ha ido a Centroamérica y mantiene vínculos en Colombia.

En 13 años como Fixer, Miguel Ángel Vega aprendió a tomar medidas de seguridad sobre la marcha. Actualiza sus fuentes, porque muchas de ellas ya fueron asesinadas o están en la cárcel. Antes de concretar una asignación investiga a quienes le contratan, pues algunas veces le llamaron supuestos narcos estadounidenses que se hicieron pasar por directores de cine para llegar al cártel.

Al mismo tiempo, los grupos criminales averiguan si es verdad que se trata de reporteros o son agentes de la DEA. El Fixer, por ejemplo, es rubio y no parece normal que busque información con más extranjeros sobre los capos, o quiera acceder a ellos para platicar del negocio.

La confianza tarda en establecerse y determinar que no representa un peligro mayor. A veces deben esperar días o semanas para lograr una entrevista, según los objetivos que se persigan. En ocasiones no hay respuesta o si llega, es negativa.

Nacido y criado en Culiacán, Vega Obeso estudió y trabajó en Estados Unidos. Supone que sus correos y teléfonos están intervenidos, pero continúa seguro de que no colabora con el crimen organizado. Renta camionetas para caminos difíciles a nombre de otras personas. No menciona su dirección ni otros datos que puedan ubicarlo, pero aclara que de quererlo, el narco y la autoridad darían con él de un día para otro.

“Un salvoconducto que yo siempre utilizo es la honestidad, ser muy claro, muy honesto, tanto de lo que queremos hacer, tanto con la gente que viene de otro país y el medio que representan”, precisó.

Su trabajo en más de una década lo ha compartido en “El Fixer” (Aguilar 2021). Ahí describe cómo se convirtió en una especie de mercenario que sirve de enlace en zonas de alto riesgo para ingresar a las entrañas del narco. Donde el miedo y la desconfianza son cosa de todos los días, pues al mínimo error acabaría muerto.

Miguel Ángel Vega ha entendido que los cárteles están más organizados de lo que la gente pudiera creer o, incluso, el gobierno se pudiera imaginar. El nivel operativo y de reacción que tienen es muy eficiente. No son más poderosos que el Estado, pero sí tienen la capacidad para desafiarlo y someterlo en algunas ocasiones.

Por otra parte, el cineasta aclara que también hay muchos mitos en torno a los cárteles. Por ejemplo, se decía que el Chapo Guzmán tenía el don de la ubicuidad y estaba hasta en dos o tres lugares al mismo tiempo. Se le identificó como el gran dirigente del Cártel de Sinaloa y aún con su arresto, las actividades del grupo criminal no cesaron ni se vieron afectadas.

Además, se cree erróneamente que todas las personas vinculadas con los cárteles son narcos y eso no es correcto, pues cada quien desempeña un rol distinto, tienen sus influencias y limitantes. Hay sicarios, vigilantes, sembradores, cocineros o quienes transportan la droga, las mulas. Pero el narcotraficante es quien compra las sustancias ilícitas en un territorio, realiza operaciones para moverla a otro lado y revenderla. Esos son contados.

La célula de los Aztecas, a quienes contactó en 2019 para la entrevista, tenía entre sus filas a un operador de nivel medio, custodiado a su vez por pistoleros. La división del trabajo es compleja en el negocio de los cárteles y salir con vida de ese ambiente requiere de astucia, inteligencia o un milagro, como aquella vez en Ciudad Juárez.

En esa ocasión, los periodistas extranjeros sobrevivieron al ataque armado por buena suerte o porque no les tocaba, explicó el Fixer. Además, los entrevistadores no eran el objetivo.

Apenas se asomó y vio luces de una torreta, Miguel Ángel Vega salió de la casa de seguridad. El piso manchado de sangre, las paredes con impactos por todos lados y su entrevistado muerto. Todos los demás habían huido, solo él se quedó en la escena criminal. Sí le habían dicho que huyera, pero entre el shock del momento no reaccionó.

“Una vez que entra la policía me encañonan y me dicen, ‘¿a qué cártel perteneces?’ y yo le digo no pertenezco a ningún cártel, yo soy periodista, repiten ‘¿a qué cártel perteneces?’, yo estaba muy confundido y me siguen apuntando hacia el rostro, y me gritan, ‘¿a qué cártel perteneces?’, digo no pertenezco a ningún cártel, soy periodista”, relató el Fixer.

Después lo llevaron a las instalaciones de la policía ministerial, esposado entre el murmullo de curiosos y periodistas, quienes rumoraban que había caído un narco del Cártel de Juárez. Ya ante las autoridades aclaró su identidad, describió los hechos y le pidieron revelar a sus contactos para conseguir la entrevista, pero se negó ante la posibilidad de que más gente muriera por decir sus nombres. Fue amenazado con ser encarcelado, pero las acusaciones no prosperaron porque no era culpable sino de estar ahí para un trabajo periodístico.

“Yo no soy ningún sapo, ni busco ninguna recompensa, no busco afectar a nadie, ellos tienen su negocio y yo no interfiero en absoluto en lo que están haciendo, tampoco voy con las autoridades ni con un grupo rival para decirles lo que está pasando.

“Cada quien tiene su labor y la mía es reportar y abrir accesos para documentar el fenómeno del narco que México tiene en las entrañas y que forma parte de un problema social que parece que no va a acabar”, aseguró.

Para superar ese trauma escribió la historia de lo que había pasado, donde contó la vida de las mujeres sicarias y las cuales se incluyen en su libro del Fixer.

A 13 años de haber comenzado sigue con el mismo trabajo, pero reveló que pronto planea dejarlo pues con la publicación cierra un ciclo de episodios experimentados en las entrañas del narco. Miguel Ángel Vega quiere retomar el Cine, construir nuevos proyectos y seguir una vida normal como cualquier persona.

Con información de Infobae

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