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hRAA9vyInvestigación y edición, José Luis Muñoz PérezhRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vyI de II parteshRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Su nombre pintoresco la convirtió en una de las más famosas guerras que ha enfrentado México; es la más corta, la de menor trascendencia histórica y de la que menos conocen los mexicanos de hoy, más allá de los pasteles de los que todos hablan. Asomarnos a las circunstancias en que sucedió nos permiten echar un somero vistazo al México de entonces.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Fue la primera de las dos guerras que libró nuestro país con Francia. Consistió en ocho meses de bloqueo al puerto de Veracruz, a partir del 16 de abril de 1838; el bombardeo y toma del castillo-fortaleza de San Juan de Ulúa el 27 de noviembre, y el ataque el 5 de diciembre a la ciudad de Veracruz, en el que Santa Anna perdió una pierna y un dedo. Se resolvió el 9 de marzo de 1839, con la firma del Tratado de Paz, mediante la decisiva y trascendental intervención mediadora del ministro plenipotenciario de Inglaterra, Richard Pakenham, un diplomático de carrera que frecuentemente vestía de charro.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy En total, fueron menos de 12 horas de fuego. Francia gastó mucho más dinero del que oficialmente obtuvo como “indemnización” y México perdió alrededor de 3 millones de pesos. El número de muertos estuvo lejos de llegar a 100 entre ambos bandos.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Apenas declarada la Independencia Nacional en 1821 el titular de la Regencia, Agustín de Iturbide -antes de ser nombrado Emperador- envió a su encargado de la Secretaría de Estado y del Despacho de Relaciones Exteriores, doctor José Manuel de Herrera, a la corte del rey Luis XVIII de Francia para gestionar el reconocimiento de la nueva nación.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy El rey de la restauración de la monarquía -en 1814 después de la Revolución y del gobierno de Napoleón-, se negó por sus compromisos y alianza con España. Pero apenas muerto (el 16 de septiembre de 1824), y aun antes de ser coronado (el 10 de octubre de 1824) su hermano menor y sucesor Carlos X, Francia fue uno de los primeros países europeos que entraron en relaciones informales con México, y uno de los primeros en ordenar que fuesen admitidos en sus puertos los barcos mexicanos ondeando bandera propia, el 10 de octubre de 1824. Es de dudarse que hayan sido estas decisiones de alguno de los dos reyes y más bien debemos atribuirlas al Primer Ministro, el Conde Jean-Baptiste Guillaume Joseph de la Villele, quien ya había elaborado un visionario plan de negocios con Iberoamérica y aprovechó la transición entre ambos monarcas para decidir por sí mismo. En agosto de 1825 de la Villele aprobó, también por sus fueros, que se extendieran pasaportes a los iberoamericanos que quisieran viajar o establecerse en su país y, aunque no quiso nombrar cónsules propuso a los jóvenes estados intercambiar agentes comerciales. México había investido el 20 de enero de 1825 Ministro Plenipotenciario a Don Sebastián Camacho para negociar un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con Inglaterra, lo que logró el 26 de diciembre de 1826, siendo el primer país europeo en reconocer nuestra independencia. Antes lo había hecho el presidente de Estados Unidos James Monroe en diciembre de 1822. hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy De la Villele y su ministro de relaciones exteriores, el barón Maxence de Dumas, temieron que el Tratado México-Británico resultara en detrimento del comercio francés y decidieron invitar a Camacho a visitar París. Camacho puso como condición que fuera recibido oficialmente como Plenipotenciario lo que Francia aceptó “honradamente”. El ministro mexicano albergó la esperanza de lograr el reconocimiento diplomático, pero de la Villele, vivamente interesado en el comercio con las naciones americanas, le explicó la “imposibilidad por sujeción del Pacto de Familia” entre los monarcas de su país y de España, ambos pertenecientes a la Casa de Bourbon. Como los dos lados estaban políticamente apremiados en el propósito, decidieron salvar los escollos de alguna manera. Dumas propuso firmar una “convención” con todas las provisiones de un Tratado, pero sin el título. Así, firmaron la Declaración Provisional del 9 de mayo de 1827. El documento acordaba el derecho de país más favorecido, la reciprocidad comercial y la protección de los ciudadanos de las dos naciones, libres del servicio militar y de préstamos forzosos. México se reservaba sólo el comercio de cabotaje. Camacho quedó muy satisfecho, pues la declaración significaba un reconocimiento de facto, que de mucho sirvió a México en sus finanzas y ante la comunidad internacional. hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Aun sin relaciones diplomáticas formales, el panorama entre ambos países parecía apuntar a un futuro prometedor. Desde 1824 México era ya una República Constitucional, gobernada por el presidente Guadalupe Victoria. Su administración obtuvo empréstitos franceses -un sobresaliente beneficio del reconocimiento de facto- que le permitieron organizarse y comenzar a gobernar, en tanto una considerable cantidad de ciudadanos franceses viajaron a residir en México, para dedicarse mayoritariamente al comercio de ropa y telas, entre ellos los Derbez y los Arnaud, de larga decendencia.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Pero legalmente la Declaración del 9 de Mayo requería ser aprobada por el Congreso Mexicano, por obligación establecida tanto en la Constitución de 1821 como en la de 1824. Pese a haber servido de marco jurídico para los empréstitos, los congresistas se negaron a aprobar el acuerdo, objetando que a los franceses se les excluyera de los prestamos forzosos y se les permitiera sin limitaciones el comercio al menudeo. La negativa simplemente fue archivada y no se hizo del trámite ninguna comunicación formal al gobierno galo, un claro acto de omisión por indolencia. Se creyó que el gobierno francés ya no querría ratificarla y no se le dio continuidad alguna.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy La presidencia de José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Felix, conocido con el nombre de Guadalupe Victoria, concluyó el 31 de marzo de 1829, y las cláusulas comerciales de la Declaración Provisional no autorizada seguían operando factualmente: el intercambio entre ambas naciones era intenso y dejaba jugosas rentas en la aduana de Veracruz. El fin de la presidencia de Guadalupe Victoria fue el inicio de una larga y tormentosa secuencia de anarquía y desastre gubernamental en México. En los siguientes meses de 1829 hubo otros 2 presidentes y un triunvirato a cargo del ejecutivo: Nicolás Bravo (1 de abril– 17 de diciembre), José María Bocanegra (17 de diciembre– 23 de diciembre) y Pedro Vélez - Luis Quintanar - Lucas Alamán, (23 de diciembre– 31 de diciembre ). El 1 de enero de 1830 asumió el poder ejecutivo Trinidad Anastasio de Sales Ruiz Bustamante, un ex diputado y fervoroso centralista. hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Al otro lado del Atlántico, el 30 de julio había estallado una “revolución liberal” en Francia que provocó el derrocamiento de Carlos X y puso en el trono a Luis Felipe de Orleans el 9 de agosto, quien fue rápidamente reconocido por todas las potencias europeas. Se estableció por primera vez una monarquía constitucional. El Rey ya no lo era de Francia por derecho divino, sino de los franceses por voluntad de ellos mismos. El derecho de la casa de Bourbon había quedado atrás y con él caducaba la obligación del Pacto de Familia con el rey de España. Sacudido el compromiso, el mes siguiente, septiembre de 1830, Francia reconoció la Independencia de México. Antes de concluir el año, ambas naciones abrieron legaciones diplomáticas residentes en las capitales respectivas y relanzaron su relación con la firme intención de establecer un tratado formal sobre la base del Acuerdo Provisional, pero entonces y sólo entonces afloró y vino a quedar claro que nunca había sido aprobado. Se procedió a negociar un verdadero acuerdo, pero surgieron los temas complicados: los prestamos forzosos, el servicio militar de los franceses avecindados en México y su derecho al comercio al menudeo que México insistía en poder cancelarlo cuando así lo considerara, sin explicación ni justificación mediante.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy Bustamante gobernó en su primer período hasta el 13 de agosto de 1832 y a él le siguieron, en menos de 4 años, otras 12 presidencias incluyendo 4 veces Valentín Gómez Farías y otras 4 Antonio López de Santana, hasta que regresó Bustamante al poder el 27 de febrero de 1836. La inestabilidad y la ingobernabilidad no podían ser más trepidantes y aturdidoras. Millones de mexicanos perdieron la noción de quién gobernaba el país, pues los cambios eran más veloces que las comunicaciones. A cada cambio de gobierno le precedía una revuelta y era consuetudinario el alzamiento de decenas de “caudillos” y “revolucionarios”, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional, con graves daños y perjuicios a la población, a la paz y a los negocios. Las asonadas atormentaban y devastaban a los poblados sin que hubiera autoridad responsable y las muy escasas finanzas públicas se agotaban en intentos de combatirlas.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy En agosto de 1828 se realizaron las segundas elecciones para Presidente de la República. No votaban los ciudadanos, sino las legislaturas de los 19 estados, 2 sufragios por cada uno. Se emitieron 36 votos correspondientes a 18, pues el de Durango se abstuvo por no llegar sus diputados a un acuerdo. Los resultados favorecieron a Manuel Gómez Pedraza con once votos; le siguió Vicente Guerrero, quien obtuvo nueve, y el resto de los sufragios quedó distribuido entre Anastasio Bustamante, Ignacio Godoy y Melchor Múzquiz. Algunos líderes y caudillos no estuvieron de acuerdo con el resultado y decidieron desconocerlo, pues apoyaban a Vicente Guerrero. Santa Anna con amplio dominio de Veracruz se levantó en armas en su estado y reunió un ejército de considerables dimensiones. Por su parte, el general José María Lobato, residente en la capital, encabezó el 30 de noviembre el llamado Motín de la Acordada, que inició frente a la cárcel del mismo nombre, ubicada frente a la Alameda Central, en lo que es hoy la Avenida Juárez y se ubicaba entonces en las afueras de la ciudad. A Lobato se unió 2 dias más tarde el 5º. regimiento de infantería y el día 3 de diciembre publicaron una proclama desconociendo a Gómez Pedraza.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy El 4 de diciembre de 1828, más de cinco mil personas unidas a la tropa rebelde y azuzadas por los oficiales al mando de Lobato se arrojaron sobre el mercado de El Parián para incendiarlo y saquearlo. Era el mercado más elegante del país, pues en él se albergaban los comercios más caros de la ciudad, que vendían las preciadas y lujosas mercancías que arribaban a México con el Galeón de Manila, también conocido como la Nao de China así como de distintos países de Europa, principalmente España, Inglaterra y Francia. Contaba con dos pisos y 130 locales. Se le llamó Parián porque así se nombraban ese tipo de mercados en Filipinas. Gente de las clases acomodadas de todo México acudía a comprar sedas, paños, perlas, muebles, perfumes, ropa, cosméticos, enconchados, lacas, piezas de carey o de plata, arcones y muchos otros productos que ofrecían los ricos comerciantes, mayoritariamente españoles pero también franceses. El saqueo duró toda la tarde y noche del 4 de diciembre, y una buena parte del día 5. Se dice que los hurtos ascendieron a 2 millones 500 mil pesos. Los reclamos de justicia por parte de los saqueados fueron inútiles.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy A iniciar la década de los 30s comenzó en Asia una ola epidémica que recorrió el mundo. La bacteria responsable, la vibrio colerae, apareció en Calcuta matando en menos de una semana a veinte mil personas. Se le llama cólera porque los enfermos vomitaban bilis (cholé en griego). Se trasmitía vía fecal y oral, principalmente a través del agua y los alimentos contaminados por las heces fecales o el vómito de los contagiados. El cólera asiático se trasladó a Europa, y en Paris, la miseria y la podredumbre de las calles fueron campo fértil para su propagación. En México se reprodujeron informes de la Gazette Médicale del 26 de marzo de 1831 en el periódico mensual en francés, L'universel, y de ahí se elaboraron versiones en español para otras publicaciones, que horrorizaron a los lectores. Se daba a conocer que para Galeno el cólera era “Una oclusión intestinal severa y extremadamente dolorosa, que rápidamente vacía al paciente por diarrea, fiebre, convulsiones, vómito de excrementos y sangre, deshidratación, y muerte a las pocas horas, máximo 48, que solían ser mucho menos. En estado de agonía el rostro de la víctima adquiría un tono azul mortecino”. La reproducción de la Gazete describía con detalle el horror causado en la capital francesa. El nombre que recibió el síntoma postrero es cólico miserere. Los conocidos y parientes del enfermo se reunían a su alrededor para cantar el miserere (en latín “apiádate, ten piedad”), una plegaria para pedir a Dios no ya salvar al moribundo, sino suplicar a coro que se lo llevara cuanto antes.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy El mal llegó a América debido a la rapidez y a la intensificación de los intercambios comerciales que se dieron con el siglo. En julio de 1832 atacó la ciudad de Nueva York, que en menos de una semana cifraba tres mil muertos. hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy De Nueva York pasó a Nagodoches, Texas, luego al condado de Brazos, en la costa texana que por entonces pertenecía al estado de Coahuila, donde a finales de 1832 ya había cobrado algunas muertes entre una colonia de anglosajones. La tarde del 24 de mayo de 1833 el jefe del cantón militar de Pueblo Viejo, en Tampico, envió un comunicado urgente al puerto de Veracruz anunciando la muerte por cólera morbo del soldado artillero Pedro Rivera. El joven de 27 años de edad resistió apenas 11 horas al contagio. Fue el primer mexicano víctima de la epidemia.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Ante la falta de sistemas de drenaje en la mayoría de las ciudades de México el excremento humano solía arrojarse a la calle. La inmundicia de todos los días era recogida más tarde por carretas tiradas por caballos o mulas. Ríos, arroyos, acueductos, pozos y acequias eran paradero fácil de la bacteria, lo mismo que mercados y puestos de comida. Y si bien la enfermedad cobraba al principio un mayor número de víctimas entre la población de los barrios miserables, una vez expandida no distinguía edad ni clases sociales.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy Más tarde llegó a Campeche vía Cuba y posteriormente a San Luis Potosí y a Guanajuato. En el mes de julio de 1833, Querétaro había sido infestado a causa de la llegada de algunos sobrevivientes de la Hacienda del Jaral, provocando cientos de muertes. El 6 de agosto de 1833 se registró la primera víctima mortal de la Ciudad de México, una mujer de 32 años. A la semana siguiente tuvieron lugar las fiestas de Santa María La Redonda, organizadas por un entusiasta párroco de gran convocatoria popular, que desobedeció las medidas oficiales. La comida, la bebida y la falta de higiene, constituyeron un explosivo foco contaminante. Dos días después de concluidos los festejos se sepultaron en un lapso de 24 horas mil 200 cadáveres. La capital, presa del pánico, prácticamente se paralizó. Al igual que en otras poblaciones, se habilitaron rápidamente nuevos panteones.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy Guillermo Prieto describe la tétrica situación: “… dejó imborrable impresión en mi espíritu la terrible invasión del cólera … las calles silenciosas y desiertas en que resonaban a distancia los pasos precipitados de alguno que corría en pos de auxilio; las banderolas amarillas, negras y blancas que servían de aviso de la enfermedad, la copiosa solicitud de médicos, sacerdotes y casas de caridad; las boticas apretadas de gente; los templos con las puertas abiertas de par en par con mil luces en los altares, la gente arrodillada con los brazos alzados y derramando lágrimas… A gran distancia, el chirrido lúgubre de carros que atravesaban llenos de cadáveres… ¡De cuantas escenas desgarradoras fui testigo! Aún recuerdo haber penetrado en una casa, por el barrio de la Lagunilla, que tendría como treinta cuartos, todos vacíos, con las puertas que cerraba y abría el viento, abandonados muebles y trastos… espantosa soledad y silencio …”hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Las medidas que tomaron las autoridades sanitarias, incluyendo cuarentenas a las embarcaciones procedentes de otras naciones, parecían acertadas en ese momento, pero la atención del Gobierno era acaparada por los asuntos políticos y la población mayoritariamente las ignoró.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Continúa Prieto en sus memorias: “oía los nombres de Santa Anna y de Farías que ocupaban alternativamente el poder como dos empresarios de compañías teatrales, el uno con su comitiva de soldados balandrones e ignorantes, tahúres y agiotistas desaliñados, y el otro con algunos eminentes liberales, pero con su cauda de masones, de patrioteros anárquicos y de gente de acción que era un hormiguero de los demonios.”hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy A 1833 en México se le denominó el año del cólera . Abundaron las supersticiones: “tal la aurora boreal que en 1833 enrojeció el cielo e hizo a los ingenuos temer el castigo de Dios por las reformas de Don Valentín Gómez Farías…”.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Los obispos y los curas se daban vuelo anunciando el inminente flagelo divino, en castigo de las almas pecadoras, y a consecuencia de un gobierno que amenazaba con nuevas leyes para restarle al clero poder económico e influencia.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy No me queda claro si fue en Guanajuato o en Queretaro: en un poblado llamado San Cástulo Xiluca se corrió la voz de que los franceses habían traído el cólera a México y que ellos eran inmunes. Podían contaminar sin ser víctimas, se afirmaba, mientras el párroco divulgó que las ideas liberales de Farias también procedían de Francia, algo relativamente cierto. En la región los muertos se contaban ya por cientos, quizá miles, tanto en la localidad como en el valle y las montañas. Allí vivía una familia francesa, compuesta por padre, madre, abuela, tres hijas y un niño. Un domingo de septiembre comenzaron a llegar a San Cástulo habitantes de diversos poblados que se conjuntaron en la iglesia, convocados para pedir al santo patrono su mediación para que se acabara “el castigo divino” a los mexicanos. Luego de celebrar la misa al salir fueron azuzados por alguien que las fuentes no identifican, pero de ahí, “una horda de campesinos muy ignorantes” acudieron armados a la casa de la infeliz familia francesa, los sacaron a golpes y los llevaron a la plaza donde a la vista de la congregación los degollaron a todos. No hubo siquiera un intento de castigar el horrendo crimen. Dos meses después en Atencingo, cinco comerciantes ambulantes franceses recién llegados a la región fueron linchados, también acusados de propagar el cólera.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy El 6 de noviembre de 1836, la goleta Mary Jane zarpó de Nueva Orleans hacia Tampico, Tamaulipas, con cerca de 200 hombres al mando del general José Antonio Mexía Hernández. Algunos de ellos eran filibusteros -piratas que atacaban ciudades costeras- pero al parecer venían en la expedición como “soldados de fortuna” o mercenarios. Mexía, quizá nacido en Jalapa en 1800, o quizá en Cuba, hijo de mexicanos, había perdido a su padre y a su hermano mayor en la guerra de independencia. Siendo un adolescente huyó a los Estados Unidos donde aprendió bien a hablar y a escribir inglés. Regresó a México en 1822 y se empleó en el departamento de Coahuila y Texas como interprete oficial de la Nación Cherokee. Ahí conoció al gobernador José Félix Trespalacios quien lo ocupó en la Secretaría de Estado y fue cobrador de impuestos en la aduana de Tuxpan. Pronto se convirtió en gran secretario de la Gran Logia de los Albañiles del Rito de York y se hizo activo partidario de Antonio López de Santa Anna durante su postulación federalista. Se enlistó en el ejército y rápidamente escaló hasta ser ascendido a general de brigada, sin acumular méritos de campaña. Según México a Través de los Siglos, “el 22 de noviembre de 1836 se supo en México que el General Mexía al mando de 200 aventureros reclutados en Nueva Orleans habíase apoderado el día 16 del fortín llamado de Barradas -por aquel español que pretendió reconquistar a México desembarcando ahí-, en la Barrra de Tampico, y amenazado a la ciudad, que púsose en el acto en estado de defensa…los tampiqueños derrotaron a Mexía y su a compañero Peraza, que regresaron a Nueva Orleans en un buque extranjero del cual se apoderaron por la violencia, pues el que a Tampico los condujo habíalo desviado un fuerte norte. Treinta y dos de los aventureros que no pudieron escapar con Mexía fueron cogidos y fusilados como piratas…entre ellos hubo algunos franceses…”hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy Una tarde de 1832 soldados y oficiales de Antonio López de Santa Anna, arribaron a una elegante pastelería de Tacubaya, la ciudad más exclusiva del Valle de México, propiedad del robusto y butifárrico empresario francés de apellido Remontel, que había sido repostero de la corte francesa y atendía a clientela de la alta sociedad capitalina. Dispusieron los abusivos Santannistas a su antojo de abundante repostería y a la protesta del propietario lo sometieron, lo ataron y lo encerraron en la trastienda. Gozaron, destrozaron cristalería fina, caros espejos austriacos y anaqueles importados; devoraron buena parte de los pasteles producidos por la casa y se hurtaron en sacos de cuero todo lo que encontraron. Liberado luego por vecinos, el panadero Remontel acudió sumamente indignado ante la autoridad exigiendo justicia, pero simplemente fue ignorado. Nadie se iba a poner a perseguir a un pelotón de Santa Anna por el robo de unos pasteles, por más finos que fueran y deliciosos que estuvieran. El reclamo fue elevado por el representante del gobierno francés, que formalmente pidió una indemnización, pero en su gestión se le atravesó un cambio de gabinete.hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy A fines de la época virreinal en toda la Nueva España se sufría por la escasez de moneda fraccionaria. En los establecimientos comerciales muchas operaciones de menudeo simplemente no se podían hacer. No era posible comprar telas, enseres o víveres en cantidades por menos de un real simplemente porque no había con que dar “el cambio”. Algunos ricos comerciantes solicitaron permiso para emitir su propia moneda a fin de dar solución al atolladero, que se denominaba “ahogo”. Depositaban en la hacienda pública “reservas” de 500 y hasta 800 pesos para respaldar sus emisiones. Así hubo “cuartillas” y “tlacos” con la firma y soporte de particulares que valían un cuarto y un octavo de real, respectivamente y permitían fluir el comercio minorista. Pero ya entrada la República, a partir de 1833 el “gobierno general” comenzó a utilizar las cuartillas para pagar a sus ejércitos. Llegó el tiempo en que superó “todos los límites concebibles la cantidad de circulante de cobre acuñada en la casa de Moneda de México”, algo cuyos efectos negativos comenzaron a resentirse por 1834 y cobraron tintes de auténtica gravedad en 1835. Había demasiadas cuartillas que simplemente no contaban con respaldo. No procedían sólo de los excesos del gobierno, o mejor dicho de los gobiernos -que se sucedían por trimestres y, a veces, por semanas-, sino que engordaban el volumen las que fabricaban “en modernas maquinitas”, pequeñas factorías clandestinas de acá y de acullá. En el gobierno de José Justo Corro (27 de febrero de 1836 al 19 de abril de 1837) la oleada se tornó en crisis. El 2 de marzo de 1836 Texas declaró su independencia y los requerimientos financieros del gobierno se multiplicaron. La guerra que se arrastraba desde el 2 de octubre de 1835 había exprimido las exiguas arcas y para junio de 1836, la casa de moneda había acuñado más cobre que en cualquier período anterior: 1 millón 122 mil 200 pesos, en su mayoría en cuartillas. A la par, la acuñación fraudulenta galopaba con inusitado vigor.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Así lo relató en sesión del congreso el diputado Tagle, presidente de la comisión de hacienda: entra, -la moneda falsa- en México, en cargas elaboradas fuera de la capital; en las ciudades, villas y aún aldeas más despreciables, se fabrica con escándalo y publicidad en aquellas pequeñas máquinas venidas de Norteamérica, y se elabora con tanta perfección que en nada se distingue de la de nuestra Casa de Moneda; no es esto lo peor, sino que han hecho a unas de las tiendas de comestibles, panaderías y plazas devolver a los compradores sus cuartillas, diciéndoles que son falsas, lo que ha producido una gran murmuración en el pueblo y en los soldados cuyo prest se paga en esta moneda, y como no tienen que comer blasfeman del gobierno y se teme una asonada de un momento a otro… Por estas razones, -dijo Tagle- pido que se admitan en todas las oficinas recaudadoras y pagadoras toda clase de cuartillas cuyo tipo y tamaño sea igual al de la Casa de Moneda”. hRAA9vy Omnia.com.mx
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hRAA9vy El diputado Anastasio Bustamante impugnó esta proposición que equivalía “a canonizar un crimen, cual es falsificación de la moneda” y obligaría a la nación a pagar cuatro o cinco millones de pesos en que se calculaba la circulación de moneda falsa. Refirió Bustamante “la desfachatez” con que se acuñaba no solo en las inmediaciones de la capital sino en esta misma, pues en el silencio de la noche oía golpes de volante en la casa contigua a la de su habitación. “En Cuautla, añadió, cuando alguien se presenta a cambiar plata por cobre, por quien primero pregunta es por el juez o por el comandante, pues cada uno tiene su fábrica”.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy El 25 de febrero -dice México a Través de los Siglos- “la ciudad de Querétaro se vio, por esa abundancia amenazada de una segunda revolución, que el gobernador don Rafael Canalizo pudo cortar, mandando que se admitiesen las cuartillas por valor de un tlaco. El gobierno general desaprobó la alteración y le mandó presentarse en México a contestar los cargos que se le hacían. Canalizo obedeció la orden y en el camino sufrió el accidente de que se rompiese la diligencia que le conducía, porque entre la carga figuraban setenta y dos arrobas de cobre enviadas a México por el señor Rubio, comerciante de San Luis, quien, cual otros muchos, enviaba cargas de esta moneda a México donde aún no se había minorado su valor. hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Pero , “resultado de sus repetidas conferencias y discusiones lo que habíase desaprobado a Canalizo hubo de hacerlo el Congreso, y el 9 de marzo expidió una ley reduciendo a tlacos las cuartillas en todo el país. Ese mismo día, en los momentos en que se publicaba por bando el decreto susodicho, los numerosos perjudicados con la reducción del valor de la moneda promovieron en la plaza de Armas un alboroto que se propagó en cortos instantes por todos los rumbos de la ciudad, y todas las puertas y todas las tiendas fueron con estrépito cerradas. La alarma continuó todo aquel día y creció en los siguientes, pues el disgusto también aumentaba por efecto de unos papeles que aparecieron en las esquinas, pegados sin saberse por quién, diciendo que el Congreso había reducido nuevamente las cuartillas a la mitad de un tlaco. Las masas insolentadas rodeaban en número inmenso los alrededores del palacio pidiendo que se les abriesen las puertas del congreso que en medio de aquel barullo buscaba una solución al trastorno, predominando sobre el temor de los más la opinión de Bustamante, Tagle, Michelena y otros que aconsejaban que la cámara no se sucediese de su dignidad doblegándose a la exigencia de la plebe… el Congreso levantó la función y los diputados hubieron de salir por las caballerizas del cuartel del palacio a la calle de Santa Teresa, para evitar a la multitud que pasaba de once mil personas. Una compañía de lanceros salió del cuartel del palacio a dispersar la muchedumbre, pero recibida a pedradas, necesitó hacer uso de sus armas en la esquina de las calles de Flamencos y del Puente de Palacio, causando algunos muertos… En la tarde del 11 se publicó un bando que prohibía toda reunión mayor de cinco individuos y ordenaba a los comerciantes tener abiertas sus tiendas y recibir la moneda de cobre por el valor que le dio la ley del día 9, es decir, un tlaco por cuartilla, so pena de doscientos pesos multa. hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Entre los desórdenes cometidos por los amotinados tuvo que lamentarse la rotura de las vidrieras de los escaparates de la tienda llamada el “Tocador de las Damas” en la calle de Plateros, y las de la titulada “El Globo”, en la esquina de la calle de Palma; ambas propiedad de súbditos franceses. El congreso aprobó indemnizar a ambas tiendas, lo que nunca se materializó. En la sesión del 13 los diputados Villamil y Rivero, propusieron se indemnizase a todos los perjudicados en la reducción del valor del cobre, pero su propuesta fue rechazada”. Nadie fue procesado y mucho menos castigado por falsificar moneda, pese a que estaban plenamente identificados varios sitios donde se producía, como los famosos casos del juez y el comandante de Cuautla y decenas de otro.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vy Los cuatro casos, el de la familia degollada, el fusilamiento de los mercenarios, el saqueo de la pastelería, los destrozos en las vidrieras de las tiendas “El tocador de Damas” y “El Globo”, así como las pérdidas generadas a los ciudadanos franceses por la minusvalía decretada a las cuartillas de cobre, y otros, formarían parte de la serie de reclamos que años después Francia hizo a México exigiendo indemnización y justicia, como veremos adelante.hRAA9vy Omnia.com.mx
hRAA9vyFin de la primera partehRAA9vy Omnia.com.mx