Desde niño he sido aficionado a las películas de miedo, los cuentos escalofriantes. Recuerdo hace ya algunos años, el programa de radio "la mano peluda". Si bien en mi infancia lo encontraba entretenido y terrorífico, luego con el pasar de los años me di cuenta que lo que buscan muchas personas al contar sus anécdotas "paranormales" o de "fantasmas" es alguien que las escuche, es compartir la incertidumbre ante la muerte y la enfermedad, para no sentirse tan solas, para aferrarse a algo que les de esperanzas.
Hoy no le tengo miedo a los muertos, como dice el dicho, los vivos somos los verdaderamente aterradores. Cuando se escuchan ruidos en la noche, basta con rezar un "Padre Nuestro", pero cuando a plena luz del día se llegan las desgracias, los golpes, sentimos con intensidad, como lo expresa el poeta peruano, César Vallejo "Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte." Y muchas veces no sabemos qué hacer.
Por eso, aunque no sean seres sobrenaturales, sino fuerzas del mundo físico lo que ocasiona el espanto, como nos muestran las películas, con tiburones (como el clásico de Steven Spielberg) o hasta pájaros (como el clásico de Alfred Hitchcock), el premio al ser más aterrador se lo llevará siempre la especie humana. Incluso si comparamos dentro de los clásicos, según mi opinión, obras cinematográficas protagonizadas por personas comunes, como "Eyes wide shut" o "El Resplandor" de Kubrick, superan los sustos de "El Exorcista" o de cualquier monstruo como drácula, frankie o el hombre lobo (incluso los zombies aparecen cada vez más humanizados, lo que los hace ser más peligrosos sin duda).
No profundizaré en la representación artística de esta emoción tan fuerte como es el miedo. Lo que busco es señalar un momento cotidiano donde nos podamos sentir identificados todos: Imagina que afuera de tu casa hay una fiesta. La gente empieza a aventar botellas a tu patio. Llamas a la policía y son los mismos uniformados los que te balconean y le dicen a los chavos borrachos que tu los denunciaste y señalan donde vives. Intentas protestar, pero ahora los juniors (hijos de ricos) son apoyados por las patrullas: en ese momento puedes llegar a temer por tu vida y la de tu familia. Se necesita mucho valor para ser un ciudadano que alza la voz en estas condiciones. Esta no es una historia ficticia, es la realidad cotidiana de la gente que vive cerca de los lugares que frecuentan estos "lumpenes".
"Lumpen" es un concepto acuñado por Carlos Marx en el libro "18 Brumario de Luis Bonaparte", para referirse a los sectores de la sociedad que moralmente viven "en harapos", pudiendo ser tanto gente con o sin dinero, carecen de principios y valores y suelen realizar actividades ilícitas y cuestionables. Vemos este tipo de comportamiento en todos los miradores de la ciudad, que por desgracia están sobre cerros y áreas naturales. En El Cerro Coronel Guaguachic se llena de basura, botellas de cerveza y hasta condones. Lo mismo ocurre en el Mogote, sobre la prol. Fco. Villa. En la Presa Chihuahua la situación se repite, con el agravante de que el agua de dicho cuerpo artificial es destinada al consumo humano, por lo que la basura, el aceite y los orines van a parar a los grifos de las familias chihuahuenses.
Podría decirse que tenemos un gobierno "Lumpen" o que se pone "a modo" para que este tipo de personas hagan sus destrozos en la vía pública, pues de esa manera el miedo se impone dentro de la ciudadanía y vamos normalizando y acostumbrando a la sociedad a que el terror y la violencia son las soluciones a cualquier problema: si no hay nadie que se queje, entonces nadie sufre, pareciera ser el pensamiento oficial. En efecto, parece esto una pesadilla. La basura llega a nuestros hogares, cada fin de semana en lugar de relajarnos, nos preparamos para enfrentar otra historia de terror más. Pero eso no nos rinde ni nos debilita. Por el contrario, como la aurora que nace de lo negro del pantano, de la profunda noche surgirá la luz, como en la película de "Terrifier 2", en el momento en que todo parezca perdido, seguiremos luchando para despertar de esta pesadilla.
Post-Data: No hay que tener miedo queridas, queridos y queridoas lector@s. Como dice Will Smith en la malísima película "After Earth": "El peligro es real, el miedo no, es una emoción y la podemos controlar", o algo así dijo el príncipe del Rap.